Confianza

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- ¿Qué demonios estás haciendo, Potter? -Draco gritó mientras se mantenía firme en el pavimento. Escudriñó el suelo, buscando el objeto amenazador que debió haberle hecho tropezar. En su lugar, vio un montón familiar de púas y una pequeña nariz olfateando el pavimento.

- ¿Niles? -Draco gritó. Se agachó y tomó a su Knarl, examinándolo de pies a cabeza. Confirmando que su mascota no se veía lastimado, le acarició la cabecita con los dedos- ¿Qué estás haciendo aquí? Sé que te gusta la aventura, pero estás al menos a cuatro cuadras de casa. -metió a Niles en sus ropas, selló el bolsillo con un hechizo rápido e hizo pequeños agujeros en la tela para que la maldita cosa pudiera respirar.

- ¿Tienes una mascota? -Potter preguntó con curiosidad. Seguía de pie cerca, su mano aún envuelta alrededor del hombro de Draco, haciéndole cosquillear por el calor. Draco se removió de su toque y al instante echó de menos el calor.

Potter le soltó, pero su mano seguía extendida, como si estuviera preparada para estabilizar a Draco por si caía de nuevo.

Una parte de Draco consideró tropezar, sólo para sentir ese toque en su cuerpo otra vez. Hacía tanto tiempo que Potter no lo tocaba. Y aún más tiempo desde que alguien lo miraba como lo hacía Potter.

¿Por qué Potter lo miraba de esa manera? ¿Tenía algo en los dientes?

-Por supuesto -se burló Draco, pasando la lengua por los dientes con cautela. Dio un paso atrás, anhelando estar más lejos de Potter y sus extrañas miradas-. Es un poco quisquilloso a veces, pero en general está bien.

La boca de Potter se curvó un poco.

-Suena como alguien que conozco.

-Vete a la mierda. -dijo Draco, pasando las manos por su chaleco, alisando la tela. Fuera del nuevo bulto en su bolsillo, parecía haberse recuperado del tropezón completamente ileso.

-Tómate un trago conmigo.

-Dije que te vayas a la mierda, Potter. -Draco se dio vuelta para alejarse, contento de continuar su paseo sin rumbo, pero una mano se extendió y lo agarró por la muñeca.

-Sólo un trago. Es lo menos que puedes hacer después de haberme dejado ayer -Potter soltó su brazo, e inclinó su cabeza a la derecha, hacia un pequeño bistrot italiano con mesas al exterior-. Sé que te gusta un buen vino rojo.

-Lo bueno es subjetivo. Disfruto de un Cabernet seco con suaves matices florales.

-Por supuesto -Potter sonrió ampliamente-. Estoy seguro de que tienen lo que sea que acabas de decir.

Niles se movió en su bolsillo, y Draco pudo oír pequeños ronquidos que escapaban de los agujeros. Parecía que sus aventuras nocturnas lo habían agotado. Pero Draco no estaba tan cansado. De hecho, su sangre latía, la adrenalina de la caída hacía que su corazón palpitara. Y si Potter iba a pagar, también podría disfrutar.

Draco lo siguió a una pequeña mesa, y pidió su botella favorita al camarero; una etiqueta francesa que solía beber en la mansión antes de que todo se fuera al infierno.

- ¿Cómo lo haces? -preguntó Potter, golpeando sus dedos en la mesa. Draco pensó que se veía nervioso, pero no pudo entender por qué. Tal vez le preocupaba que alguien los viera, a la intemperie, así.

- ¿Hacer qué? -preguntó. Si Potter estaba preocupado, no debería haber elegido este lugar, justo en el medio de Diagon donde cualquier bruja o mago podría pasar.

-Romper relaciones.

-Es un trabajo -respondió con ironía-. Algunos de nosotros tenemos que trabajar para ganarnos la vida.

Todo Que Perder [ Drarry ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora