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El despertador al lado de su cama sonó, tanteo en la pequeña área dónde se encontraba el aparato hasta que dio con él, presionando el botón para apagarlo.

Caminaba a paso perezoso hasta el baño, lavaba su cara y mientras la secaba con una pequeña toalla se miraba al espejo.

— Félix, es tu primer día de trabajo en un lugar donde vas a hacer de niñera, van a pagarte lo mismo que a cualquier psicólogo solo por cuidar a ocho pacientes que podrían matarte y hacerte quién sabe qué cosas, pero puedes con esto porque amas tu vocación —dice preparándose mentalmente para lo que serían sus próximos días trabajando en el psiquiátrico.

Su rutina consistió en hacer lo mismo de siempre; empezando por su tibia ducha, su desayuno simple de cada día y un repaso corto a los expedientes de las pacientes con las que tendría contacto. Aún no estaba completamente seguro de cómo sería su trabajo ayudando al psiquiatra a cargo de ellas, pero estaba preparado para darlo todo y mostrar sus buenas capacidades.

Tomando una profunda respiración, terminó de preparar su maletín, tomó las llaves de su casa y emprendió camino hacía la parada para tomar el autobús que lo llevaría a su nuevo trabajo.

Al llegar a la instalación, marcó su hora de entrada y se encaminó hacia la oficina de Bang. Tocó dos veces y después de una respuesta por parte del pelinegro, entró.

— Buenos días, señor Bang.

— Buen día Félix. ¿Estás preparado para tu primer día de trabajo? —preguntó apartando la vista de los papeles sobre su escritorio para mirarlo a él.

— Desde luego, podemos comenzar cuando usted me lo indique.

— Excelente, nada más antes de empezar, quiero recordarte que las pacientes que tratamos aquí son peligrosas. Cuentan con horarios específicos a los cuales deberás adaptarte, tienen prohibido salir, ellas solamente salen de sus habitaciones para ir al baño, siendo supervisadas en todo momento por supuesto, pero no pueden salir de este sector.

— ¿Por qué? —miro al pelinegro—. Entiendo que son peligrosas, pero creí que al menos les permitían salir al jardín como a los demás pacientes.

— Precisamente por eso está estrictamente prohibido que las pacientes de este sector salgan, podrían hacerles daño a los pacientes de la planta de arriba.

— Comprendo —asintió.

— Faltan diez minutos para que baje el personal que traerá el desayuno, yo estaré contigo a la hora de entregarlos diciéndote lo que debes hacer y dándote las indicaciones para con las pacientes. Cada niña es tratada de forma distinta, no puedes tratar de una misma forma a todas —pausó—. Recuerda, Félix, aunque las veas como niñas indefensas, no es así, solo te harán creer que lo son para manipularte y hacer que bajes la guardia.

El rubio asintió, sintiendo como la ansiedad y el miedo se mezclaban rápidamente en su cuerpo. Faltando cinco minutos para que el reloj marcará las ocho, una alarma comenzó a sonar en todo el plantel, haciendo que las pacientes despertarán una por una casi al mismo tiempo. Bang pasó en cada habitación junto a Félix, mirando por la pequeña ventana que permitía ver hacía el interior de la habitación. Cuando todas se encontraban despiertas, el psiquiatra daba la orden para que trajeran los desayunos y así Félix pudiese entregarlos.

La primera habitación fue la número 0031, en donde se encontraba la paciente Yontararak.

— Evita cualquier contacto con ella, deja la comida en la mesa y regresa.

Lo hizo tal y como su superior le indicó, dejó la comida en la mesa blanca cerca de la cama donde la pelinegra se encontraba sentada. Salió de allí sin siquiera voltear a verla.

— Habitación 0032, Jeon Soyeon.

Entró con la comida a la habitación y vio a la chica sentada en su cama, murmurando cosas inentendibles para los oídos del enfermero.

— Estás haciendo un buen trabajo Félix —lo felicitó el mayor—. Siguiente habitación 0033, Kim Jiwoo.

Abrió la puerta y dejó pasar a Félix, éste caminó a paso rápido a la misma mesa blanca situada en el mismo lugar de todas las habitaciones. Dejó la bandeja con comida y salió.

Hizo lo mismo hasta llegar a la última habitación del pasillo, percatándose de qué no faltaba ningún desayuno por entregar. Bang le regaló una pequeña sonrisa, felicitándolo nuevamente por su trabajo. Después de terminar las demás tareas que debía hacer, el rubio sacó sus cosas de su locker, marcó su hora de salida y volvió a su casa, creyendo que su primer día fue más sencillo de lo que esperaba.

L'asile des filles || Stray Kids [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora