Capítulo cuarenta

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Nada había vuelto a ser igual desde la llegada de Máximo, el alivio de Erick por haberlo encontrado se había convertido en una obsesión enfermiza, una dependencia que consumía todo su tiempo en vanos intentos tratando de hacer regresar la memoria del presunto hermano perdido.

En apenas una semana desde su llegada había logrado convertirse en un completo obstáculo dentro de la relación entre Erick y Anastasia, la cual pareció haber retrocedido enormemente de manera repentina.

No importaba qué hicieran, Máximo Russo siempre estaba en el medio.

— ¿Yo hice algo como eso? — Preguntó Máximo con una sonrisa emocionada.

Erick asintió. — Fue el pez más grande que jamás hayas podido atrapar, en casa de padre hay muchas fotografías de nosotros junto a él.

Anastasia continuó pinchando la comida sobre el plato, en absoluto silencio, todavía no estaba acostumbrada a desayunar en la misma mesa junto a ''Máximo'' y Erick.

— Estoy ansioso por reencontrarme con él ¿De verdad crees que me recibirá? — Erick asintió al escucharlo. — ¡Deberíamos ir cuanto antes!

— Eso será un poco difícil. — Suspiró. — Ha estado tan ocupado que necesito encontrarme con él con antelación solo para poder programar la reunión, sin embargo lo haré pronto, Anastasia se encargará de hacer un espacio en mi itinerario para poder encontrarme con mi padre ¿Verdad, Ana? Incluso podemos aprovechar ese tiempo para recordar viejos tiempos, como la ruta que siempre tomábamos cuando jóvenes.

Ella se sobresaltó cuando la mencionaron repentinamente, dejando caer el tenedor por accidente. — Ah, sí... Me aseguraré de hacer un hueco en tu apretada y ocupada agenda para que puedas ir a perder el tiempo por ahí andando por la villa de la paz. — Masculló lo último, mordiendo de mala gana el trozo de zanahoria que tenía entre dedos.

Sintió la mirada de Máximo encima, le fue incómodo. — Si están demasiado ocupados no tienen que hacerlo, puedo esperar un poco más.

— No, no lo harás. — Erick se dignó a mirarla por fin. — Esto es un asunto de extrema importancia y no puede esperar más tiempo.

Anastasia se puso de pie tras empujar su plato.

— Ya no tengo hambre, me retiraré primero.

Tal vez estaba siendo cruel con el verdadero Máximo e incluso con la fe ciega de Erick, pero alguno de ellos necesitaba tener los pies en la tierra.

— ¿Se puede saber qué es lo que te pasa? — No pasó demasiado tiempo para que Erick la alcanzara, lo veía venir. — Llevas toda la semana haciendo malas caras ¿Hay algo que te incomoda?

— Erick, creo que te estás precipitando... —Le fue sincera. — Sé que te has esforzado muchísimo pero, ¿Y si existiera la posibilidad de que ese chico no fuera Máximo realmente?

Erick se cruzó de brazos, alzando una ceja. — ¿Qué es lo que estás insinuando? ¿Acaso sabes de algo que yo no, Anastasia?

De hecho, así era.

Pero no quería poner en riesgo la vida de Erick solo por la posibilidad de que su verdadero hermano no era la persona que estaba junto a él.

— Es solo que traer a un desconocido a casa sin siquiera hacerle una prueba de ADN y de repente convertirlo en Máximo Russo es un poco... — Ni siquiera fue capaz de terminar la palabra. — No puedes creer ciegamente que es él, ¿Qué pasará si te has equivocado de persona? ¿Acaso vas a echarlo luego de rodearlo de lujos mientras creías que era tu hermano?

— ¿Acaso me estás sugiriendo que le pida hacerse una prueba de ADN? — Anastasia asintió, Erick no pudo creer que ella haya propuesto tal cosa. — ¿Cómo crees que voy a pedirle algo como eso? Estaría desconfiando de él, Anastasia. Ha demostrado que es Máximo en muchos sentidos y...

Esposa del CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora