Cafetería Miguelete´s. Una enamorada a la espera. Morocha de ojos caramelo. Es alta por lo que va con zapatos sin taco. Vestida con una mini negra y un top azul. Para resguardarse del frío se ha puesto un chaleco largo. Todo eso con un solo propósito: conquistar.
<< ¿Voy y lo saludo o espero a que me vea?>>
La chica acomoda su cabello y toma un poco de su bebida. La verdad no le agrada aparentar que le gusta el café. El lugar esta lleno de gente adulta, es la única adolescente. Cuando pidió el café opto por una mesa con vista a la Caja así podría localizarlo fácilmente. No le funcionó muy bien. Solo pudo conseguir un sillón algo alejado. Es que la presencia de un viejo algo sinvergüenza le incomodaba. Eliza Flabin solo espera.
Un joven entra. Varios ojos se le clavan, unos ojos caramelo en especial. Lo mira. Se le escapa una sonrisa. No puede ser más lindo. Intenta ser disimulada pero no le quita el ojo de encima. Sus ojos marrones, cabello castaño corto, estatura alta, cuerpo fornido, sonrisa encantadora, voz seductora, amabilidad, junto a esa dulce mirada: hacen que él se haya convertido en más que una atracción. Siente un cosquilleo cada vez que lo ve. Aunque sea algo prohibido esta dispuesta a arriesgarse. Tiene el presentimiento que esta vez no se equivocará. No le fue tan difícil averiguar donde podría encontrarlo. Los coqueteos y sonrisitas nunca fallan. Tuvo que seducir al nerd de la oficina para acceder a cierta información de su Boss. Y es que ella estudia en una academia de supervivencia, donde hacen campamentos y expediciones nocturnas a campo abierto, da la casualidad que él es su instructor.
El chico toma su pedido y voltea en busca de una mesa libre. Se dirige en dirección contraria donde esta sentada Eliza. Ella, que no lo pierde de vista, se percata de ello y maldice en voz baja. Toma su celular y da un largo suspiro. Plan Llamada Fingida en proceso.
-¡Pame! No puedo creer que me estés llamando, querida –dice la joven casi a gritos, gritos de emoción que solo quieren llamar la atención–, ¿Qué es de tu vida? Cuéntamelo todo. Vendrás a visitarme supongo –y añade una risa para dar por terminado su plan, ya que el chico voltea, la ve y camina hacia ella–. Bueno, claro luego te llamo… No te preocupes, besos, adiosito.
Sandro se dirige hacia Eliza. No esperaba ver a esa jovencita tomando café. No siendo tan joven. A la medida que se acerca observa una hermosa chica. Ella lo contempla. Él por su parte siente algo cada vez que la ve. Algo inexplicable que quiere ocultar. ¡Pero si es una cría! No puede fijarse en su alumna.
-Eli, ¡que sorpresa encontrarte acá!
La muchacha se pone en pie y le estampa dos besos. Fue un impulso, pero debe lograr que no la vea como una simple chica más.
-Lo mismo digo –comenta sentándose– Siéntate si gustas.
Él asiente y toma asiento.
-No sabía que te gustara el café.
-No me gusta –dice ella sin pensar–, es algo nuevo, verás, me relaja –añade algo nerviosa.
-¿Café con leche? –pregunta Sandro mirando la taza de la morocha como si descifrara lo que es.
-Si –contesta Eliza dudosa, sonríe con picardía y lo mira fijamente.
-¿Pasa algo?
-Eso me pregunto, ¿soy… tan predecible, Profe?
Se miran por varios segundos. La chica sede la mirada.
-Supuse que tomarías café con leche, porque dudo que te guste lo que es muy “cargado” –dijo sin quitar la mirada de su taza– no me digas Profe, ¿tan anciano soy?
Indirectas. Miradas. Sonrisas. Pensamientos peligrosos. Todo eso en un “casual” encuentro.
-De acuerdo, Sandro. Y no. No eres un anciano. Estás bastante bien –toma un poco de su bebida y sonríe.
-Lo mismo digo –<< Es realmente hermosa>>.
-Gracias.
-De nada.
Toman lo restante de sus cafés en silencio.
<< Maldición. No hay temas de conversación. >>, Piensa ella.
-¿Qué tal la universidad? –arriesga la morocha.
-Bien, es mi último año. ¿Y que tal la secundaria?
-También mi último año. ¿Tienes alguna amiga especial?
Más miradas. Algo comprometidas esta vez. Es una pregunta arriesgada. Y la respuesta le da temor.
La respuesta del chico fue una carcajada.
-No he dicho ningún chiste – comenta divertida.
-Pues a mí me ha causado gracia.
-Tienes unos encantadores ojos.
Silencio. Un segundo, dos segundos, tres segundos.
-¿Tú tienes algún amigo especial? – pregunta Sandro bajando su mirada con una amplia sonrisa.
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¿Acaso dices que me amas?
RandomEnamorada de un imposible. Un romance peligroso, lleno de problemas. Pero para Sandro y Eli la edad no es un límite.