Capítulo I

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Una hermosa niña nació en el palacio de Helios bajo el nombre de Circe, hija del titán preolímpico Dios del Sol, y la oceánide Perseis.

Conforme crecía, se dio cuenta de que no contaba con los poderes de su padre o con la impulsividad en sus actos de un Dios, era distinta, tenía conciencia, siempre hablaba con la verdad y buscaba hacer el bien a todos los que la rodeaban.

Un día se enamoró de un marinero que buscaba ayuda para que una Ninfa se enamorara de él, Circe, al verlo se enamoró, pero al ser rechazada descubrió que con algunas plantas y recitando algunas palabras ella podía hacer lo que quisiera, en un arranque de celos convirtió a la Ninfa en Escila, un gran y horrible monstruo de la mitología.

Como era de esperarse y al ser hermosa de sobremanera conoció a un rey e iban a casarse, pero a su espíritu independiente no le agradaba la idea de reinar junto a un hombre, así que el día de la boda el novio murió extrañamente envenenado, sin embargo, Circe no contaba con que al pueblo no le gustará la idea de ella siendo reina y su padre Helios intervino, llevándola a la isla de Eea donde podría gobernar a sus expensas.

En aquella isla ella contaría con un palacio, descrito como una mansión de piedra que se alzaba en el centro de la isla de Eea, en medio de un valle y un claro en un denso bosque.

Alrededor del palacio, rondaban leones y lobos, que en realidad no eran más que las víctimas de su magia: no eran peligrosos y adulaban a todos los extraño que llegaban en busca de ayuda o por casualidad.

Ella era hermosa, inteligente, poderosa y si no fuera poco, se convirtió en la primera hechicera de la historia, de ella surge todo, otra de las razones para ser encerrada en una isla, incluso el mismo Zeus le temía.

El problema radica en su bondad, en su búsqueda de hacer el bien y el mundo en que nació, donde los dioses solo pensaban en ellos y ante la soberbia que poseían. Las personas la usaban por lo mismo y cuando es llevada a su isla se volvió apática, dura de corazón, dejo de ser el rayo de luz que la caracterizaba y empezó a pensar más en ella, obligada a cambiar para sobrevivir.

"En parte, el poder de una hechicera radica en su poder de seducir y por esto, cuando se enamoran pierden todo"

1895

El chico de ojos azules miraba con desdén aquella escena, una completa pérdida de tiempo a su parecer; debajo de un espeso olmo se encontraba su hermano menor, tomando la mano de una chica de cabellos castaños y de la cual solo empezó a notar su existencia cuando su hermano comenzó la inútil aventura meses atrás.

El frío clima de finales de diciembre, las bajas temperaturas y la humedad empezaban a alcanzar uno de sus puntos más altos durante el año. Y para el segundo en la línea de sucesión al trono; salir al jardín solo para estar quince minutos con una chica era una barbaridad y no denotaba nada más que no fuera la estupidez de su hermano.

El ojiverde se despidió de ella con un casto beso, a ella le gustaba él, mientras que él empezaba a replantearse que la chica frente a ella fuera solo un pasatiempo.

Posteriormente a algunas melosas palabras, promesas de encontrarse al día siguiente a la misma hora y lugar ella dio media vuelta, dispuesta a salir de allí sin que nadie la viera y como hasta ahora lo había hecho, teniendo que esquivar un par de arbustos y atravesar una pequeña cerca por donde encontraría la manera de salir del gran lugar y llegar a una calle.

Circe; n.h. [Pausada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora