1-La caminata.

323 41 23
                                    

Ahí, postrada en una camilla, habiendo perdido su última batalla, abrió sus ojos y dijo...

-Ay, ¿qué me pasó?, solo recuerdo que mi mamá lloraba, pero no se porque.

La pequeña vagaba en un prado oscuro, frío, lúgubre; un lugar deprimente a vista de cualquiera que lo viese.
Confundida caminaba entre arboles sin hojas, decaídos; le costaba ver su camino, pues había una niebla espesa, tanto que a la pobre le resultaba difícil avanzar. Asustada y confundida caminó por unos minutos, hasta que llegó a un barranco, aunque con la poca visibilidad pensó haber visto a otra persona; acercándose poco a poco logró verlo, diciéndole...

-¿Quién eres?

Un ser alto, imponente, cubierto en un manto obscuro; sujetaba una guadaña con la mano derecha, mano que carecía de piel, dejando visible los huesos de la misma.
Con voz grave y ronca le contestó...

-Veo que tú también perdiste la batalla final, ¿qué buscas?

-Me perdí, pero ¿dónde estamos?

-Este lugar carece de nombre, de luz y de felicidad; no hay más que silencio absoluto.

-¿Porqué?

-Eres demasiado curiosa y, vas por donde no corresponde.

-¿Cómo así?

-Este camino va a un lugar peor, tú debes ir por otro.

-Pero, ¿dónde está ese camino?

-Yo te guío, mi deber es, fue y será llevar a las almas por el rumbo correcto.

-Está bien y, ¿cuál es mi rumbo?

-Dependerá de ti, yo nada más hago mi trabajo, aunque la verdad ni yo entiendo mi rol en estos páramos; creo que los tuyos tampoco.

-¿Los míos?

-Luego te explico, sígueme por acá, mientras te haré unas preguntas.

-Bueno.

Juntos comenzaron el recorrido y volvieron a la charla.

-¿Recuerdas alguna cosa antes de venir aquí?

-Pues... me costaba abrir los ojos, solo recuerdo escuchar a mi mamá llorar y decía algo como: ¡No, mi hija! Yo la oí preocupada.

-Su reacción fue normal, los tuyos piensan en mí como un ladrón.

-¿Robas?

-Según ellos robó las vidas de sus seres amados, hurtó almas; me atribuyen el final de sus existencias y, además de tanta calumnia debo soportar acusaciones abominables contra mi persona.

-No entiendo, pero ¿eres bueno o malo?

-Quizá maldad, quizá justicia, como te dije ni yo comprendo mi papel en este lugar; Ni acá, ni en el tuyo.

-Está bien, creo, ¿qué es eso de allá?

-Es un prado, solitario y deprimente; lleno de cruces sin nombres inscritos en las mismas.

-Es un cementerio, mi mamá me llevaba para ver la tumba de mi abuela.

-Este cementerio es diferente, puesto que quiénes ahí se encuentran fueron los que no pudieron gozar su vida.

-¿Cuáles?

-Vamos para que veas.

Ambos se dirigen a las lápidas, y, habiendo llegado la pequeña quiso explicación de lo que antes le dijo...

La niña y la muerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora