capitulo 1 parte 2

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Avanzamos a través de las puertas que acababan de abrirse, las que daban a una oficina de pisos y paredes blancas. Sin embargo, cuando lancé un vistazo por encima de mi hombro, me encontré sola. ¿Y la oficial? ¿Dónde se había quedado?

 —     Puedes terminar de entrar a mi humilde oficina, si quieres—comentó una rasposa voz, distrayendo mis pensamientos.

 Busqué con la mirada el origen de aquellas palabras  y me topé con un anciano sentado tras un antiguo escritorio. Erguí los hombros; lo mejor sería olvidar a la oficial y resolver aquello por mi cuenta.

 —     Bien—murmuré, observando lo vacía que estaba la habitación.

 —     También puedes sentarte, si quieres.

 Sacudí la cabeza en negación. No me fiaba de aquel anciano, menos estando sola.

 —     Solo necesito hablar con Soul Aldrich—aclaré, obteniendo una sonrisa de sus agrietados labios.

 Cruzó los brazos por detrás de su cabeza, como si algo lo entretuviera. Mantenía una deteriorada sonrisa, gesto con el que intensificaba las arrugas que rodeaban sus ojos de párpados caídos.

 —     Vienes con suerte—soltó y se llevó los dedos a la cara para levantarse los párpados—. Estás frente a él.

 Dejó relucir sus iris dispares, lo cual sacó a flote en mi memoria los recuerdos de aquel beso robado en la oficina del subdirector. Paseé la mirada sobre cada una de sus arrugas nuevamente, sus pecas, sus entradas, sus canas y su piel caída, no se parecía en nada a aquel apuesto joven que yo asociaba con el nombre de Soul.

 Sacudí la cabeza, abrazando mi estómago por el asco. Solo había transcurrido un año, era imposible que envejeciera tan rápido.

 —     No lo creo, tú podrías ser mi abuelo.

 —     Yo no besaría a mi nieta.

 La bilis subió veloz hasta mi paladar y, de no ser por la fuerza con que apretaba mi mandíbula, habría vomitado allí mismo.  Debía ser una pesadilla, todo ese día de seguro no era más que una absurda y retorcida pesadilla.

 —     ¿Cuándo se supone que voy a despertar? —murmuré  dándole la espalda para poder frotarme las sienes—. Él no es Soul, porque Soul desapareció y…

 —     Habiendo aclarado quién soy—interrumpió mis meditaciones—. Necesito saber qué clase de síndromes posees.

 Me negaba a volver a verlo. Insistiría en que estaba dentro de una pesadilla hasta que despertara.

 —     No necesito que me mires, solo cierra tus ojos y recuerda algo, cualquier cosa—explicó. Sopesé la posibilidad de huir, pero recordé que solo él podía ayudarme—. Si no lo haces, me acercaré a ti y creo que prefieres que mantenga las distancias.

 —     Prométeme que, si cierro los ojos, tú no te moverás de allí—exigí, todavía sin atreverme a mirarlo.

 —     Estaré quieto, no te preocupes—respondió. Noté cierto tono burlón en su voz.

 Respiré hondo y, tras pensármelo varias veces, cerré los ojos. El primer recuerdo que llegó a mi mente fue el de aquel ensangrentado cuerpo descomponiéndose en medio de la estación de trenes, apreté los labios y rápidamente me deshice de aquella horrorosa imagen, luego recordé la aparición de aquella oficial, nuestra caminata hacia el edificio y, por último, las cuencas vacías de la secretaria.

 Abrí los ojos y encontré la cara del anciano muy cerca de mí.

 —     ¡¿Qué le pasa?! ¡Viejo verde! —Lo empujé sin importarme si se partía la cadera—. ¡Usted prometió que…!

 —     Nunca dije lo prometo—corrigió con esa burlona sonrisa estirándole las flácidas mejillas.

 Apreté los puños a ambos lados de mi cabeza. Ese anciano era un tramposo.

 —     Por lo que vi, sufres del síndrome del ave—prosiguió ignorando mi enojo—. Verás, existe una peculiar criatura llamada grasner, que nace a partir de las acciones de las personas. Por lo general adopta la forma de un pájaro y se entremezcla con ellos…

 —     ¿Y ese discurso enredado qué tiene que ver conmigo? —interrumpí.

 —     Los grasner juntan energía y, al acumular bastante, desarrollan una conciencia propia. A partir de allí su anhelo más grande es llegar a ser humanos, para ello buscan a una persona a la cual manipular prometiéndole que le cumplirán un deseo, si la persona acepta, el grasner se introduce en su mente como un parásito, obligándolo a buscar su propia muerte. Cuando la persona fallece, el grasner abandona su cuerpo llevándose su alma, busca una mujer embarazada con un feto débil y se mete dentro de éste, creando así un nuevo ser. De esa forma nacen las personas con este síndrome.

 Mientras el viejo recuperaba el aire, intenté entender todo lo que acababa de contarme. ¿Eso significaba que yo no era una humana normal, sino un feto manipulado por un grasner? ¿Dentro de mí estaba el alma de otra persona? Eso no tenía sentido alguno.

 —     Dime, ¿cuántos años tienes? —quiso saber.

 —     Die-diecisiete—titubeé. En ese momento si necesitaba sentarme.

 —     Umm…—El viejo, ajeno a mi desconcierto, se frotó la barbilla—. No tendrás una vida muy larga, las personas con éste síndrome suelen morir de la misma manera en que lo hicieron durante su vida pasada, es algo que se repite una y otra vez…

 Dejé de prestarle atención, pues sus palabras hicieron que me acordara de aquel chico en mis sueños. Él siempre moría de la misma espantosa manera, ¿eso significaba que ese era mi destino?

 —     ¿C-cómo puedo…romper el ciclo? —No me gustaba el temblor en mi voz, hacía que me viera débil.

 —     Pues viviendo, con eso el grasner termina su ciclo y libera el alma que tomó. Pero, como el alma solo quiere que su deseo sea cumplido, el ciclo no terminará, pues para que eso suceda el deseo del alma también tendría que cumplirse, lo que es imposible. 

nota del autor: like o el anciano arrugado dormira contigo esta noche XD.

El síndrome del ave.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora