Prólogo

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El ruido que hace la tetera cuando comienza a pitar le provoca pegar un respingo desde su posición y ponerse de pie casi como si se tratara de alguna emergencia, aunque no lo es.

La música se desplaza suavemente por todo el espacio delantero del piso, allí en donde la sala se encuentra envuelta en la frescura de una primavera que se cuela a través de las puertas de balcón abiertas de par en par.

La cocina no está lejos de su alcance, sus pies descalzos se deslizan por el suelo limpio de hace unos dos días. Las mangas de su suéter un tanto holgado van remangadas hasta los codos y sus cejas se mantienen fruncidas mientras apaga la estufa y se pregunta en qué parte del santo mundo es que ha dejado los guantes de cocinar.

Tiene pendiente que los ha utilizado recientemente, pero no puede poner el dedo en el lugar en el que los colocó hasta que de la nada se le da con abrir el segundo cajón al lado de la estufa y simplemente encontrarlos allí dentro. Se relame los labios con cierto alivio de por medio y procede a sacar de los estantes un par de tazas en las cuales verter aquella bebida que ha estado esperando desde hace unos cuantos minutos y nada más.

No le toma mucho tiempo, lo sabe, pero aun así se inclina hacia la puerta para echarle un vistazo a su amigo que descansa en una de las sillas del balcón, con la brisa volando algunos mechones de lo que podría considerarse su corto copete ligeramente rubio y sus dedos moviéndose al mismo ritmo que el de la melodía que no se detiene.

Su espalda descubierta en aquella camiseta que se une en la parte de su cuello y el espacio más bajo de su cintura dejan a la vista el tatuaje que lo representa como un bios, y de vez en cuando, tan pronto como realiza algún movimiento cualquiera, los músculos se le trazan en una revelación casi sublime qué pasa desapercibida cuando no está particularmente prestando atención.

No luce desesperado desde allí, pero aun así Harry se apresura tan solo un poco para terminar de servir el té y regresar a él.

Es un día bastante bonito, lo han sido los últimos también. El cielo ha estado increíblemente azul y el sol se encuentra en alguna parte de la atmósfera iluminando todo ese lado del hemisferio con diligencia responsable.

Hay alguna que otra nube vagando por los alrededores, sin hacerle daño a nadie, y el murmullo de la calle es tan apacible que es casi como si no hubiera nadie en los alrededores en primer lugar.

Es mucha calma para ser verdad, como si estuviera en una especie de realidad programada en la que nada sucede y todo encaja como la pieza de un rompecabezas en el lugar correcto.

Podría ser desquiciante en cualquier instante, pero Harry solamente deja escapar un pequeño suspiro antes de darle un diminuto sorbo a su bebida y asegurarse de que sabe bien: lo hace, y queda lo suficientemente satisfecho como para agarrar una bandeja de plata como si fuera demasiado importante y colocar la porcelana sobre la superficie e irse hacia el balcón nuevamente.

La canción finalmente cambia cuando cruza la puerta aún con sus pies desnudos y un halo de viento tardío le vuela el rizo que descansa descuidadamente sobre su frente y que no se entromete con sus laterales bajas.

Evita cerrar los ojos por el resplandor del sol en pleno atardecer, anaranjado hasta más no poder y brillante aun cuando ya está en proceso de su adiós.

—Aquí tienes, amigo —murmura casi apacible, sintiendo esa sensación de tranquilidad que solo cosquillea cuando está queriendo ser reemplazada por algo en lo que no le apetece mucho pensar.

Niall se gira hacia él para recibir la taza con mucho agrado, recitando un agradecimiento que el omega responde con nada más que un tarareo antes de tomar su propio asiento y dejar la bandeja sobre la pequeña mesa en la que sólo reside una maceta y los constantes besos del sol.

I think I'm in love? ✦ omegaverse [ls]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora