Los Abusos De Papá

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Lo conocí en la academia, tuvimos buena –o mala– suerte de estar en la misma clase, él siempre estaba sereno, alejado de los demás, en silencio sumido en su mundo. No entiendo aún qué fue lo que me gustó tanto de él, qué me enamoro lentamente, vi algo que deseó ocultar o el vio algo que creí haber ocultado.

–Bien, Todoroki, ¿Deseas compartir un poco del texto con el resto de la clase? 

Él vaciló en silencio, vi sus manos temblar y su garganta doler. Se levantó. Con una voz que no imaginé que poseía, leyó. 

"[...] Sentía yo que respiraba una atmósfera penosa. Y todo aquello estaba penetrado por un aire de severa, profunda e irremediable melancolía..."

Esa frase que dijo con una naturaleza indomable me siguió el resto del día. 
¿Por qué cuando lo miraba sentía aquello descrito, salido de su boca, leído por algo más que su voz? ¿Por qué me daba tanto miedo oírlo? Si jamás he pasado por algo similar, ¿Por qué esa frase lo describe? ¿Describe su mundo...? ¿Por qué no puedo dejar de mirarlo? 

–Muchas gracias, Shoto, realmente interesante pero, Kirishima, que coincidencia, tu libro y el de Todoroki es el mismo, ¿Nos leerás una frase también? –Lo sé, profesora, mi libro y el de Todoroki es el mismo, leí mil veces aquel texto, pues más escalofríos me provocó que tuviéramos al mismo autor y el mismo trabajo, la misma frase, la misma alma. 

–Por supuesto –Le respondí, mire al chico con heterocromía, sus ojos miraron profundo dentro de mí, Todoroki regresó a sentarse– "[...] La espectral palidez de la piel y el brillo ahora milagroso de los ojos, me sobrecogían por sobre todas las cosas y hasta me aterraban."  –No dejo de mirarme, memorizar la frase o leerla en su rostro, no lo supe siquiera, lo sentí y lo dije. 
Estaba describiendolo, mi corazón lo describe con un texto tan terrible, de un autor tan inusual como aterrador. 

La profesora siguió con Midoriya y Bakugou y les prometí ayudarles a ambos más me encontraba indispuesto. No pude concentrarme después, sentía arder mi cuerpo pues por instantes mis ojos y los de él se cruzaban. Tonto, desvíandole la mirada pero siempre volviéndo a él.

Pasó un día, y otro, unos cuantos más, él me estaba evitando, apenas intercambió palabras conmigo para aquella clase pero era evidente que él no quería siquiera verme, su rostro me buscaba y su corazón me negaba, Todoroki era "amigo" de Midoriya y yo como amigo de Bakugou, fácil se me hacía pedirle a Midoriya un favor.

—¡Hola, Todoroki! —me pegue como mal tercio a Midoriya y Bakugou, sabía que con ellos mis posibilidades de hablar –pero hablar en serio– por vez primera con Todoroki era de 0 a 5.

—Hola, Midoriya... —trato de seguir de largo, inconsciente me puse delante suyo. Me di cuenta de algo que no quería saber. El me esquivo alterado, su mirada era de dolor puro, vi miedo por la postura que tome, con torpeza cayó al suelo en su intento desesperado por no topar conmigo, aún más alterado se levantó, no me miró sino que miró a Midoriya. Era como un niño que temía por los monstruos de su habitación, aquellos que creía acechaban en la oscuridad profunda.

—Todoroki... —Midoriya trató de sostenerlo para evitar que cayera de nuevo. 

—No me toques... —Y él cayó delante mío, iba a tomar sus manos— No te acerques, por favor... ¡Alejate de mi!

Imbecil, estúpido Eijirou...

Se fue entre jadeos de algo que no puedo describir, la tarde con viento apagó mi ser, como apaga las cenizas y las vuelve nada.
Pasé la tarde, la semana o el mes quizá, pensando en que genera ese comportamiento. De Midoriya no obtuve lo que él prometió no decir, más obtuve pistas de lo que sí puede provocarlo.

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