SCAR. Capítulo XXXI

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A la mañana siguiente, Vante se despertó antes que JungKook, se duchó y, cuando salió, despertó al chico.

- Mmmm...

Cuando JungKook abrió los ojos, se encontró a Vante en su esplendorosa desnudez.

- ¿Estoy en el cielo?

El chico soltó una carcajada y se secó el pelo con la toalla.

- Es casi la hora, mi amor, pero si prefieres seguir durmiendo... ayer fue...

- Me acabas de despertar en todos los sentidos- dijo JungKook y se levantó.

Aquel día, Vante tuvo que volver a hacer la misma rutina que el día anterior y, cuando terminó, no pudo cenar, estaba tan cansado que, cuando salió de la ducha, se quedó dormido. JungKook, que también hacía los ejercicios, pero estaba acostumbrado, le abrazó y tachó otro día en el calendario de su mente. Ya casi había pasado una semana.

A pesar de todo, el viernes pudieron volver a la piscina, aunque el ejercicio que les esperaba allí no era ni remotamente tan relajado y divertido como días anteriores.

- Balón prisionero, uno contra uno- dijo el entrenador- no podéis parar de mover las piernas y tenéis que impulsaros hacia arriba para golpear el balón.

- Pero yo aún no sé nadar...

- Llevarás esto en la cintura- dijo y le dio un cinturón parecido a una faja lumbar.

- ¿Esto hará que no me ahogue?- preguntó.

- Póntelo y lánzate al agua.

Vante obedeció y se lanzó al agua, al momento, aquel cinturón ejerció fuerza hacia la superficie y salió hacia arriba. No movió la piernas y vio que no se hundía.

Chapoteando, fue hasta la red que le separaba de JungKook.

- Bien, sabéis como funciona, ¿no?

Ambos asintieron y Vante lanzó la pelota, JungKook la rechazó y la mandó lejos, fuera del alcance de Vante. El entrenador le lanzó una pelota a JungKook y éste lanzó la pelota, quien la rechazó y, a su vez, JungKook la lanzó lejos.

- Vante, te toca lanzar- dijo el entrenador y le dio una pelota.

JungKook comenzó a entender el juego, ya no se trataba solo de estar moviéndose de un lado a otro e impulsándose hacia arriba, se trataba de que tampoco podían parar, cada vez que la pelota se salí de su campo, ellos le daban una nueva y un ayudante iba a por ella. Pasadas las dos horas y media, el entrenador sopló el silbato y JungKook llevó a Vante a la orilla de la piscina.

- ¡Me tiemblan las piernas!

Se sentó en el borde de la piscina y se quedó apoyado en el pecho de su novio, escuchó el sonido de unos zapatos y giró la cabeza, era la doctora Prescott.

- ¿Cómo vas?- preguntó.

- Cansado, pero ya puedo respirar.

- En general- dijo- hemos estado muy atentos por ti.

- Lo estoy llevando, pensé que estaría peor.

- Lo estás haciendo muy bien- le reconfortó- como hoy es viernes, tanto hoy como mañana, está permitido que salgáis por la noche a pasear por los jardines de la zona- dijo- teóricamente en la mañana también está permitido, pero no en el estado en el que estás, tienes que seguir con los ejercicios.

- ¡No me importa! ¡Me gustan estos ejercicios!

- ¡Te los cambiaremos para la semana próxima! Lunes, martes y miércoles tendrás una rutina como la que tuviste ayer- informó- no obstante, jueves y viernes, serán un poco más light en comparación. ¡Lo estás logrando, Vante!- dijo la mujer con una gran sonrisa.

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