Martes

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Disfrute bastante el pequeño funeral. No creo que ellos quisieran que viniera, pero, después de todo, el jardín es tan mío como suyo. De hecho, yo paso mucho más tiempo en él. Soy el único miembro de la familia que lo usa apropiadamente.

Y ni siquiera me lo agradecen, deberían oírlos:

"El gato está arruinando mis macizos de flores. Casi no quedan petunias."

"Acababa de plantar las lobelias cuando ya se había tumbado encima de ellas, aplastándolas todas."

"Cómo me gustaría que no escarbara hoyos en las macetas."

Quejas, quejas, y más quejas. No sé por qué se toman la molestia de tener un gato si todo lo que hacen es lamentarse.

Todos menos Eli. Ella estaba muy ocupada encargándose del pájaro. Lo puso en una caja que envolvió con tela de algodón; cayó un pequeño agujero, y luego todos nos paramos alrededor mientras ella decía unas cuantas palabras, deseando al pájaro suerte en el Cielo.

—Vete de aquí —me siseó el padre de Eli. (Siempre me ha parecido un poco rudo ese hombre.)

Pero yo sólo meneé la cola. Le clavé la mirada. ¿Quién se cree que es? Si yo quiero observar el funeral de un pajarito, lo observo. Después de todo yo conocí al pájaro durante más tiempo que cualquiera de ellos. Lo conocí cuando estaba vivo. 

El diario de un gato asesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora