Prólogo (John Suh).

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«Hoy las lluvias pegan fuerte, probablemente haya una tormenta dentro de una horas. La temperatura es de 5 grados, por lo que recomendamos quedarse en casa o salir muy abrigado. No es recomendable salir a la calle, ya que oscurece más pronto y últimamente se han dado una serie de-

John apagó la radio del coche, el sonido de la emisora se escuchaba entrecortado (seguramente por la fuerte lluvia) y el chico estaba comenzando a sentirse un poco mareado.

Encendió su teléfono y miró la pantalla de bloqueo; marcaba las 23:55, apenas quedaban unos minutos para medianoche, y él estaba ahí, con el coche parado, en medio de la nada, sin gasolina y sin cobertura.

Por suerte aquel cacharro no era tan viejo como él pensaba y tenía calefacción, lo que le daba un punto a favor. El chico había optado por esperar a que la lluvia cesara para salir de aquel trozo de chatarra con ruedas. Sin embargo y para su pesar, aquella lluvia no parecía querer ceder; al contrario, por cada minuto que pasaba se hacía más intensa, y a John le daba la sensación de que acabaría incluso granizado aquella noche.

El chico se sentía cansado, y las gotas de lluvia golpeando contra los cristales de las ventanas del auto no ayudaban a mantenerlo despierto. Pensó que su último plan iba a ser, quisiera o no, quedarse a dormir allí hasta el día siguiente.

En un principio había tenido la esperanza de que algún vehículo pasará por esa zona, pero había abandonado ese pensamiento dos horas atrás, ya que en esa carretera no parecían haber señales de vida. Era de esperar, pues no era una autopista o una carretera principal, solo una estrecha carretera mal hecha entre la vegetación. Evidentemente, tampoco iba a poder encontrar una gasolinera a menos de cinco kilómetros, y recorrer aquella distanció con aquel frío no le hacía mucha ilusión.

Sus párpados empezaban a amenazar con cerrarse del todo, y cuando el chico pensó que finalmente iba a caer en los brazos de Morfeo, divisó una pequeña luz en la distancia.

Se aseguró de que no estuviera soñando y miró bien, era difícil distinguir de dónde provenía, sobre todo con la violenta lluvia y la oscuridad, pero aquellos parecían los faros de un auto.

¿Podrás ser su día de suerte?

Cuando el coche estaba a menos distancia de John (quien también tenía encendidos los faros de su coche), el chico decidió que era hora de salir de ahí y pedir por un poco de ayuda. Ese tipo de oportunidades no se le presentaban siempre, y el chico ya se estaba emocionando con tan solo pensar en llegar por fin a su casa.

Se tapó la cabeza con la capucha de su abrigo y abrió con cuidado la puerta del piloto del coche para salir, mientras alumbraba al rededor con la linterna de su móvil.

Una vez el otro coche estuvo a uno metros del suyo, paró en seco. John corrió hacia el otro auto, tratando de no resbalarse. Se acercó a la ventana del conductor del otro coche y golpeó el cristal con cuidado. Aún llevando el abrigo, sentía que la lluvia le llenaba hasta las zapatillas.

—¡Disculpe! —trató de gritar, mientras golpeaba el cristal con una mano y con la otra se sujetaba la capucha para que no se le cayera por el viento—. ¡Perdone pero me he quedado sin gasolina! ¿Podrías ayudarme?

El hombre que se encontraba dentro del coche tardó unos minutos en ponerse también el abrigo y salir del auto.

—¿Necesitas que te lleve? —preguntó con voz fría.

—Sí, por favor —John sonrió, ¡aquel iba a ser su día de suerte, después de todo!

Pero antes de que pudiera darse cuenta, otro hombre más alto, con una masacra tapándole la boca, salió de la puerta del acompañante y se paró frente a él.

—¿Donde necesitas que te llevemos? —preguntó con voz ronca.

John no sabía por qué, pero aquellos tipos no se veían como el tipo de personas que ayudan en obras de caridad, juegan con los niños o son amables con la gente; más bien, todo lo contrario. En aquel momento dudó sobre si aquello había sido una bueno idea, y pensó que habría sido mejor si simplemente se quedará en el coche diciendo hasta la mañana siguiente.

—Discúlpenme —dijo finalmente, tratando de no sonar muy nervioso, en lo que falló—, no quiero molestarles. Creo que mejor volveré a mi-

—¿Estás rechazando mi amabilidad? —el primer hombre le agarró del brazo con fuerza —Estoy siendo considerado, así que sube al auto, ¿vale?

Johnny trató de soltarse de aquel tipo pero le resultó imposible, a pesar de que aquel hombre fuera casi tan alto como él. El segundo hombre agarró a John del otro lado y juntos trataron de meterlo en uno de los asientos de atrás, a la fuerza.

—¡Esperaad, ¿qué estáis haciendo?! —John gritó, tratando de zafarse de aquellos dos señores, pero le resultaba imposible. Dos contra uno; aquello no podría terminar bien para él. Finalmente cedió.

Una vez dentro del auto sintió un olor horrible, no sabía que era pero aquello probablemente provenía del maletero. Olía a podrido, a putrefacto.

John tenía miedo, trató de golpear el cristal, pero paró; no quería enfadar a aquellos "secuestradores", o lo que fuesen. Antes de poder darse cuenta, uno de los hombres puso un trapo sobre su boca y presionó con tanta fuerza que John sintió que se quedaba sin aire.

Empezó a sentir como su visión se nublaba y como su cabeza comenzaba a dar vueltas. Los latidos de su corazón se escuchaban en sus oídos.

Lo único que pudo escuchar fue una emisora.

«No es recomendable salir a la calle, ya que oscurece más pronto y últimamente se han dado una serie de desapariciones y algunos cuerpos encontrados en áreas aleatorias como barrios peligrosos, carreteras o en el campo. Por favor, se ruega cuidado.»

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Aclaraciones:

• Historia Jaedo.

•Grupo: NCT 127/ NCT.

•No se tienen en cuenta las edades reales.

•Habrá personajes ajenos al grupo NCT.

•A pesar de que es thriller/asesinato; esta historia también contará con comedia.

•Aun no tengo seguro si meteré shipps secundarios en la historia. Esto se verá a lo largo de la misma.

Dicho esto, disfruten la historia ♥️

𝑮𝒖𝒊𝒍𝒕𝒚 // 𝐽𝑎𝑒𝑑𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora