Los meses pasaron, Geza e Ilona siguieron como si nada hubiera pasado, nunca hablaron sobre año nuevo, ni la conversación extraña que tuvieron aquella mañana del primero de enero...
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El nuevo año trajo consigo un malestar creciente en el tranquilo pueblo noruego. Lo que antes era un lugar seguro y apacible, donde las familias podían dejar sus puertas sin llave y los niños jugaban en las calles hasta el atardecer, ahora estaba marcado por un aumento alarmante de la inseguridad. Desde los primeros días del año, robos, vandalismo y actos de violencia se habían vuelto más comunes. La policía local, poco acostumbrada a lidiar con crímenes serios, estaba sobrepasada y la sensación de vulnerabilidad crecía entre los habitantes.
Las grandes ciudades no parecían afectadas, pero los pueblos pequeños como Hamar se vieron especialmente impactados. Los rumores de bandas organizadas que se aprovechaban de la falta de recursos y personal policial comenzaban a correr entre los vecinos. Las familias, que antes disfrutaban de la tranquilidad del campo, empezaron a temer salir de sus casas al anochecer. Se implementó un toque de queda informal, con la mayoría de la gente encerrándose en sus hogares antes de las 8 pm, mientras las autoridades locales pedían calma pero ofrecían pocas soluciones concretas.
El grupo de amigos, que hasta hace poco disfrutaba de reuniones frecuentes, ahora se mantenía en contacto solo a través de videollamadas. La vida social del pueblo prácticamente se detuvo, y cada hogar se convirtió en una pequeña fortaleza. Los jóvenes comenzaron a organizarse en patrullas vecinales, vigilando las calles por turnos, pero la preocupación seguía presente: ¿qué tan lejos llegaría la violencia? ¿Cuándo volvería la normalidad, si es que eso era posible?
El aumento de la inseguridad no solo afectaba la vida diaria, sino que también traía consigo un sentimiento de desconfianza y miedo. Las tiendas cerraban más temprano, los bares ya no eran un lugar seguro para socializar, y los eventos comunitarios eran cancelados. La sensación de que el pueblo estaba perdiendo su esencia pesaba sobre todos. Mientras los días avanzaban, las familias vivían en estado de alerta, esperando que la policía estatal interviniera de manera más efectiva o que el gobierno enviara ayuda, pero por el momento, estaban solos, atrapados en su propio microcosmos de incertidumbre.
Los amigos seguían charlando entre ellos, tratando de mantener el ánimo, pero era evidente que todos se sentían impotentes. A medida que el clima se hacía más cálido y las noches más cortas, el futuro de su pequeño pueblo noruego parecía tan incierto como nunca antes.
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Geza volvió a hablar con Nora, aunque la relación entre ambos seguía siendo tensa. El inicio del año había traído consigo más que solo la fría nieve habitual; había levantado una barrera invisible entre ellos, una que Geza había sido incapaz de deshacer cuando se dejó llevar por la paranoia. Los rumores que había escuchado en las reuniones con sus amigos, las historias distorsionadas sobre la supuesta infidelidad de Nora, lo habían afectado más de lo que él mismo quería admitir. Sin embargo, tras la primera semana de enero, se dio cuenta de que estaba equivocado.
Recordaba claramente la conversación incómoda de Año Nuevo, los reproches que sin pensarlo bien quería lanzarle. En su mente, la había acusado de engañarlo, de haber sido desleal, cuando en realidad no había sido más que una construcción alimentada por su propio miedo y la inseguridad general que estaba absorbiendo el pequeño pueblo. Cuando volvió a llamarla después de unos días de silencio, le pidió disculpas, admitiendo que había estado equivocado. Nora, confundida, lo perdonó, aunque no entendía del todo por qué se había enfadado tanto en primer lugar.
Lo que Nora no sabía era lo que sucedió después de que Geza cruzara el umbral de la casa de Kocher esa noche, y lo que estaría por venir en los meses siguientes. Geza, que se pintaba a si mismo como alguien que no era dado a la violencia ni a las decisiones impulsivas, se encontró atrapado entre dos realidades. Por un lado, la creciente inseguridad que lo preocupaba profundamente, y sabía que debía hacer algo por el bien de su familia, su novia y amigos.
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My Christmas gift comes in new year ☆
Short StoryLas festividades de Navidad y Año Nuevo enmarcan una historia donde la amistad, el deseo y el peligro se entrelazan. Ilona y Geza han sido amigos inseparables durante un tiempo, confiando el uno en el otro sin cruzar nunca las líneas invisibles que...