°31°

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Ink y yo sujetamos sendos rollos de papel higiénico y miramos la verja que rodea la casa de Reaper.

-¿No es un poco pronto para lanzar papel higiénico? -pregunta-. Ni siquiera son las diez y media. Las luces de la casa están todas encendidas.

-Nunca es demasiado pronto para lanzar papel higiénico. La verdadera pregunta es cómo vamos a entrar.

Trato de meterme entre dos barrotes de hierro forjado y el muslo se me atasca entre ellos. Comienzo a reír.

-¿Alguna vez habías sido tan irresponsable? -me pregunta Ink.

-Creo que no.

-Tu lado tonto es muy divertido.

Ink me sujeta por las axilas y trata de sacarme, pero no deja de reír. Finalmente logra liberarme y aterrizo sobre el, de modo que los dos caemos al suelo.

-Vamos a tirar el papel higiénico a los barrotes de la verja.

-¿Le parecerá a Reaper tan gracioso como a nosotros? -pregunta.

No tengo ni idea.

-Pues claro.

Está oscuro, pero nos las arreglamos para rodear los barrotes de papel higiénico. ¿Desde cuándo ha sido tan entretenido ser inmaduro? Tardó un momento en darme cuenta de que puedo ver mejor mi tarea, y otro más en darme cuenta de que es porque alguien ha encendido una linterna. La persona que la sujeta se aclara la garganta.

-Jovenes. ¿Están disfrutando esto idiotas?

-Si, mucho -responde Ink, Y ambos nos giramos para ver una especie de guardia de seguridad que nos está lanzando una mirada desaprobadora-. Que bueno. Es un segurata.

El baja las cejas.

-Un segurata qué sabe el número de la comisaría. Vamos a hablar con el señor Renrink, ¿De acuerdo?

Aquella noticia debería habernos estropeado un poco la noche, pero no lo hace. Quizá sea porque no parecía que la situación fuera real cuando nos encontrábamos ahí plantados en la oscuridad, con papel higiénico. Parece mucho más real cuando estamos en el porche del señor Renrink con el escuchándonos. Pero entonces ¿Por qué sigo sin poder parar de reír?

-¿Que quiere que haga con estos mocosos, señor? -pregunta el segurata.

El señor Renrink vuelve a mirarme e inclina la cabeza. Me pregunto si recordará que nos presentaron. ¿Por qué debería hacerlo? Tan sólo soy un nombre más que conoció hace semanas.

-Geno, ¿Verdad? -dice, y la sonrisa se borra de golpe de mi cara.

Asiento con la cabeza. Pues claro que me recuerda: soy el símbolo de la rebelión de su hijo. Soy el último chico de la Tierra que el señor Renrink aprobaría. Lo más probable es que mi nombre y mi cara estén grabados en su memoria.

-¿Estás gastandole una broma a mi hijo? -asiento con la cabeza, y él se ríe-. Voy a ser honesto: nunca han empapelado a ninguno de mis hijos. ¿Así es como lo llaman? -Se gira hacia el segurata-. Estamos bien, Fell. -El suelta un gruñido. A continuación, se vuelve hacia nosotros y dice-: ¿Porque no entran, chicos?

El pecho se me tensa a causa del pánico mientras miro los rollos de papel higiénico que todavía llevo en las manos

-No. No pasa nada, nos iremos ya. Si me da una bolsa de basura, incluso lo limpiaremos todo.

El sacude la mano, cómo descartando la sugerencia.

-No. Tenemos limpiadores que se encargarán de eso. Insisto. Deben entrar.

La distancia entre tú y yo [afterdeath]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora