Prólogo

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En una cancha vieja y descolorida, la cual parece no haber recibido mantenimiento hace tiempo, se encuentra un chico de unos 17 años, suspendido en el aire con los pies ligeramente doblados hacia arriba, su brazo izquierdo bien estirado y el derecho preparado para golpear.

¡TRACK!

El viejo balón de voleibol que estaba apenas unos segundos atrás suspendido en el aire, recién acababa de golpear el piso con fuerza, debido al maravilloso golpe recto que realizó el joven.

"¡Increíble!"

Menciono en voz alta un niño pequeño de unos 7 años, el cual observaba la escena a través de una ventana ubicada en una pequeña casa al otro lado de la calle.

Ese recuerdo era el más preciado para Alain Rainer, un joven de 16 años de edad, el cual se encontraba parado frente a la vieja cancha.

"Que recuerdos, aún no puedo creer que solía observarlo a través de esta ventana"

Menciono el joven castaño de ojos color ámbar mientras caminaba hacia la cancha.

"Ya han pasado 9 años desde aquel momento"

El joven recordó con nostalgia, y después sonrió.

"Aún así, le sigo agradecido ya que por el fue que conocí este increíble y emocionante deporte"

Sacando un viejo y gastado balón de su mochila, el joven comenzó a golpear el balón contra una de las paredes. Tras un rebote el balón se elevó a una altura considerable, el chico solo observaba firmemente el balón para recibirlo con sus antebrazos, si embargo, en el último instante sus brazos se echaron hacia atrás para tomar impulso.

"Solo es cuestion..."

Pensó el chico a la vez que daba un gran salto, con su brazo izquierdo bien estirado y su brazo derecho echado hacia atrás.

"¡De confiar en ti mismo!"

Gritó el chico dejando salir sus pensamientos a la vez que remataba un hermoso golpe recto.

Una vez en el suelo, el chico observo la palma de su mano con intriga, por la reacción en su cara, algo parecía molestarle, tras unos largos segundos por fin menciono algo.

"¡Whoa!"

Al parecer el mismo estaba totalmente impresionado de lo que acababa de hacer.

"Ese fue un gran remate Alain"

Dijo una chica de cabello largo y negro cuyos ojos deslumbraban como dos gotas de agua.

"Marina, ¿cuánto tiempo llevas ahí?"

"Un rato, pero eso no es lo importante aquí, ese fue un gran remate, ¿Creí que habías dejado ese sueño hace mucho?"

El chico apretó con fuerza sus puños por la pregunta de la chica.

"Es cierto que hace mucho dejé atrás la idea de pelear en la red, después de todo, ese es un campo destinado solo para aquellas personas con el talento de hacer un buen remate, pero aún así..."

Alain observo a Marina directo a los ojos con una gran expresión de determinación inquebrantable.

"Me gustaría alcanza el cielo y poder pelear en la cima como solía hacerlo el"

Marina sonrió dulcemente, y tras colocar su mano derecha en el hombro de Alain se preparó.

"Entonces lucha, lucha hasta que lo logres y no te detengas por nada del mundo, se que si lo haces podrás encontrarlo y al fin enfrentarte a el"

El chico asintió con una enorme sonrisa, para después posar su mirada en el hermoso y despejado cielo.

"Debo seguir intentando, te prometo que cuando nos volvamos a ver, me habré convertido en un gran jugador.

Marina movió ligeramente su cabeza de izquierda a derecha por unos segundos.

"Te equivocas, tu ya eres un gran jugador, sin importar a dónde vayas, mucha suerte en tu nuevo destino se que lo harás bien"

La chica camino lejos de ahí dándole la espalda al joven castaño, sin embargo, tras unos cuantos paso se detuvo, y sin mirar atrás menciono en voz alta.

"No importa a dónde vayas, seguirás dejando tu nombre en la mente de las personas, después de todo, en esta pequeña ciudad nadie nunca olvidará el nombre de Alain Rainer... El mejor libero que ha tenido este lugar"

La chica siguió su camino mientras el castaño la observaba alejarse a la vez que lágrimas brotaban de sus ojos cayendo por sus mejillas.

"Te prometo que me seguiré esforzando sin que nadie me detenga"

Y esa fue la última vez que ví a Marina...

Reyes de la canchaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora