Cuando llegaron a la cabaña y el anciano no había abierto boca por los siguientes veinte minutos, Jimin se preguntó si había hacho algo mal, o dicho algún comentario innecesario. ¿El Señor Jeon estaba molesto con él? ¿O quizá no le gustaba la idea de que él se quedara allí en su hogar? Jimin formó un mohín mirando el sucio de las maderas del suelo. Aún estaba desnudo sobre la cama vieja del anciano, la cual, para su satisfacción, tenía las sábanas de una deliciosa fragancia a lavanda.
—¿Está enojado, Señor Jeon?—Jimin preguntó cuando el anciano regresó a él con un enorme abrigo de lana azul marino. A jimin le llamó la atención, se parecía mucho a esos abrigos extraños que su abuela solía tejerle en los meses de invierno—¿No quiere que me quede aquí?
El anciano reaccionó mirándolo perdido, como si las palabras del niño no tuvieran significado alguno. Se inclinó sosteniéndose del borde de la cama y sonrió al niño haciéndole señas de que por favor alzara los brazos.
—¿Qué te hace pensar que esté molesto contigo, pequeño?—el abrigo quedó demasiado grande en el cuerpo del niño, con las mangas un cuarto más largas, y casi pareciendo una corta bata de dormir—Te queda bonito, Jimin—se puso en pie observándolo-Supongo que mañana tendré que ir a la ciudad por ropa interior.
—¿Puedo elegirla yo? Me gusta con dibujos—el anciano asintió divertido—¿Entonces no está molesto conmigo?
—¡Claro que no! ¿Qué te ha dado esa impresión, bebé?
—Usted... Usted no me respondió nada, Señor Jeon. No me dijo si estaba bien que me quedara aquí.
Él rascó suavemente la melena marrón del niño, notando lo hermoso que se veían los ojos azules del niño a la luz de la luna—Te he traído aquí a propósito, para que te quedaras con este anciano gruñón por un largo tiempo, y no sólo por una noche. Solo... Solo no te respondía porque estaba pensando.
Sonriente, eufórico, Jimin preguntó: —¿En qué pensaba? Quizá pueda ayudarlo.
—Estoy seguro que podrías.
Los dos se recostaron en la cama, mirándose en los ojos cada uno perdido en miles de preguntas que ninguno sabía responder. Cuando Jimin bajó su abrigo por el frío que lo recorría, el señor Jeon no dudó ni un segundo en cubrirlo a él y a si mismo con una cálida sábana.
—¿Todo bien, Señor Jeon? ¿Aún pensando?
Ignorando la pregunta del niño, dijo: —¿Te gustan las historias? ¿Quieres oír una? ¿Tus papás alguna vez te contaron historias antes de ir a dormir, Jimin?
El pequeño negó—No recuerdo que lo hayan hecho. ¿Me va a contar una?—lo jaló de la camisa, feliz sin darse cuenta del movimiento brusco hacia el anciano.
Como si fuera un pequeño secreto, el mayor susurró: —Te voy a contar una historia, pero debes prometerme algo. ¿Trato?—levantó el dedo meñique delante del rostro cómplice de Jimin.
—Trato hecho—también susurró, unió su meñique con el de Jeon y lo apretó fuerte—Es un pacto, le doy mi palabra de hombre.
—Yo te la contaré, pero tú debes hacer el mayor esfuerzo para recordarla y aprenderla letra por letra—cuando el ceño del niño se frunció, continuó: —No debes aprenderla hoy, ni mañana, ni siquiera de aquí a un mes. Te la contaré todo los días, día tras día hasta que no puedas más de ella. ¿Entendido?
—Entendido... ¿Pero por qué?
Los dos aún susurraban.
—Porque es la historia con la que los buenos sabrán quienes son los verdaderos monstruos, Park Jimin.
La típica "o" en los labios del niño no tardó en aparecer. Asintió rápido, intrigado por saber cual era esa historia tan importante. Él se acercó más al anciano, sin ningún miedo o recelo quedó a unos centímetros de su rostro, pudiendo incluso visualizar en la oscuridad esas pecas marrones en las mejillas.
—Soy todo oídos, Señor Jeon.
—¿Listo?
—Listo.
—Había una vez un cordero del manto tan blanco como la túnica de Dios, o así decían muchos; frágil, indefenso, sonriente e inocente...—su mirada en Jimin fue tan penetrante, como si viera en él lo dicho—También había un lobo: su padre—hubo un pequeño sobresalto en el pequeño, casi imprescindible, pero ahí estuvo—La historia cuenta como el pequeño cordero de sonrisa pura poco a poco convirtió sus expresiones de felicidad en grotescas muecas de sufrimiento. La historia cuenta como el manto del cordero fue cortado a cero para servir a la manada del padre, como su cueva sagrada fue convertida en una carnicería donde la única presa era él mismo, y en como su cuerpo, año tras año, se convirtió en la cueva de ellos, una para divertirse y gozar de placer hasta verla destruida e inservible—Jimin abrió su boquita asombrado, sus ojitos nublados sin saber porqué—Dicen que el pobre y desdichado animal perdió la cordura, el amor, la felicidad, las ganas de vivir. Entonces hizo pasar el daño que sintió por tantos años, desde sus cuatro hasta sus nueve sucios años, a su padre lobo y a su manada. Por ahí aún se habla del pequeño cordero, el mundo es tan diminuto que las versiones son diferentes. Muchos recuerdan que el animal se volvió enfermo de venganza, otros dicen que fue metido en un centro con más animales tan dañados como él... Pero nadie conoce la versión original.
—¿Cuál es la versión original, Señor Jeon?—¿Qué era la humedad que cosquilleaba a lo largo de su mejilla?
—La versión original es que el adolorido animal, por más que comiera dulces que lo llevaban a otro mundo, seguía siendo un cordero mutilado en el alma, cuerpo y mente, y que no había nada que lo pudiera arreglar, ni siquiera el amor.
Ahora nadie sabe su paradero, o si está muerto, o si vivió el resto de sus días con lágrimas de tristeza o sonrisas fingidas. Pero yo, Jeon Jungkook, te diré que pasó en realidad.—¿Por qué estoy llorando?—preguntó Jimin.
—Es tu subconsciente, pequeño—susurró respondiendo, y secó los ojitos del niño con el dedo—El cordero que un tiempo fue mutilado en el corazón dejó de existir, y cada día, hora, minuto, desquita su dolor e ira con quienes son los verdaderos monstruos. Los daña físicamente, ¿Sabes por qué físicamente y no en el alma?
—¿Por qué, Señor Jeon?
—Porque ellos no tienen una. ¿Ahora podrías contarme tu historia, Park Jimin? ¿Sabrías cómo comenzar?
Jimin lloró más.
—Yo solo sé que había una vez un niño y dos monstruos, Señor Jeon.
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El Señor Jeon | Kookmin
FanfictionUn niño que desaparece misteriosamente, un anciano con recuerdos dolorosos, y un bosque con cuerpos debajo de su tierra. La historia te contará lo que es vivir en una celda de abuso y el fuerte anhelo de la venganza. "Había una vez un niño y dos mon...