Incendios

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Después de una larga jornada laboral en la cadena de montaje, Lorient comenzó a vestirse para la ocasión. Mientras que todos sus amigos habían elegido ir al cine, él había apostado por ir al teatro. Solo conocía el teatro por lo que había visto en algunas películas. Fantaseaba con ser actor. Se miró en el único espejo de su pequeño hogar antes de salir. Había algo diferente en aquel reflejo. Una tenue llama en sus ojos.

Una vez en el teatro, Lorient pensó en la estrecha relación entre lo que iban a ver sus amigos y él. En el cine se proyectaría la película llamada Incendies, en cambio él vería una obra teatral con el mismo nombre basada en dicha película. Ambas representaciones culturales eran clásicos originales del sigo XXI.

El telón subió dejando ver al actor protagonista iluminado por el foco. Desde aquel instante se aceleró el pulso de Lorient, quien quedó inmóvil hasta que, a las dos horas, el telón volvió a bajar dando por finalizada la obra. Lorient salió corriendo hacia el baño y se mojó la cara en el lavabo. Al levantar la vista, vio una intensa llama en sus ojos reflejados en el espejo.

Lorient se quedó esperando en la acera frente al teatro, bajo una farola apagada. Al abandonar el edificio, el actor principal se dirigió hacia su coche para volver a su casa sobrevolando la ciudad. Lorient se dirigió hacia él y, mientras el actor estaba de espaldas abriendo la puerta de su coche, reunió el valor para hablarle.

—¿Quién eres? —Preguntó Lorient.

Al volverse el actor, ambos quedaron mirándose unos segundos sin mediar palabra.

—Yo.. yo... —tartamudeó el actor.

—¿Cómo? Pero... no es posible —Lorient consiguió decir.

—¿Es que todavía no lo ves? —Preguntó sorprendido el actor.

Silencio, podía distinguirse el ruido de los coches sobrevolando los edificios.

—Mi sueño siempre ha sido ser actor. Trabajé muy duro durante años en tu mismo puesto. Hasta que un día reuní el dinero necesario para... —Comenzó a explicar el actor.

—¿Para qué?  —Preguntó Lorient lleno de incertidumbre.

—Para crear un clon con mis recuerdos que trabajara por mi y así poder seguir mi sueño —explicó fríamente el actor—. Sé que no es una excusa, pero lo hace mucha gente. Para estos casos tenemos un sistema para reiniciar a nuestros respectivos clones —terminó de explicar mostrando un pulsador que sacó del bolsillo.

Durante unos segundos, las dos figuras de idéntico rostro mantuvieron la mirada.

—¿Vas a reiniciarme así sin más? —Soltó Lorient lleno de rabia.

—Fue más duro la primera vez —dijo el actor con la mirada clavada en el suelo.

— La primera vez... —murmuró Lorient—.  Espera, ¿te has parado a pensar que tú también podrías ser un...?

Antes de que pudiera terminar la frase, el actor pulsó el botón. La llama de los ojos de Lorient fue apagándose. No se acordaría de aquel día. Habría otra primera vez en el teatro para él.

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