Capítulo 2.

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Oficina de Isabel. En el Edificio Mirage (MaxoMax Inc.)

 

— ¿Cómo amaneciste? — dijo la voz en el teléfono — ¿Tuvo suerte ese chico de anoche? ¡Ya no supimos en qué momento te has ido del bar! Eso es tan raro en ti, que pensé que algo te habría sucedido. ¿Estás bien?

La voz de Mónica se notaba ansiosa y preocupada, y continúo hablando antes de poderle responder nada, lo que me dio unos segundos extras para inventarme una excusa del porque de mi brusca huida del bar anoche.

— ¡Contestame por favor! ¿Estás completa? ¿O Teresa y yo tendremos que mandar a asesinar a alguien? — Dijo por fin, esperando unos segundos antes de exigir una pronta respuesta por segunda vez.

— ¡Todo bien! — respondí al fin — Tranquilizate un poco, a ti te dará algo si sigues así, y tendré que ser yo la que salga en tu rescate — bromeé, antes de proseguir — salí de improviso anoche, ya sabes como me pongo cuando algo no me gusta, y ese chico fue la gota que derramó el vaso, así soy de dramática, ya lo sabes. Estoy a punto de entrar a la junta semanal de los lunes y voy con tiempo justo. Te marco en cuanto salga.

A regañadientes colgó aceptando mi pobre excusa, no me perdonarían tan fácil el haberlas abandonado en el bar.

Tomé mi asiento en mi lugar de la mesa de juntas y le pedí café a Fabian, el asistente ejecutivo del director — un chico inteligente, ambicioso y dinámico que no tenía ningún problema en servir café con tal de estar presente en todas las juntas y así enterarse de detalles importantes sobre el desarrollo de las actividades de la agencia de importaciones del cual tenía el gusto de ser socia. Llegar a ese punto me había costado unos buenos cinco años de excelente trabajo en equipo y muchos sacrificios. Me había ganado a pulso mis acciones y mi puesto de Gerente de Ventas y Distribución de la marca.

— Con una de stevia y leche deslactosada — le recordé — y necesito agua, mucha agua por favor, que estaremos aquí dos horas.

— Claro que sí, querida. Ya tengo listo tu café — me dijo y murmuró algo en mi oído antes de salir de la sala para ir por botellas de agua — hay un nuevo gerente de la División Norte, pero solo viene a hacer un estudio a todo el personal.

Con esa bomba a punto de hacer explosión en mi cerebro, salió por sus pendientes. Con la mirada intenté ubicar al nuevo gerente de división y una vez localizado me tranquilice un poco, era un hombre de unos cuarenta y tantos, muy elegante que era dueño de una apariencia sobria y cálida. O al menos adiviné que era él, era la única persona nueva que veía ahí.

La última vez que habían contratado a alguien nuevo, las cosas no habían ido bien entre ambos. La personalidad misógina de el ahora olvidado Charlie y la mía habían chocado y por meses mi puesto estuvo bajo tremendo estrés. Puesto que, cada decisión que yo tomaba era disminuida por Charlie, rápidamente nos habíamos declarado la guerra. Yo seguía aquí, Charlie se volvió historia. Eso decía mucho de mi posición en la compañía y de mi eficiencia para no permitir que tipos como Charlie se interpusieran en mi camino.

Además, la mayoría que me conocía sabía que a pesar de ser estricta con ciertas cosas, era bastante flexible para trabajar con todos. Los que no tenía idea de mi particular forma de ser, pronto aprendían. Era mi trabajo guiarlos. Producía muchas ganancias a la compañía, eso en cualquier lado del mundo era apreciado.

Cuando Maximiliano entró todos nos acomodamos en nuestro lugar. Max es el manda más, el dueño de Importaciones MaxoMax Inc. Y era un hombre sencillo, pero con ideas muy claras sobre lo que necesitaba su compañía, era un genio para mi forma de ver, era un jefe estricto pero justo. Mi modelo a seguir.

