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Todas las riquezas de las lujosas habitaciones le parecieron entonces innecesarias y odiosas; el castillo, sin su dueño, era horrible.

Lo más seguro era que, creyéndose olvidado, el monstruo hubiera muerto por culpa suya.

Aquel pensamiento hizo que Bonito se echará a llorar y se lanzará corriendo, escaleras abajo, de una habitación a otra, llamando a la Bestia con todas sus fuerzas, pero solo el eco le respondió en aquel castillo silencio y desierto.

Por fin, recordó el sueño: había visto a la Bestia dirigirse hacia el borde del arroyo en la parte de atrás del jardín.

— Tal vez... — susurró.

Y rápido como un rayo, bajó por la escalera principal, atravesó el patio de atrás del jardín.

Ahí, cerca del arroyo del fondo, tendido bajó un árbol, vio a la Bestia, que parecía muerto.

Bonito lanzó un gritó.

— ¡Bestia! ¡Mi querida Bestia!.

El joven se dejó caer de rodillas junto a él, le tocó los ojos cerrados y luego puso la mano sobre su corazón. Sintió entonces que, por suerte, todavía estaba latiendo.

Entonces Bonito corrió al arroyo, mojó su pañuelo en el agua fresca y se apresuró a volver al árbol.

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“Bonito atravesó, uno tras otro, los cien salones del castillo llamando a la Bestia”

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Con gran delicadeza, levantó la cabeza del monstruo y comenzó limpiando la frente y las sienes.

Por fin, la Bestia abrió los ojos y al ver el rostro preocupado del muchacho, trató de sonreír.

— Bonito, ¡Cuánto me has echo esperar — le dijo con un hilo de voz — Creí que no volverías jamás y perdí el deseo de vivir. Me mataba el dolor de haberte perdido para siempre, pero ahora que te veo, moriré feliz.

Bonito estalló en sollozos.

— No, querida Bestia, no te mueras, porque si lo haces, ¡yo también moriré! No podría vivir sin ti — declaró bañado en lágrimas — ¿Qué haré si me abandonas? ¿Cómo podré seguir viviendo?. Alíviate rápido, porque quiero casarme contigo y quedarme aquí para siempre.

No bien pronunció aquéllas palabras, cuando resonó en el aire una música triunfal y miles de colores iluminaron el cielo nocturno.

Bonito miró a su alrededor, sorprendido por un momento y fascinado por la belleza de aquél espectáculo, pero su mente no tardó en volver a su querida Bestia.

Alargó la mano con el pañuelo mojado para refrescarle la frente, pero... ¡el monstruo había desaparecido!

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El Bonito y La Bestia [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora