3 | ¡Oye ya!

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 Jotaro dejó salir su estres en un bajo suspiro, lo mas callado posible ya que sus colegas estaban tranquilamente haciendo sus negocios: investigar, redactar o leer por puro ocio documentos pendientes. Siempre se mantiene el silencio en la oficina principal, nunca ha habido un día en que haya ruido; la empresa los rigue para ser obedientes con la regla de " no perturbar el trabajo ajeno". 

Y mira, teniendo a su nueva colega, caminando despreocupadamente hacia una de las estanterías metálicas con el ruido del palo de la escoba contra el suelo. 

Jotaro termino de pasar por terminados muchos proyectos y, sin embargo, todavía tiene que terminar otros. Su vida era insoportable en este punto, pero lo atravesó con la cabeza en alto, aunque se hacia mas complicado con ella ahora en su lomo.

Cada día rompía su record de suspiros cansados ​​y ella aun no cumplía las tres semanas de estar trabajando.

Si tuvo que admitir la eficiencia de ella, siempre ha cumplido bien su deber como dueña de limpieza, gracias a ella muchos empleados no se han tenido que preocupar que haya desorden en los documentos, archivos o que algo se haya perdido o alegrado sus dias con chistes y personalidad extrovertida; empero, trata de evadirla, en no estar en la misma habitación que ella porque cuando los ojos de ella lo detectan, se le pegará como chicle, siempre puzando sus nervios y solo se detiene si él le tapa la boca o su jefe llama a oficina. 

Por ejemplo la semana pasada, que ella le seguió por todos los pasillos, cada vez que él giraba a confrontarla ella silbada despreocupada barriendo o hacía que limpia un cristal para posterior fingir sorpresa de verlo.

   —¡Follaman, que casualidad verte!  

   —Estamos en la empresa, ¿Puedes ser profesional? 

   —Disculpe ser copulador reproductivo masculino. 

   —Lo empeoraste... y, déjame de acosarme inmediatamente. 

  —Es difícil, ese trasero es irresistible y mas con ese pantalón tan apretado, ahora entiendo porque el jefe te esc-

Ella terminó con una bola de papel en la boca. 

Jotaro siguió como espectador en cómo Blondy caminó de puntillas y se estiró al objeto que tenía a la mira, pero apenas pudo alcanzarlo, saltó y encontró de alcanzar lo que parecía ser una carpeta de nuevo, pero no superó. Estuvo a punto de darse por vencida.

  — ¡ pero no! — Ella pensó. perforando su brazo, haciendo todo lo posible   — ¡Solo un poco más, una mera pulgada más hasta que llegó a esa carpeta de vinilo! 

Prácticamente caminaba de puntillas como una bailarina, alcanzando los cielos, pero Jotaro vio que alguien se movió al lado de Blondy y tomó la carpeta vinilo. El corazón de Jotaro se sintió extraño cuando Blondy miró lentamente a la persona en cuestión, mirándolo a los ojos, y siguió mirando a la persona, como si el tiempo se detuviera para los dos. El hombre de cabello oscuro con flequillos que le cubre la frente se percató de los ojos color (T/C) de ella, a punto de ahogarse en los de él. 

— Que hermosa mezcla de colores. ¿Quién es este hombre? — Pensó Blondy. ¿Cómo no ha visto a este hombre antes?

Fue amor a primera vista.

Blondy persiguió al hombre de cabello corto. Este último se volvió y la miró. El corazón de Blondy dio un brinco pero controló la voz.

  —Necesito la carpeta —dijo ella, señalando la gorda carpeta.

Entusiasmo • Jotaro Kujo x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora