Capítulo 5.

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Las más grandes y más poderosas revoluciones comienzan a menudo muy silenciosamente, ocultas en las sombras.

-Richelle Mead.

Durante la guerra, el Imperio usó a su sección como moneda de cambio, les dijeron que morir en batalla era el mayor honor para un soldado que peleaba por su país. En un movimiento arriesgado, enviaron a cuarenta, cuarenta de una sola para romper las líneas delanteras, cuarenta que murieron por ideales ajenos a los suyos. Ninguno regresó, excepto él. Y así, con treinta y nueve hermanos muertos, nació el odio a los suyos en un hombre que en un futuro sería conocido como el emperador Derek.

Al finalizar la guerra, el, junto a todos los soldados del frente se les ordenó regresar. Por asuntos ajenos, él regresó caminando a su base, con tierra y manchas de sangre en todos su cuerpo, tomando su carabina con una sola mano ubicada en el guardamano del arma. Y con su otra mano, llevaba enrollada las chapas de identificación de su mejor amigo que yacía muerto en el campo de batalla.

Al llegar a la base, el veía cómo los altos mandos que todo el tiempo estuvieron en la retaguardia estaban celebrando una paz a costa de decenas de miles de muertos, fumando puros y bebiendo botellas de vino, junto con soldados horrorizados por los temibles días en el frente asediados en búnkers y trincheras. Al verlo, un militar de alto rango lo veía con una sonrisa, mientras que ese joven chico no apartaba su mirada del suelo, y cuando se acercó lo suficiente, se postró ante su mayor y le tiró la carabina a sus pies, harto y molesto de todo lo que había ocurrido ante sus ojos. Después, se arrodilló ante él, y este, al recibir semejante insulto, sacó su pequeña pistola de su pistolera y le apuntó directamente en la frente para demostrar a sus subordinados lo que pasaba cuando se le insultaba.

De pronto, retumbó en el lugar el sonido de un disparo, y de esa misma arma, se desprendía un humo caliente de la boca de la pistola, que se podía distinguir a simple vista gracias al entorno frío.

Luego, el hombre dueño del arma cayó al suelo, apretando fuertemente una parte de su estómago con sus manos que tenían manchas de sangre. Eso sorprendió a todos en el lugar, los soldados de la retaguardia que acompañaban al general rodearon a Derek, aunque ninguno portaba algún arma.

-¡Rodeenlo!- ordenó uno de los militares que rodeaban a Derek sin obtener una buena respuesta por parte de los demás soldados, unos estaban sentados y no dejaban de mirar el piso, otros seguían aferrados a sus armas de fuego y otros simplemente ya no tenían ganas de pelear. Mientras, Derek le quitó el cargador a la pistola y fue tirando cada bala una por una con su mano derecha para que nadie pudiera usar la pistola, incluso el, sin importarle los soldados que le rodeaban.

Un fornido soldado que había se abalanzó contra Derek con un puñetazo que iba directo a su cara, el cual, Derek pudo esquivarlo fácilmente. El joven chico tenía conocimiento sobre peleas cuerpo a cuerpo, así que él sabía que la única parte sensible de un cuerpo bien formado es el área del plexo solar, que por más técnicas que entrenes, no es un lugar que puedas desarrollar fuertemente. Así que Derek, le dio un golpe en esa parte para luego tirarlo al suelo donde el hombre cayó sofocado, y después Derek tomó la mano del militar y lo dobló fuertemente, rompiendo fácilmente su muñeca.

Al ver cómo un soldado de bajo rango que no destacaba por su buen físico, derrotó sencillamente a un robusto hombre, uno de los hombres caminó a donde se encontraba un combatiente que estaba recargado a un muro de concreto junto a su arma, y sin previo aviso le arrebató su arma, a lo que el hombre se mostraba inexpresivo.

-¡Al suelo!- ordenó el soldado apuntándole con el arma a Derek, pero este se postraba contumaz ante el arma.

Antes de que el soldado con el arma pudiera lograr algo, el soldado al que le habían quitado su arma, la tomó de nuevo y con la culata de la misma, golpeó al militar en la nariz, provocando que esta le sangrara. Luego le disparó en una de las rodillas tirándolo al suelo.

-¡Ustedes los soldados de la retaguardia no saben lo que fue vivir un infierno!- decía con enojo el soldado al hombre que estaba tirado en el piso, que se encontraba sangrando y llorando temiendo por su propia vida- ¡Hasta luego!- dijo para luego matarlo con una bala en la cabeza.

Y así, las acciones rebeldes de Derek incitaron a más a levantarse en armas contra sus superiores y hasta al propio Estado. Uno por uno fueron asesinados los soldados de la retaguardia que fueron enfrentándose a Derek y sus colegas. Con cada ataque que hacía Derek, fue sumando recursos y aliados. Alguna vez se pronosticaba que el Imperio sería el vencedor durante la Tercera Guerra Mundial, pero con Derek, no estuvieron ni cerca de lograrlo.

***

-¡A eso se enfrenta!- le decía Emil a Adalia- Herman fue testigo de las atrocidades del emperador, ustedes creen que van bien porque siguen vivos, pero eso es porque el emperador no los ha tomado enserio, para él no representan amenaza alguna.......

-¡Nos atacan!..........

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⏰ Última actualización: Oct 16, 2020 ⏰

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