Seguí hablando con Héctor durante muchas semanas, agarramos confianza tanto que ya nos mandábamos fotos de lo que hacíamos o fotos provocadoras, nos llamabamos pero nunca nos habíamos visto.
Yo ya tenía ganas de verlo, el insistía mucho pero yo me hacía la difícil, quería que se interesara más por mi y así fue, me daba mucha importancia, todas las mañanas me despertaba con sus mensajes tan lindos “Buenos días princesa", “Hola reina buenos días bebé, como dormiste". Muchos mensajes lindos. Estaba emocionada y feliz de haberlo conocido, no había un día que no hablara con el, si iba a la escuela solo hablaba con el, cuando comía hablaba con el, cuando iba al baño hablaba con el, hasta en mis sueños hablaba con el, se volvió una costumbre hablar con el, tanto que no me sentía a gusto cuando no lo hacía.
Quedamos de vernos un sábado, planeamos mucho ese día, queríamos que fuera un día especial, tal vez podía comenzar una relación entre él y yo, el vivía en Xalapa y yo vivía lejos de ahí, quedamos de vernos en la estación de autobuses ya que a mí me quedaba cerca, no estaba segura de como ir vestida, el tiempo pasó tan rápido que no me di cuenta de que tenía que buscar algo lindo qué ponerme. Me llevé un vestido rojo escotado medio corto, no se veía tan provocador pero se veía muy sexy, para mis 12 años estaba muy bien.
Salí de mi casa una hora y media antes, evité preguntas de mi mamá saliendo por la ventana de mi cuarto, si me llamaba iba a decir que estaba en casa de una amiga, que tal vez dormiría ahí, me maquillé por primera vez y quedé muy bien, seguramente le iba a gustar más. Caminé y tome un taxi a la estación, el taxista no dejaba de verme ni de preguntarme sobre mi día y cosas así, se veía su cara con mucho morbo, lo raro es que en su tablero tenía una foto con su familia, su esposa y dos niñas, me molesté por esa vez, por qué ¡Ay amigo taxista! No hagas lo que no te gustaría que le hicieran a tus hijas. Lo dejé pasar, es hombre obvio, los hombres nunca están satisfechos con una sola mujer, así tengan a la mujer más bella del mundo siempre van a ver en otro lado unas tetas o un culo mejor. En el camino le mandé mensajes y fotos de como iba vestida, me dijo que me veía hermosa, sentí muy lindo, el me dijo que iba a ir de camisa azul, pantalones negros y zapatos negros igual, me quedé sentada un buen rato en las bancas de ahí, no logré verlo por ningún lado, hasta me llegó un mensaje de el -“Ya te vi"-
-“Levanta la mano"- le dije. ¡No!
Que? No es el, este señor está gordo y muy feo, tiene la ropa que me dijo pero no es quien yo esperaba, estaba recargado en una camioneta negra blindada, no me gustó para nada lo que ví, sentía algo malo, algo muy malo.
El ya me había visto, así que solo me quedó ir hacia el, lo saludé de beso en el cachete, me tomó de la cintura y quería darme un beso en la boca, ¡Asco! Lo alejé y se enojó, y muy enojado me dijo -“Mira niña tu estás aquí por tu voluntad, y estás para obedecerme, oíste"- Obvio que no maldito cerdo, le dije que tenía que irme, pero no me dejó, me tomaba fuerte del brazo e intentó subirme a la camioneta, alcancé a ver a otros dos hombres dentro, uno en el volante y el otro atrás, algo estaba mal, tenía que salir de ahí Pronto.
Grité, y grité, pataleé con todas mis fuerzas pero parecía que nadie me escuchaba ni que nadie me veía, me estaba dando por vencida y estaba aceptando que solo iba a ser una niña más secuestrada, violada y muerta. Pero recordé, yo siempre tengo una navaja en mi bolsa, es de la suerte para mí, me la dió mi abuelo antes de morir, la saqué de la bolsa con la fuerza que me quedaba y se la clavé en la panza al gordo ese, lo hice varias veces hasta que me soltara, hasta que al final me soltó, calló al piso y yo solo tomé mi navaja y salí corriendo, los otros dos venían atrás de mi, estaba asustada y arrepentida de todo lo que había hecho, hasta pasó la mitad de mi vida por mis ojos, estaba corriendo y llorando, la fuerza se me estaba acabando, hasta que llegué a un local y me metí en el, con lágrimas en los ojos y manchada de sangre del gordo ese, la dueña me atendió preocupada y no paraba de hacer preguntas, estaba lejos de mi casa y solo quería llegar a mi cuarto y dormir, o comer la comida que mi mamá hace diario para nosotros, estaba hundida en arrepentimiento, y estaba dispuesta a decir todo, a decirle todo a la señora que me ayudó, solo quería ir a mi casa.
Yo ya estaba más tranquila y estaba a punto de decirle todo a la señora, pero no lo hice, antes de tomar el aire para hablar llegó un muchacho, era su hijo, un chavo alto, moreno y de ojos oscuros, era la primera vez que me llamaba la atención un joven así, nunca me había fijado en alguien de mi edad o un poco más grande. Alfonso, era Alfonso, el chavo más guapo que haya visto jamás, me dió tanta pena que me viera así que ni quería saludarlo, -“Dios niña, mírate. Mamá que le pasó?"- dijo.
La señora muy amable me dió mi tiempo para poder relajarme más, -“Deja que descanse y que después nos diga que pasó"-
Tenía que inventar algo para que no me viera como una zorra de 12 años. Estaba hundida en pena.
Pero debo admitir que no mirarlo era difícil.
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Virgen hasta los 13
Teen FictionNo sabía nada del amor, hasta que primero lo hice y después supe que era.