Aquella noche las memorias volvieron a ella mientras dormía.
Vio a su madre sufriendo, quien había caído a sus pies en un trágico amor a primera vista dejó todo lo que tenía para permanecer a su lado, sin importarle las humillaciones que recibía ni tampoco los malos tratos por parte de la familia de su amado. A veces pensaba en lo tonta que fue ¿Por qué no huyó de las garras de ese hombre para ser libre? ¿Para qué aguantar tanto odio y rencor solo por su pasado?
Por supuesto, ella lo hizo para darle una vida mejor a Anastasia, quien ni siquiera es hija legítima de aquel hombre.
Con pesar abrió los ojos, deseando poder dormir un poco más, la cabeza la estaba matando y no tenía ganas de enfrentarse a la realidad que la golpearía apenas abriera la puerta de su habitación. Pero necesitaba el dinero de su trabajo, solo así podría reunir y largarse de ese maldito lugar para siempre.
Se puso su uniforme luego de tomar un baño y lavarse los dientes, no desayunaba en casa, naturalmente tomaba un café en la oficina y empezaba el día como la chica de los recados-La mascota de la oficina-, ya llevaba casi medio año en la misma rutina.
— ¿Dónde estabas anoche? — Esa era la única diferencia, naturalmente Alexis jamás esperaba a que saliera de su habitación para preguntarle, Anastasia trató de seguirle de largo pero él la detuvo al sujetarle el brazo. — ¿Por qué llegaste tan tarde?
— ¿Desde cuándo debo responder sus preguntas? Estaba en una reunión del trabajo.
Con solo mirarlo bastaba para saber que no le creía.
—¿Es esa la manera en que deberías contestarme? mi padre ha sido muy condescendiente contigo y te ha tratado bien desde que murió tu madre aunque no tienes nada que ver con nosotros, así que conoce tu lugar.
Si tan solo tuviera agallas para reprocharle algo.
Pero tenía razón, ella no tenía nada en esa casa. Hasta su propia ropa había sido comprada por su ''padre'', por eso necesitaba tanto del empleo. Para poder ser libre por fin.
Solo por eso trabajó más que nadie para que sus notas fueran las mejores y poder ser admitida en una universidad de prestigio, durante meses y años puso todo su esfuerzo en graduarse rápido y poder huir, solo debía esperar un poco más y trabajar duro.
Aquella mañana era fría, el cielo nublado daba indicios de que llovería en cualquier momento. Debía apresurarse.
En cuanto Ana llegó al trabajo todo estaba hecho un caos, el personal corría de un lado a otro con pilas de documentos.
— Tú, niña ¿Qué haces ahí parada? — Dejó de beber café cuando escuchó que la llamaron, tez bronceada y cabello rizado, definitivamente era Wendy. — ¿Acaso no tienes nada que hacer? Hoy viene el nuevo presidente de la compañía, ve y lleva estas copias a la sala de juntas. — Asintió un par de veces, por el momento tendría que despedirse de su ansiado desayuno.
No podía evitar preguntarse qué clase de hombre era capaz de poner a todos en cintura aun sin conocerlo todavía. — Debe ser aterrador. — Dejó la última copia organizada sobre la enorme mesa de vidrio.
Cerrando la puerta de la sala al salir escuchó la conversación de dos mujeres de mantenimiento.
— Erick Russo es un hombre tan atractivo ¿No te parece? Pero lo que no sabes es que ha estado casado cinco veces. Sus esposas terminan difamándolo cuando se divorcian. — Escuchó decir a la otra mujer. — Parece que es un mujeriego sin remedio, incluso tiene una amante que solo lo quiere por su dinero y ha rechazado múltiples veces casarse con él ¡Pobrecito!
Merecido lo tiene, un hombre que solo usa a las mujeres como a juguetes sexuales merece ser usado del mismo modo.
«¡Debo dejar de ser tan cotilla!» se regañó mentalmente, palmeándose la mejilla un par de veces para continuar con su trabajo.
Todos actuaban como si nunca dejaron de trabajar cuando las puertas del ascensor se abrieron en el departamento de mercadotecnia, Anastasia estaba frente a su computadora, la tensión se sentía en el ambiente silencioso, podía escuchar la conversación de su jefe con la del señor Erick, sin embargo no se percató de su rostro hasta que se le cruzó por el lado.
Y quiso morirse en cuanto lo hizo.
Esos ojos verdes opacos que parecían a punto de atacar en cualquier momento, aquel ceño levemente fruncido en representación de su carácter cruel y hostil, el cabello castaño que ya no estaba húmedo debido a la ducha y aquellas grandes manos que la sujetaron del cuello el día en que creyó vería su final gracias a la falta de oxígeno.
Casi se desmayó cuando se percató de que aquel hombre era su misterioso amante de una noche.
Su labio inferior tembló, a ello se le unieron las manos y el resto del cuerpo poco después, el miedo que paralizó su cuerpo era algo difícil de explicar, sobre todo tras haber recibido claras órdenes de desaparecer de su vista. Las miradas de ambos se encontraron por cuestión de una milésima de segundo antes de que Anastasia bajara de nuevo la cabeza y postrara la mirada al piso, rogando pasar desapercibida y respirando de alivio cuando él la pasó de largo.
Ta vez no la reconocía.
Era mejor de esa manera, evitaría su final si se mantenía lejos de aquel terrible hombre.
— ¿Quién es? La chica de que temblaba como chihuahua y no levantó la mirada de sus pies. — Erick Meneó el alcohol en su vasito de vidrio, bebiéndolo de un trago sin vacilar o demostrar el amargo sabor en su rostro.
Frank lo miró, no era común por parte de él interesarse en un trabajador. — Según lo que me describes solo puede tratarse de la señorita Wilde, es solo una becaria que cree va a postular para el puesto una vez termine su periodo de prueba, no es más que una simple niña incapaz de defenderse a sí misma. Prepara buen café y tiene unas lindas piernas, si la regañas pone una cara muy mona, es como ver a un cachorrito adorable. Además su familia es increíblemente...
— Te pregunté quién era, no detalles innecesarios.
— Pero ¿Por qué está interesado en ella? Es completamente inútil, tengo mujeres mucho más capaces que seguro le gustarán más.
Erick alzó la mano, haciendo un gesto para que aquel hombre se callara.
— Quiero que la traiga y la convierta en mi asistente personal.
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Esposa del CEO
Chick-LitUna bebida alcholizada y una habitación equivocada será más que suficiente para cambiarle la vida a la retraída Anastasia, quien hasta el día del incidente solo era la chica de los recados.