— ¿Que tal están todos hoy? — comenzó Max, con esa característica jovial voz — espero que bien, según tengo entendido se han repartido los bonos de las utilidades del año. ¿Quién comprará un auto nuevo?

Entre risas y bromas comenzamos a prepararnos para entrar en materia de trabajo, y con mi atención puesta sobre el nuevo integrante en la sala no perdí detalle de como nos observaba.

— Bien, bien — continuó Max — tenemos dos nuevos integrantes en la familia MaxoMax Inc. Y uno de ellos llega en unos minutos más, viene directo del aeropuerto, y según sé, está por llegar al edificio, mientras tanto quiero que conozcan a Benjamin Zazueta, nuestro nuevo Gerente de Personal, está sustituyendo a nuestra amada pero pronto retirada Angelica, que ya todos conocen. Ben, por favor.

¿Dos integrantes? Giré para buscar la mirada en busca de Fabián que lucía apenado, se encogió de hombros. ¿Por qué mis fuentes de información no sabían nada de esto? Me mordí un labio, esto me llenaba de ansiedad, estaba a un paso de obtener la Vicepresidencia, y no quería que hubiese cambios que no estuvieran a mi favor. Así de neurótica y controladora era mi adorable ser.

Ben resultó ser un encanto, los siguientes diez minutos se dedicó a hablar un poco del departamento de Recursos Humanos y del cómo estaría allí para ayudarnos a todos. Con sus estudios de Psicología y demás credenciales, Max estaba contento con su nuevo elemento.

La puerta se abrió en ese momento y entró el espécimen masculino mas bello que jamás mis ojos vieron hasta ese momento.

Aún con el cabello desordenado, la camisa arrugada — supuse que por el viaje en avión— los vaqueros desteñidos y definitivamente no en su mejor día, el tipo deslumbraba tan sólo con los ojos verdes y el cabello negro y un aire a Clark Kent con jeans y barba de un día.

— Bien, al fin pude llegar, y primeramente quiero disculparme por mi aspecto, ya que han perdido mi equipaje en el aeropuerto y yo he perdido dos horas valiosas intentando recuperar un atuendo más presentable que esto — dijo el desconocido, señalando su apariencia, y todos los ojos en la sala de juntas se clavaron en él, incluso los de los hombres. Que cuadraron los hombros como si de esa manera pudieran siquiera competir con el impresionante físico del recién llegado. 

Estaba segura de que había logrado cerrar mi boca, pero un codazo me recordó que no del todo. Reaccioné, y le lancé una mirada a Fabián,  me acomodé en mi silla, esperando saber más de este giro de eventos.

— A ver, todos. Él es Lucián Santi, y viene a ayudar a abrirnos mercado en Europa y Asia, tiene una vasta experiencia en estos mercados y además, tengo entendido de que habla los idiomas. ¿No es así, Lucián? — Max presentó a Lucián con el pecho inflamado de orgullo, de inmediato noté un lazo emocional entre ellos, pero hasta ese momento, nunca habíamos visto a Lucián, al menos no en la empresa. Me pregunté qué eran el uno del otro.

— Gracias Max — respondió Lucián, y la familiaridad con la que trataba a Max solo confirmaba mis sospechas. Lucián se tomó unos segundos para mirar a cada uno de nosotros, y una leve sonrisa adornó el rostro cuando su mirada se detuvo un segundo extra en mi. Un gesto cruzó por su rostro, seguido de una rápida mirada a Max. Que asintió levemente.

Aquello no me gustaba nada, nada. ¿Quién era Lucián? ¿Y porque de pronto sentía que mi puesto Vicepresidencial estaba en peligro? Solo por eso, odié a Lucián en ese momento. No me importaba quién resultaba ser, y que tan bien posicionado estaba frente a Max. No dejaría que se atravesara en mi camino.

Al diablo con sus bellos ojos verdes y el perfecto resto de él.

Rendición (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora