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  Eliza sintió un jalón. Al voltear bruscamente por el tirón lo ve. Sandro. Su profesor. Algo enojado. Y… << tan sexy >> la mira fijamente, ella no baja la mirada y se la sostiene. Duelo de mirada entre los dos. Sin embargo, su muñeca izquierda quedo suspendida en el aire por la mano derecha de él, que la agarraba con demasiada fuerza. Tira un poco más de la chica para disminuir la distancia que los separa.

  -No sabes, no creo que tengas una idea… –Sandro está a escasos centímetros de la boca de su alumna, pero no perderá el control, se lo ha prometido a sí– de mi perspectiva de lindo.

  -Podría averiguar, si me dejas.

  Le confundía la actitud de esa jovencita. En sus palabras escondía proposiciones y además le hablaba de usted y otras veces lo tuteaba. Todo eso le atraía aunque se lo escondiera a él mismo. No dejaría que un absurdo deseo lo involucrara en un problema. Ni quería sufrir. Para ella todo era diversión. Ya había visto su listado de chicos. Tan codiciada. Le daba pena aquellos muchachos que eran desechados por su alumna.

  -No podrías –le suelta la mano y baja la mirada– aun ni yo lo sé.

  -¿Eso es un problema? – Le pregunta cuestionándolo a la vez con la mirada, pero no responde–  Para mí es mejor, puedo ayudarte a que lo descubras.

  -¿Cómo sería eso?

  << ¿Pero se está riendo? Sí, se está riendo. Vaya, una jovencita se burla de mí. Tranquilo. Aunque tiene una sonrisa hermosa… ¿pero que estas pensando? Es tu alumna y ya. Solo es una niña, deja de mirarla, baja la mirada ahora>>, piensa el profesor debatiendo mientras la joven no para de reír nerviosa.

  Mantiene su mirada baja. Escucha aun su risa. Risa que se va apagando y se convierte en un suspiro. Quisiera poder evitarlo, pero no puede. Sube lentamente, observa unos zapatos azules… sigue subiendo, bellas piernas, continua la inspección, hasta llegar a la corta falda negra << ¿Qué miras? >> Se dice en el instante en que alguien se lo réplica de otra manera.

  -¿Qué miras, idiota?

  Se vuelve hacia la voz que le ha preguntado eso tan groseramente. En parte, esta avergonzado ¿Qué dirá Eliza? Observa al tipejo. Esta caminando hacia ambos. Un rubio algo desaliñado, simpático de cara, pero  flacucho << ¡Que no sea uno de sus ex! Aunque por la pinta y características, es justo el prototipo de ella, ¡lo que me faltaba! Un estúpido que me haga quedar como tonto frente a Eliza, aunque también es mi culpa no debí mirarla así, es mi alumna… ¿Qué rayos me pasa? ¡Es menor de edad, mierda! ¿En que estas pensando, Sandro? Ella solo quiere un guapito para un rato. Nada más. E incluso eso no tendría por qué importarme, es su vida>>.

  -¿Disculpa?

  -No te disculpo nada, imbécil –dice el rubio con un tono enojado, mira a Eliza y sonríe sarcásticamente–. ¿Ahora te gustan los viejos? ¿Crees que un tipo como él te hará feliz?

  Sandro estaba a punto de contestarle y decirle que todo lo que decía eran tonterías… ¡pero si ese chico hasta parecía de veinte y lo llamaba viejo!

   -Me gustan los que no son idiotas, trata de no sentirte aludido –contesta la jovencita a la que hace unos minutos le miraba las piernas–. ¿Nos vamos? – le pregunta, se le nota lo avergonzada que esta, él asiente y le toma la mano. Ella sonríe. – Gracias. 

  Caminan en silencio. Ya se han soltado las manos. Se miran cuando el otro no lo hace, pero ninguno se anima a continuar hablando. La incomodidad se percibe a kilómetros. Finalmente es el adulto quien rompe el silencio.

  -Lo siento.

  -¿Por?

  << ¿Encima lo preguntas? Estaba mirando tus hermosas piernas, estaba con muchas ganas de besarte en los labios, eres mi alumna, una niña, soy un idiota. >>

  -Te miraba de una manera incorrecta –admite.

  -No te perdono –la chica se pone roja– debiste seguir mirándome ¿Por qué te has detenido?

  Se sonríen. Ha pasado el momento de incomodidad.

  -Tu amigo me interrumpió.

  -Claro, escusas –le dice en tono desafiante la morocha–,  Luis, es un tonto. Lo siento.

  -¿Por? Es un ex, ¿verdad?

  La mira esperando respuesta. Solo obtiene un revoleo de ojos caramelo. La muchacha resopla y asiente.

  -El más reciente, terminamos hace un mes.

  -¿Ya no sales con nadie?

  -Espero al indicado – lo mira y sonríe.

  -Podrías ya haberlo conocido –insinúa.

  Indirectas. Miradas. Y sonrisas.

  -Ya lo conozco –se muerde el labio inferior con picardía.

  -¿Yo lo conozco? – pregunta, intentando obviar el gesto tan claro de Tani.

  -Ya te he dicho que si. ¿Y tú sales con alguien?

  ¿Le dice o no le dice? Debe hacer lo correcto aunque le duela. Y aunque le duela a la jovencita. No llegaran a nada de otra forma.

  -Si –dice sin mirarla.

  -Vaya, me alegro, se saco la lotería –empieza a reír intentando ocultar su rabia–. ¿La conozco?

  -No.

¿Acaso dices que me amas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora