Jimin se calló a pesar que quería seguir preguntando sobre aquél misterioso amigo del señor Jeon. Él lo siguió por todo el estacionamiento hasta dar con la puerta mecánica del negocio que, como era de suponer, estaba completamente vacío. Jimin por alguna extraña razón dejó de sentir el miedo irracional que sintió antes de entrar al establecimiento, porque si bien no había una sola alma allí, se podía notar la buena vibra, junto a una fresca fragancia de sándalo que le encantó apenas lo olió.
—Ven, es por acá—el señor Jeon tenía su mano alrededor de la propia guiándolo por los pasillos. Estaban desordenados algunos, y otros llenos de tantos cachivaches que era difícil diferenciar una cosa de la otra. Jimin recordaba algo parecido, era como estar en el negocio chino, como le decía mamá, de su ciudadela—El amigo que te voy a presentar es muy peculiar, ya lo verás.
Jimin asintió sin dejar de observar estupefacto todo el desorden, las cajas polvorientas regadas por aquí y por allá una tras otra en cada repartimiento.
—Espera aquí, campeón.
—Sí, señor Jeon.
El niño observó al anciano caminar hasta una puerta en el ángulo del único lugar vacío, el señor Jeon tocó impaciente exclamando palabras que Jimin no pudo escuchar y, antes que la puerta fuera abierta, él se había girado a enseñarle el pulgar arriba. Jimin sonrió en respuesta, intercambiando el gesto divertido sin perder el interés en la puerta que poco a poco se abría.
La puerta se abrió dejando como única imagen otro anciano igual o poco más bajo que el señor Jeon. Si Jimin tuviera que pensar cómo era un anciano, ese de ahí era sin duda el estereotipo que cruzaría su mente, con esa idéntica vestimenta, y esa misma expresión de seriedad. En efecto, poco bastaba para presenciar la notable diferencia entre los dos mayores; El señor Jeon, aunque fuera de pocas palabras, nunca borraba esa sonrisa sincera de los labios, el señor que ahora Jimin veía por primera vez, por lo contrario, tenía una expresión neutra, pero Jimin juraría que en realidad el señor de ahí lo único que estaba era desilusionado, para Jimin ese señor parecía triste, o asustado tal vez.
El niño se irguió esperando causar una buena primera impresión, formó su mejor sonrisa y esperó a que los mayores se acercaran. Ellos eran tan viejos pensó el niño cuando estuvieron más cerca, era como una realidad diferente ver como estos dos ancianos desconocidos le causaban una tranquilidad sorprendente. Jimin, ahora que ese señor estaba lo suficientemente cerca para ver sus arrugas, sentía una necesidad inigualable por saber qué tan buen amigo era para el señor Jeon. Por algo él tenía que ser el superhéroe del señor Jeon, ¿no?
—Jimin—el señor Jeon llamó su atención—Este es Hoseok.
Con una reverencia, saludó: —Encantado de conocerlo, señor Hoseok.
—Hoseok—Jeon esta vez se dirigió hacia su amigo tomándolo del hombro—Este es Jimin, el pequeño del que te hablé.
—Mucho gusto Jimin. Por cierto, el gusto es mío. ¿Sabías que Jungkook me ha hablado mucho de ti?
Jimin formó su "o" con los labios, ese era un dato que el señor Jeon había pasado por alto pero que sin duda le hubiera gustado saber. Le gustaba saber que el señor Jeon hablaba de él a su mejor amigo. Eso significaba que le caía bien, quizá por eso él lo había hospedado en su casa pensó.
—¿Y...?—el amigo de Jeon interrumpió sus pensamientos. Él de nuevo era todo seriedad y expresiones adoloridas, quizá el señor Jeon no las veía, pero Jimin podía notarlas. Él era pequeño pero no tonto, y esas expresiones no eran las de una personas feliz, eran las de una desdichada.
—¿Por qué está triste?
Los dos pares de ojos cayeron repentinamente sobre él haciéndolo sentir más pequeño de lo que era. Ellos no decían nada allí de pie, solo lo observaban como dos tumbas inexpresivas. Jimin, sin embargo, no sé inmutó en ningún momento ni sintió temor de ellos, a pesar que ellos no respondieran con la boca lo estaban haciendo con las miradas imperturbables. Jimin supo que algo malo dijo cuando al señor Hoseok, sin aparente motivo alguno, se le empañaron los ojos.
La curiosidad de Jimin era tanta, él no podía resistirse cuando esta se hacía presente, entoces otra vez dijo: —No llore, señor. ¿Sigue triste?
—No puedo con esto, no estoy listo, Jungkook. Él es...—el señor desconocido tomó su el mentón de Jimin, atrayendo su mirada más cerca, viendo en él la mirada de la inocencia y pureza, viendo su alma virgen—Él es su viva imagen.
Jimin frunció el ceño, no entendía nada pero quería saberlo todo. A él siempre le decían que era la viva imagen de alguien, y ese alguien era su padre, pero este señor no podía saberlo.
—¡Se está confundiendo, señor!—tuvo que exclamar porque su corazón no podía ver llorar a ese anciano, eran como una debilidad, para Jimin los ancianos eran tan tiernos y débiles que no merecían estar tristes—¡Yo solo me parezco a papá, y usted no conoce a mi papá!—escuchar al niño hablar fue como un detonador para el mayor, y Jimin, que no podía soportar más la situación, hizo un mohín porque ese señor no dejaba de llorar.—¿Por qué sigue llorando? ¿Quiere conocer a papá para que vea que no miento?
—¡Tú padre es un monstruo! ¡Sal de aquí! ¡Llévatelo de aquí, Jungkook!
Ninguno de los dos se movieron, ni Jimin que estaba asustado por los repentinos gritos, ni el señor Jeon que buscaba la forma para tranquilizar a su amigo.
—¡Ahora! ¡Llévatelo!—al señor le temblaron las manos por la ira, o el miedo, Jimin no podía saber cuál era cual—No quiero ser una mala persona, llévatelo, por favor—finalizó. Cubrió su rostro para que nadie pudiera ver el dolor reflejado en él. El llanto salía de entre sus dedos y los sollozos que Jimin nunca pensó oír en un anciano se oían por el almacén—Él solo ha hecho que re-recuerde que fui su huésped. Sácalo de aquí, te lo ruego.
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El Señor Jeon | Kookmin
Fiksi PenggemarUn niño que desaparece misteriosamente, un anciano con recuerdos dolorosos, y un bosque con cuerpos debajo de su tierra. La historia te contará lo que es vivir en una celda de abuso y el fuerte anhelo de la venganza. "Había una vez un niño y dos mon...