Mientras te observas en el espejo poco a poco el odio va superando los limites. Esos limites de solo frustración y van llendo al lugar de auto odio. El odio se fija en tus ojos derramando lágrimas de pura frustración. Los monstruos se siguen burlando y mas odio sientes. El odio ciega tu manera de pensar y los monstruos solo contribuyen a que tus pensamientos no crucen lo coherente. Todo lo que observas solo te da mas ideas de como terminar tu vida. Cruzando la calle; quieres que te atropeye un auto. Pasando por un barrio de mala muerte; solo que te den un balazo justo en el corazón. Paseando por tu hogas; los cuchillos de tu cocina, las navajas de afeitar de tu padre, las pastillas de tu madre. Todo te da ideas de acabar tu vida de una vez por todas. Pero solo te encierras en tu habitación ahogando tus penas con las pequeñas cortadas que dices que son arruñazos de tu gato. Pero lo que no saben es que no tienes gato, solo lo necesitas para desahogar el odio. Pero de un momento a otro te paras de tu cama y vas a tu escritorio y empiezas a escribir una carta, pero no cualquier carta, una carta de despedida. Te despedidos de tus padres, tus hermanos, tus amigos, tu enemigos y también te despides de tus monstruos porque finalmente te alejaras de ellos. Pero el problema es que ellos ganaron la batalla. Te escondes en tu baño con tus navajas. Te a currucas en tu bañera. Poco a poco pasas tus navajas por tu muñecas verticalmente, cada vez mas hondo, sintiendo dolor, pena, miedo. Pero al pasar el tiempo tus miedos de morir desaparecen y solo esperas quedarte dormido. Poco después de cerrar tus ojos, caes en un profundo sueño en el que nunca despertarlas. Te sentirás libre de una vez por todas. Te sientes lleno de una felicidad infinita. Y solo esperas poder reencontrarte con tus padres en tu otra vida.
Tengo una sorpresa antes de terminar este pequeño escrito de penas y dolor. Espero que les guste.