Jealous (Harry Styles & Rachel Stone)

Capítulo 5: Si tú me buscas, ahí estaré.

Capítulo V

Si tú me buscas ahí estaré.

El chico se me quedo viendo fijamente, su mirada penetrante, me había helado los huesos, mis brazo estaban alrededor de mi cuerpo envolviéndome para protegerme del frio que había en las calles. El chico después de un suspiro se despojo de su chaqueta negra y me la entrego poniéndomela sobre mis hombros.

-¿Por qué lloras ámbar?- repitió el chico viéndome fijamente mientras daba una larga calada a su cigarrillo que después boto en la calle. No me había dado cuenta de lo muda que estaba hasta que el me sonrió dando un paso hacia atrás mientras se acariciaba la barbilla.

-yo-yo no me llamo ámbar- dije con una voz que nunca había escuchado salir de entre mis labios, el chico se pudo dar cuenta de mi nerviosismo por lo que se acerco a mí y me dijo al oído.

-no te pongas nerviosa, sé que no te llamas ámbar… ¿Cuál es tu nombre?- me dijo. Las distintas esencias que tenía su cuerpo me cautivaron, no solo era el aroma del cigarrillo que recién había botado, sino que también estaba ahí el aroma de su perfume, fresco y embriagante. Además de que con cada palabra que decía un delicioso olor a canela salía de entre sus rosados y perfectos labios.

-Rachel… - dije casi en un frágil suspiro el chico se me quedo viendo unos segundos mientras sonreía y se ajustaba sus lentes.

-Mucho gusto Rachel mi nombre es Jasón - dijo con una voz suave.

Jasón... repitió mi mente como si guardara ese nombre en lo mas profundo de mi ser, almacenandolo en los recuerdos mas preciados de mi memoria.

-que te parece si me cuentas que sucede- me dijo mientras sujetaba mi espalda incitándome a caminar.

-lo siento no soy de esas personas que le cuentan su vida a un completo extraño- dije volteando a ver el piso que estaba seco gracias al paraguas que Jasón traía.

Contarle no era el problema, después de todo quería contarle a alguien todo, el no me conocía, no conocía la situación, por lo que solo me escucharía y no opinaría y realmente necesito descargar esta tensión. Pero yo misma tengo miedo de contarlo, es algo que aun está atascado aquí en mi pecho, no me deja hacer nada, no puedo vivir, cada segundo que pasa siento que muero lentamente, es una tortura no tener a Harry. Lo amo, lo extraño… lo necesito. Pero el ya está con alguien más que seguramente lo está haciendo feliz, y me da una gran rabia pensar en ello porque ella es la que tiene a mi chico, yo no.

-querida ya no somos unos completos extraños. Hay algo de ti que me atrae, pareces una mujer muy interesante e inteligente,  créeme no por cualquiera me salgo de un café en una reunión con mis amigos de secundaria que no veo hace años- wooow me quede viendo de nuevo a Jasón, el estaba ahí por mí, porque de alguna manera quería escuchar lo que tenía que decir. Pensaba que era inteligente e interesante y eso me gustaba. Nunca nadie me había dicho eso. Y en cierto punto siento que hablar con Louis, niall y Robert sobre mi perdida ya los está comenzando a cansar.

Le sonreí en señal de que le contaría, comenzamos a caminar por las calles del centro de la ciudad observando las luces tenues de los edificios, y el mundo pasar a nuestro lado. Yo le contaba todo de mi, fui un libro abierto, le dije lo de Harry y como me sentía, la trágica historia de Louis y Janette y todo lo relacionado con ello. De vez en cuando solté algunas lagrimas, cuando recordaba lo bien que se sentía estar con Harry tan siquiera unos segundos. La siempre sabia que hacer, sabía como hacerme feliz sin ni siquiera realmente intentarlo. Lo tenía grabado en sí mismo, es peculiar gracia al hablar que me hacia sonreír como una idiota.

Después con cada frase y recuerdos, de nuevo me vino el dolor. Creo que esto cada vez se ponía peor, porque el dolor realmente se hacía agudo en mi pecho. No podía controlarlo era algo que siempre pasaba, era un vacio que Harry había dejado en mi cuando se fue, lamentaba el día en que me enamore de él. Si no lo hubiera hecho posiblemente no estaría en este estado. Recordando cada cosa que él hacía, cada mínimo detalle de su cuerpo y de su cara eran repasados por mi mente a conciencia. Las cartas que aun tenía guardadas, las camisetas, las cartulinas, las lonas y los pétalos marchitos de las rosas.