[6] No me olvides

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Hacía más de un año de aquel día que consiguieron por fin terminar con la mafia que amenazaba a la ciudad entera. La fatídica explosión dejó a Horacio por desgracia en muy malas condiciones: se dio un gran golpe en la cabeza haciéndole perder la memoria, no recordaba nada más allá que cuando llegó a Los Santos con su hermano. Gustabo no salió tan gravemente herido, tardó unas semanas en recuperarse e inmediatamente fue enviado a un centro de rehabilitación. Por otra parte, Conway fue el que mejor parado salió, no tuvo apenas señales de aquella explosión.

Horacio se quedó prácticamente solo, únicamente le quedó Conway, quien le cuidó como si de un hijo se tratase. Cada día, cada noche, allí estaba con él. Incluso cuando le dieron el alta del hospital le ofreció quedarse en su casa mientras terminaba por recuperarse. 

El de cresta al principio no entendía nada de lo que pasaba a su alrededor. Poco a poco, con el paso de los meses Conway le intentaba explicar todo lo que había vivido. Acabó por entender que formaba parte del CNI y que Pogo volvió. Toda aquella información se quedaba dentro de su cabeza como si fuese de la historia de otra persona se tratase.

Los médicos aseguraban que Horacio volvería a recuperar la memoria, que era cuestión de tiempo. Sin embargo, los meses pasaban y el menor seguía sin recordar nada. 

A veces, por las noches, Horacio se despertaba en mitad de la madrugada sobresaltado debido a pesadillas que no eran más que pequeños flashbacks de sus vivencias en la ciudad. Cuando eso ocurría Conway se quedaba en su habitación asegurándose que el chico se volviera a quedar profundamente dormido. Le daba muchísima lástima que alguien que puso gran esmero en su trabajo, alguien que era verdaderamente un rayo de luz, estuviese sufriendo tanto.

Otra de las tareas del exsuperintendente era garantizar la mejoría del comisario Volkov, quien también resultó gravemente herido dentro del CNI, pero en su caso fue por otras circunstancias.

El ruso estuvo a punto de perder la vida pero Conway se encargó de contratar a los mejores médicos del país y gradualmente su salud fue mejorando con éxito. 

Conway le contaba como iba Horacio, no por iniciativa de él sino porque verdaderamente el ruso estaba interesado y preocupado. La idea de que el de cresta no le recordase era algo que le partía el alma. 

Volkov rechazó en varias ocasiones a Horacio e incluso se intentó alejar de él. Cambió sus horarios de trabajo e hizo lo posible para que no supiese nada de su vida. La razón no era porque le odiase ni porque su amor no era correspondido. La razón era una totalmente diferente. 

Aunque Horacio hubiese perdido la memoria se sentía como siempre. Estaba agradecido de la seguridad y el cariño que le brindó Conway. Este último no le dejó que realizara grandes labores por lo que sus días por la ciudad eran bastante monótonos, aunque tampoco se quejaba.

Solía levantarse temprano por las mañanas, se duchaba y salía fuera a desayunar. Luego siempre iba a la playa, por la zona del gimnasio para escuchar las olas del mar. Aquello era lo que más le relajaba en el mundo. Se sentaba solo en un banco y cerraba los ojos. 

Curiosamente un hombre de pelo plateado también acostumbraba a pasar las mañanas en uno de los bancos de la playa. Algunas veces, cuando Horacio llegaba, él ya estaba allí, y otras veces llegaba unos minutos más tarde, pero siempre estaba en el mismo sitio, en el mismo banco, a la misma hora.

No era porque Horacio quisiera ligar, pero aquel hombre se le hacía muy agradable, sentía curiosidad por él e intentó que hubiese algún tipo de contacto visual entre ambos pero él nunca le miraba, o por lo menos sus miradas no chocaban. Excepto cuando uno de los dos se iba (después de unas dos horas como mínimo). 

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⏰ Última actualización: Oct 12, 2020 ⏰

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