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Por la puerta entra una de mis clientas favoritas. Es una mujer mayor, pero es muy ingeniosa y divertida. Tiene el pelo de un negro azabache y siempre lleva un pañuelo en el cuello, sin importar el calor que haga afuera. Estos días, el tiempo otoñal justifica ocasionalmente el uso de un pañuelo, y el de hoy es un azul marino con motas blancas.

-Geno -me saluda con una sonrisa.

-Hola, señora Death.

-¿Esta tu madre hoy, cariño?

-Esta arriba. ¿Quiere que vaya a buscarla, o puedo ayudarla yo?

-Habia hecho un pedido especial de una muñeca, y me preguntaba si ya habría llegado.

-Voy a comprobarlo. -Saco una carpeta del cajón debajo de la caja registradora, donde anotamos los pedidos. Encuentro fácilmente el nombre de la señora Death, ya que solo hay unas pocas entradas, y la mayoría son suyas-. Parece que la entrega está programada para mañana, pero voy a llamar para asegurarme, no sea que venga usted para nada.

Hago una llamada y averiguo qué la llamada llegará mañana, después del mediodía.

-Siento haberte molestado. Tu madre ya me lo dijo, pero esperaba que hubiera suerte. -sonrie-. Esta es para mi nieta, su cumpleaños es dentro de unas semanas.

-Què bien. Seguro que le encanta. ¿Cuantos años cumplirá la pequeña afortunada?

-Dieciséis

-Ah. La pequeña afortunada...es mayor.

No sé qué más decir sin parecer maleducado.

La señora Death se ríe.

-No te preocupes, Geno, tengo más regalos para ella. Este es más para complacer a su abuela. Le he comprado una muñeca todos los años desde que cumplió uno. Me resulta muy difícil romper las tradiciones, por muy viejas que sean.

-Mi madre le da las gracias por ello.

La señora Death se ríe. Siempre encuentra mis bromas; talvez porque ella también tiene un punto irónico.

-Es la única chica, así que la tengo muy mimada.

-¿Y que tradición tiene para los chicos?

-Una patada en el trasero.

-Esa es una estupenda tradición. Creo que también debería comprarle una muñeca a ellos por sus cumpleaños. Seguramente se sienten excluidos.

Se ríe.

-Tal vez debería probar. -Mira la carpeta encima del mostrador con ojos tristes, como si esperase que la fecha cambiara mágicamente y su muñeca hubiera llegado ya. Abre el bolso y comienza a escarbar en el-. ¿Como le va a Crayon?

Hecho un vistazo hacia la parte trasera, como si mi madre fuera a bajar ante la simple mensiono de su nombre.

-Esta bien.

La mujer saca un librito rojo y comienza a pasar las páginas.

-¿Mañana por la tarde, has dicho? -Asiento con la cabeza- Vaya, no puedo. Tengo hora para ir a la peluquería.

-No pasa nada. Se la guardaremos hasta que venga. Puede venir el miércoles, o cualquier día de esta semana, en realidad. Como usted prefiera.

Toma el bolígrafo negro que hay encima del mostrador y anota algo en el libro.

-A lo mejor puedo enviar a alguien para que la recoja por mi. ¿Podría hacerlo?

-Por supuesto.

La distancia entre tú y yo [afterdeath]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora