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La emoción me invadía. Estaban a punto de nombrar a la ganadora del premio y mi nerviosismo se hacía notar. Las ganas de saber quién se llevaría esa estatuilla dorada me carcomían hasta que por fin, el hombre en el gran escenario abrió el sobre donde estaba escrito el nombre del ganador del premio y se dispuso a leerlo.

—La ganadora del Oscar a mejor actriz es... Alexandra Meyer —dijo el presentador. Esto me hizo levantarme de mi asiento y dar varios saltos de alegría, mientras unas lágrimas traicioneras escapaban de mis ojos. Caminé hacia el escenario para recibir mi premio.

—Quiero agradecer a mis padres por siempre apoyarme y estar conmigo cuando más los necesito. También a mi equipo de producción por ayudarme a crecer profesionalmente —iba a seguir con mi discurso, pero sentí una sensación extraña. Escuchaba mi nombre a lo lejos e incluso respondí al llamado una vez, pero no lograba ubicar quién era. De repente, todo a mi alrededor se veía borroso y poco a poco la voz que me llamaba se distorsionaba, al tiempo que las luces del escenario se apagaban una a una, sumiéndome en la oscuridad antes de poder reaccionar.

"Alexa, despierta de una buena vez", escuché mientras dormía. Quería seguir durmiendo y soñando que ganaba un Oscar o cualquier cosa que me hiciera despertar mucho después de que la clase de trigonometría acabara. Pero de repente sentí cómo alguien me sacudía en mi asiento y no pude evitar abrir mis ojos para ver quién era. "Alexa, si no te despiertas ahora, olvídate de mí y de mis apuntes", pensé maldiciendo.

—Brooke, cálmate, deja de hablar en mi oído, es molesto —fue lo primero que pude pronunciar después de despertar casi por completo —Estoy despierta hace rato, de hecho estaba tan concentrada que seguro aprobaría cualquier examen en este momento sin tu ayuda —añadí, frotándome los ojos con la mano.

—¿De verdad? Entonces supongo que podrías hablarme sin problemas sobre los triángulos rectángulos especiales —mencionó ella, alzando una ceja y esperando una respuesta.

—Claro, son aquellos que tienen ángulos específicos y relaciones un tanto particulares entre sus lados —respondí con una fachada de seguridad en el rostro, tratando de engañar a mi amiga gracias a que antes de dormirme sí escuché un poco de lo que el profesor decía.

—¿Estás segura de eso, Alexandra  Meyer?

—Sí, ¿por qué dudaría? —mentí. En realidad, apenas presté atención a la introducción, no solo de la clase en sí, sino de la materia en general, desde hace dos semanas.

—Alexa, solo has dormido y no has prestado atención en clases —dijo ella un poco seria —si sigues así, el profesor te va a reprobar por baja participación en clases.

—Lo sé, pero si el Sr. Edison tuviera una forma mucho más creativa de dar su clase, tal vez me interesaría más —dije como excusa. Pero debo admitir que es un pretexto terrible. En realidad, estoy cansada y con sueño, ya que no dormí lo suficiente anoche por ir a la fiesta de celebración del equipo de hockey por su victoria. Fiesta a la cual Brooke y Spencer, mi otro amigo, no me acompañaron.

—Alex, sabes que este tipo no es como el profesor Ross, al que podías comprar las notas con un reloj o un buen escocés. A este no le da miedo escribir el peor de los números en tu planilla, así que presta atención o repruebas desde antes de empezar el nuevo trimestre escolar —escupió ella de forma casi severa. Brooke siempre fue así, una persona que en la vida académica le preocupan en exceso sus calificaciones, tanto que si saca el mínimo para pasar, aunque no lo diga, se siente fatal y se dice mediocre a sí misma al hablar de las preguntas—. Además, esto te pasa por desvelarte. Te advertí que no fueras a esa celebración porque terminaría tarde y aun así fuiste.

—Mira, prometo poner más atención y tener más compromiso con las clases para que no tengas que romperte la cabeza explicándome los temas —le dije a mi amiga, acto seguido de una sonrisa que me brindó ella. Lo hago porque tiene razón, tengo que empezar a prestar más atención y dejar de ir a tantas fiestas, sino eso podría costarme mi futuro. Aunque, contradictoriamente, no es como si pensara mucho en eso cuando me pongo un vaso con licor en la boca.

—Espero que cumplas tu promesa, Alex. No como las otras veces.

—Tranquila, lo haré. Verás que pronto seré la mejor en esta materia.

Después de una hora más de la tortura trigonométrica, sonó el timbre que indicaba que ya era hora de irnos a casa. La clase terminó con el profesor despidiéndose de nosotros, los estudiantes cerrando sus libros y guardándolos en sus mochilas para salir rápidamente del salón y finalmente del instituto.

—Brooke, ¿no has sabido de Spencer? —le pregunté a mi amiga.

—Sí, me envió un mensaje diciendo que nos esperaría en la salida, aunque no lo veo por ningún lado —respondió la castaña, mirando en todas direcciones para ver si lograba divisar a Spencer.

—Mira, creo que ya lo vi —dije señalando para que pudiera ver dónde se encontraba nuestro amigo.

—Sí, ya lo veo. Vamos, no podemos hacerlo esperar más. Solo mira su cara, parece que no es el único con un mal día.

Caminamos para poder acercarnos a él, que en realidad tenía cara de no querer nada que ver con nadie. Spencer es un gran amigo, lo conocí cuando entramos al sexto grado, y desde entonces los tres somos inseparables, como uña y mugre.

—Hola, Spence.

—Hola, minion —le dijo a Brooke, mientras esta lo acribillaba con la mirada y sonreía de forma sarcástica.

—Soy la más baja de este trío, y no me da vergüenza admitirlo —respondió Brooke, mientras Spencer y yo nos reíamos de su comentario. Tanto él como yo somos altos, pero él un poco más que yo.

—Hey, alien, ¿tú cómo estás? —me preguntó refiriéndose a mí.

—De maravilla. ¿Y tú, pie grande? —pregunté mientras me ponía mis gafas de sol oscuras para que mis ojeras y ojos algo rojos por la resaca no se notaran demasiado.

Spencer, ante mi comentario, reaccionó como se esperaba: borró la sonrisa que tenía dibujada en su rostro, frunció el ceño ligeramente y me respondió.

—Jessica, eso paso.

SECUESTRADA EN MI CASADonde viven las historias. Descúbrelo ahora