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El cielo se tiñe de diferentes matices de gris por las nubes que avanzan amenazadoramente, ocultando a su paso el cielo celeste y el sol brillante de la tarde. Los pocos rayos que se logran filtrar de entre los huecos que quedan en las nubes son dorados e intensos, y se reflejan en el edificio del colegio pintándolo de tonos anaranjados y amarillos que hacen juego con las hojas que cubren las calles.

Tanjiro revisa los mensajes de su celular en la entrada, junto a las rejas. Los estudiantes abandonan el edificio en grupos de amigos que probablemente pasen un rato juntos antes de volver a casa, mientras conversan y ríen llenando el ambiente de comodidad. Luego de comprobar que Nezuko, que ese día salió antes que él, le asegurara por mensaje que llegó a casa adecuadamente, Tanjiro bloquea su celular y lo guarda en el bolsillo de sus pantalones.

Después de visitar la enfermería le dijeron que podía saltarse el resto de la clase, por lo que se cambió por adelantado y merodeó por la escuela por la media hora restante. Ahora espera en la entrada a que Kanao salga de sus clases.

Alza la mirada al cielo gris. Ahora que se ha quitado el algodón que cubría su nariz puede percibir el fuerte aroma a lluvia, aunque el ligero olor a sangre de su herida persiste.

A la mañana no revisó el pronóstico del tiempo, así que olvidó llevar un paraguas. Ahora solo le queda rogar que la tormenta se retrase hasta que llegue con sus hermanos a casa para evitar que alguno se enferme.

Él no suele buscar a sus hermanos, su madre se encarga de ello, o si hay mucho trabajo en la panadería lo hace Takeo. Pero hoy la escuela de Takeo ha organizado una reunión de padres, y su madre debe asistir junto a él, por lo que Tanjiro debe hacerlo.

No le molesta, de hecho le gusta poder ayudar a su madre y poder sorprender a sus hermanitos buscándolos él.

Pero su cabeza ha estado girando desde que vio aquella escena, sabe que no debería hacerlo, ya que Kanao no es más que su amiga y cualquier cosa que haya respondido debería alegrarlo mientras ella estuviera feliz.

Suspira, con un poco de frustración revolviéndose en su estómago. La respiración profunda lo hace captar mejor los diferentes aromas del ambiente. Ignorando la sangre, la lluvia sobresale de entre todos los demás. También huele el café caliente de la cafetería al final de la calle, a donde acostumbra ir con sus amigos algunos fines de semana. Siente la alegría y el alivio de los estudiantes, común en un día viernes, que desborda desde todos lados. Y, muy suave, flores.

Viene de detrás de él. Se gira, y su corazón comienza a aumentar su ritmo cuando ve a Kanao corriendo hacia él. Incluso si hasta hace unos momentos los celos lo invadían, la alegría que le produce verla es más fuerte, y una sonrisa aparece en su rostro al instante.

—Tanjiro — ella dice, un tanto agitada, al estar ya frente a él — lo siento, ¿Te hice esperar mucho?

—No, está bien. Después del golpe tuve el resto del día libre, pero el profesor Tomioka no me dejaba irme antes que los demás así que acabo de salir.

—Mmh, bien — Kanao aprieta con fuerza las correas de su bolso — vamos — comienzan a caminar fuera del colegio — Hay que pasar por Hanako y Shigeru ¿No?

—Sí — él asiente — ¿Está bien? Quiero decir, no quisiera que llegues tarde a casa, o que te alcance la lluvia — le pregunta preocupado.

—Oh, no, no te preocupes — ella hace un gesto de negación con su mano, restándole importancia — Después de todo, hoy es viernes, puedo llegar más tarde. Y la lluvia tardará, eso dijeron en el pronóstico.

—Oh. Que alivio, hoy olvidé revisarlo y no traje ningún paraguas — ríe.

Ella suelta una pequeña risa también, cubriendo sus labios con su mano izquierda, la que no sostiene el bolso, y luego dice:

Confesión En Otoño | TanjikanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora