[4] Primer beso

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Hace un mes ya que Horacio se declaró a Volkov, sin embargo este último no estaba preparado para tener pareja a pesar de que sus sentimientos eran recíprocos.


Volkov era un persona fría, dedicado únicamente al CNP, no tenía relación con personas fuera de comisaría. Sus días se resumían en trabajar e ir a dormir a su apartamento y tuvo que venir aquel chico de cresta a romperle todos sus esquemas. Se sentía cómodo con él, era una sensación extraña y difícil de describir.


Horacio era todo lo contrario a lo que era Volkov. Era una persona extrovertida, se hacía notar allá a donde iba y se caracterizaba por su buen humor y por estar siempre de broma con su hermano Gustabo. Al principio esto le resultó algo molesto al comisario ya que pensaba que no se tomaba demasiado en serio el trabajo de policía, pero cuando le tocaba con él algún código tres Horacio demostraba de lo que era capaz y rara vez no salía victorioso.


Horacio desde el principio mostró interés por conocer a Volkov, pero el ruso era demasiado reservado, o por lo menos al principio ya que cada vez se sentía más cómodo y le contaba sucesos de su pasado. Este interés por el comisario no era simplemente por pasar el rato, Horacio de verdad sentía algo muy fuerte por Volkov, y este último también por el de cresta aunque intentaba negarlo.


Por eso, cuando Horacio se declaró, Volkov sintió bastante miedo, no se sentía suficiente para él. Creía que cuando viera cómo era de verdad se cansaría como habían hecho todas las personas que intentaron también algo, pero era imposible que le ocurriera eso a Horacio ya que se había enamorado tanto que cuando estaban cerca no podía evitar disimular su nerviosismo y mejillas rojas.


Volkov simplemente le dijo que en ese momento no estaba preparado, que necesitaba tiempo. A Horacio no le importaba, él esperaría todo lo que él comisario necesitara.


Sin embargo las semanas pasaban y Volkov evitaba patrullar con Horacio. El de cresta no entendía qué pasaba, quizá se había confundido y el ruso no sentía absolutamente nada.La noche de aquel día en el que se cumplía un mes de la confesión de Horacio había al parecer una fiesta en la playa donde asistiría casi todos los miembros del CNP. Horacio vistió lo más colorido que pudo y fue con Gustabo decidido a pasárselo bien.


La noche estaba yendo demasiado bien, Horacio lo daba todo bailando y Gustabo por lo menos lo intentaba. Se le veía feliz. También se dio cuenta que Volkov le estaba mirando desde la distancia, intentó hacer como si nada pero no podía parar de pensar en él.


No había pasado todavía ni dos horas pero Volkov ya se quería ir de aquel sitio. Sin embargo tenía que esperar al comisario Greco ya que le prometió que le llevaría a su casa, por lo que simplemente se alejó de la zona de la fiesta y se sentó en la arena mirando al mar. Al cabo de unos pocos minutos sintió unos pasos detrás suya, era Horacio. Se sentó sin decir nada y también se dispuso a mirar al mar. Normalmente era Horacio el que se pondría nervioso, pero esta vez era el corazón de Volkov el que estaba latiendo con fuerza.


-¿No está en la fiesta? -preguntó el comisario esperando una respuesta, pero Horacio solo le miró y le dedicó una sonrisa.-Si quiere que me vaya dígamelo- respondió -No, no. Solo que...- suspiró profundamente. Volkov no sabía exactamente qué decirle-Ya lo se Volkov. No me tienes que dar explicaciones. Si no sientes nada no pasa nada. Pero no pase de mi.- Volkov se quedó en shock, no se esperaba que Horacio pensara aquello. -Horacio.- le miró. Hubo un largo silencio. Volkov estaba tratando de buscar las palabras exactas y Horacio no le presionó para que hablara, solamente esperaba pacientemente. -Sí- Horacio se rio porque esperaba algo con mucho texto. Pero en cuanto vio a Volkov mirando al suelo avergonzado se volvió a poner serio. Nunca había visto al comisario así y le daba bastante ternura. -Sí. ¿Qué?- Volkov volvió a mirarle a los ojos. -Sí me gustas. Muchísimo.- eran las palabras que más le había costado pronunciar en su vida. Horacio se quedó sorprendido y trato de decir algo pero le interrumpió Volkov nuevamente. -Nunca había sentido algo así por nadie. Cuando estás cerca noto una sensación extraña, me encanta pasar tiempo contigo y me daba miedo no ser suficiente, nunca lo he sido para nadie. -Volkov... Me lo podrías haber dicho antes. -puso su mano sobre la mejilla de Volkov acariciandole. -Eres más que suficiente, eres perfecto. -ambos sonrieron y se quedaron en silencio durante un largo rato. Se escuchaba de fondo la música de la fiesta pero en ese momento sólo existían ellos, el mar y la arena donde estaban sentados. Volkov cogió su mano con cuidado, le miró fijamente a los ojos y puso su otra mano detrás de la cabeza de Horacio para acercarlo más a él. Primero chocaron sus frentes y cerraron los ojos. Horacio puso su mano restante en la cadera del ruso y sus labios por fin chocaron. Sintieron algo por dentro que recorrió todo su cuerpo. Fue un beso cálido, probablemente el beso más deseado que ha existido nunca. Tenían una conexión especial, algo que Volkov jamás había imaginado. Volkov no creía en la eternidad hasta que entendió que lo que sintió aquella noche jamás se iría de su corazón

Au's VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora