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 – Oh cariño… Temía que me preguntaras esto algún día –dijo Karen mirándola comprensiva. Luego de la charla con su amiga, esta la convenció de hablar con la madre de su amigo.

– No lo entiendo. Él… él simplemente se va. Y, odio la sensación que tengo cuando despierto y él no está allí.

– ¿Te enamoraste de Michael, Mickey? –preguntó entre cerrando sus ojos.

– ¿Enamorada de Michael? –se preguntó en voz alta– ¿Michael? Aquel que eructa luego de cada cerveza, él que va a cualquier lado con su computadora, él que se toma mi horrible sopa. Quién conoce todo de mí y aún sigue siendo mi amigo…  –levantó la vista y miró a Karen con los ojos desorbitados–Michael ¿quién duerme conmigo cada noche y deja un vacío en mí cuando se va? Oh diablos…

– ¡Mickey! –la reprendió Karen, como si fuera su madre. Pero Mackenzie no la escuchó.

– Estoy enamorada de Michael –susurró.

– ¿Qué tú que, Mackenzie? –ambas voltearon a la entrada de la sala. Mickey quedó helada. Karen tomo su taza de té y se fue sigilosa sin que ellos lo notasen. Mickey se levantó y miró a Michael con miedo. Miedo de que la hubiese escuchado.

– Michael…

– ¿Dijiste lo que creo que escuché? Dime que no, Mackenzie. Dime que no lo dijiste.

Omm estúpido Michael ¬¬

20 segundos ➳ m.cDonde viven las historias. Descúbrelo ahora