Después de sus pasos por el CNI y tras recuperarse de casi una muerte segura, Volkov y Horacio decidieron irse de Los Santos, ambos en caminos y con identidades diferentes, pero lo que no sabían era que sus vidas estaban destinadas a estar juntas.
Habían pasado ya dos años de la muerte de Conway y Gustabo y estos habían sido los más duros de la vida de Horacio. Tuvo que aprender a vivir sin él que había sido prácticamente su hermano, su mejor amigo. Si los días para él eran complicados, las noches lo eran aún más. Era imposible conciliar el sueño, se sentía solo y desprotegido, no tenía absolutamente a nadie, y cuando conseguía pegar ojo la misma pesadilla aparecía siempre: la tarde de la explosión. Ya no tenía esa esencia que le carecterizaba, Horacio pareció morir con ellos. Trataba de encajar en cualquier sitio pero le era imposible, todos los días eran grises.
Sintió la necesidad de volver a aquel lugar, donde pudo ser feliz por última vez, Los Santos. Necesitaba recordar todos aquellos sentimientos que le hacían sentirse vivo, sentirse libre, donde estuvo con su hermano por última vez riéndose. Quería despedirse de él y del que había sentido como a un padre.
El día el cual se cumplían dos años de aquella explosión, Volkov, como hace justo un año, fue al cementerio de Los Santos para rendir homenaje al que a parte de ser su jefe, había sido su gran amigo. Para él estos dos años tampoco habían sido nada fáciles. A pesar de haber perdido a lo largo de su vida a tanta gente, la muerte de Conway fue una de las que más había sufrido. Se mudó de aquella ciudad intentando empezar de cero en otro lugar pero nada le llenaba como antes. Nada en su vida parecía cambiar, nada avanzaba. Echaba de menos a sus compañeros del CNP, a Conway, a Horacio... No volvió a saber nada de este último, solo sabía que, como él, se había ido de Los Santos.
Volkov dejó unas flores sobre las tumbas y retrocedió un paso. Cerró los ojos deseando que las cosas hubieran sucedido de otra forma, deseando encontrarse en ese mismo momento patrullando con Conway y no en el cementerio. El ruso era alguien frío, casi de hielo, pero como toda persona tiene sentimientos, y sus sentimientos en esos momentos era de tristeza, estaba harto de ver a la gente que le importaba morir y él seguir ahí.
Unos pasos detrás de él le interrumpió los pensamientos de su cabeza, se giró rápido para visualizar de quien se trataba. Era Horacio.
Hacia dos años que no se veían, los dos se habían preguntado por el otro en numerosas ocasiones, pero ninguno se vio capaz de averiguar donde se encontraban. Horacio se puso a la misma altura que Volkov, mirando fijamente la tumba de su hermano, y acto seguido la de Conway. Volkov en cambio estaba observando a Horacio. Parecía que ya había estado llorando, y es que recorrer la ciudad para llegar al cementerio recordando todo lo vivido en aquel sitio no había sido para nada fácil.
Horacio no lo pudo evitar, se rompió allí nuevamente. Estos dos años había evitado aceptar que nunca los volvería a ver, pero ahí se encontraba la cruda realidad. Todos los bailes, todos los éxitos, todos los ascensos se esfumaron de un día a otro.
Volkov no sabía cómo actuar, su corazón quería darle un abrazo, protegerlo, sin embargo lo único que hizo fue ponerle la mano en el hombro. Horacio intentó tranquilizarse un poco y a diferencia del otro, le dio un abrazo al ruso. Volkov no se lo negó, le abrazó con fuerza, quería transmitirle seguridad. Por primera vez en mucho tiempo los dos se sentían bien, demasiado bien. Se separaron poco a poco y volvieron a observar las tumbas. No necesitaron decirse nada, a pesar de todo el tiempo que había pasado seguían teniendo esa conexión especial, eso que solamente ellos conocían.
Los minutos pasaron y Horacio ya se encontraba calmado. Dio un largo suspiro y se fue para sentarse en uno de los bancos que se encontraban cerca de la salida del cementerio. Volkov se quedó un poco más para terminar de despedirse y luego se sentó junto a Horacio.
"¿Cómo se encuentra?" dijo el ruso justo cuando se sentó.
"Creo que mejor." le contestó mirando hacia el cielo. "¿Y usted?
"Bien" los dos se miraron y Horacio le dio una media sonrisa. Increíblemente se seguía sintiendo nervioso cuando se encontraba cerca de él. Creía que estos años había logrado olvidarse de su cabeza pequeña, pero al parecer no era así.
"Echaba de menos este sitio. Demasiados recuerdos aquí." Los dos se quedaron en silencio un largo tiempo, pero no era un silencio incómodo, al revés, era el silencio más cómodo que habían vivido. Querían preguntarse el uno al otro que había sido de su vida, qué estaba haciendo, pero ninguno dio el paso. Horacio estaba demasiado nervioso y Volkov intentaba negarse a sí mismo cualquier sentimiento.
"¿Le apetece que demos una vuelta? O si quiere ir a mi apartamento y nos tomamos un Vodka. Aunque si no quiere lo entiendo perfectamente." los dos seguían teniendo allí sus apartamentos. Horacio cerca de la playa y Volkov en aquel gran edificio.
"Todavía me debe un Vodka" se rio. "Así que me encantaría"
Durante el camino hacia la casa de Volkov estuvieron charlando tranquilamente. Se contaron todo lo que habían estado haciendo, Horacio le contó como se sentía, Volkov también intentó expresarse pero le costó un poco más.
Aún así con Horacio no era difícil hablar, se sentía cómodo con él. A medida que iba pasando el tiempo se iban soltando más el uno con el otro y parecía que nunca habían dejado de verse. Pero ciertamente nunca habían tenido la oportunidad de hablar como aquella vez.
Horacio estaba volviendo a ser Horacio. Y volkov comprendió que aquel halo de luz que era el de cresta, aquel brillo en los ojos que tenía le hacían derribar los muros que había estado construyendo durante años y ni siquiera estaban haciendo resistencia.
Horacio olvidó lo solo que se había sentido durante estos años, se sentía feliz.Cuando llegaron al apartamento Volkov sirvió dos copas.
"He intentado limpiar un poco esta mañana pero es que hace justamente un año que no venía. " comentó sentándose en el sofá.
"No hay problema. " Las horas avanzaron al igual que las copas se sumaban. Pero no era el alcohol el culpable de que se lo estuvieran pasando tan bien, era la compañía. Cada vez estaban más cerca y la tensión entre ambos era inmersa. Los dos querían sentirse más cerca todavía.
"Volkov" este le miró "¿Por qué me rechazaste?" Justo al decir aquella última palabra Horacio deseó no haberlo dicho. Pensó que la había cagado bastante y que todo se había ido a la mierda en un momento. Creyó que Volkov ahora le iba a decir algo con mucho texto como la última vez. El ruso dejó el vaso sobre la mesa. Miró fijamente a Horacio y casi en un impulso cogió las mejillas de éste para darle acto seguido un beso. Volkov no sabía cómo había armado el valor para hacer aquello, puede que fuese el efecto del alcohol pero él se sentía mas sobrio que nunca. Horacio le siguió poniéndole las manos en su cadera. Después de aquello no quiso separarse de ahí nunca más. Los dos se separaron poco a poco para mirarse otra vez a los ojos, Horacio puso su frente sobre la de él y Volkov cerró los ojos.Volkov quiso decirle todo lo que sentía en aquel momento pero no le salía decir nada. Horacio lo comprendía.Horacio se quedó dormido encima de él mientras Volkov le rodeaba con el brazo. Aquells fue la segunda noche durmiendo juntos de toda una vida juntos. Ya no había miedos, ya no había soledad, ahora se tenían y eso significaba que lo tenían todo.

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Au's Volkacio
RomanceAquí os dejo pequeños Au's Volkacio que voy escribiendo. También lo podéis encontrar en mi Twitter @lunaxlin