Eleven.

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Miraba fijamente al piso de madera donde estaba lleno de sangre y barro. Entrecerre los ojos intentando conciliar el sueño. Quería dormir, necesitaba dormir unos días aproximadamente. Entonces mis párpados se cerraron, pero cuando los abrí me encontré con aquel hombre que pondría fin.

Estaba atada de espalda con las manos apretadas entre la silla y mi cuerpo. Los pies con las patas de de la silla. Sentía que me daría una hemorragia interna.

—¿Qué... quieres?— pregunté débil, con una mirada de desprecio sobre él.

—Sabes muy bien lo que quiero. —Respondió el ser.—Has estado suficiente tiempo aquí para tomar una decisión, ¿no?

Por instinto le escupí en la cara, bueno, si es que la tenía claro. Él me miro enojado, o no se, no tenía expresión. No tenía cara, literal.

—Pudrete, pedazo de mierda.— solté con la respiración entrecortada.

—Mocosa malagradecida.— reprochó. En ese momento, sentí como mis oídos estaban apunto de sangrar por ese dolor inigualable.

—¡P-para!— grite entre quejidos. Entonces paro.—¡Matame de una puta vez, maldita sea!

Carcajeo a mi respuesta, entonces extendió su brazo hacia mí, tomándome del mentón y atrayendole hacia él para después hablar. Apretaba cada vez más fuerte mi mandíbula, y eso dolía como la puta madre.

—No, no lo haré.— respondió con malicia, entonces me soltó brusco y se marchó de la habitación. Dejándome con la grosería en la punta de mi lengua.

Gruñí mientras me desquitaba conmigo misma.

[ . . . ]

—Eres muy valiente para escupirle en la cara a Slendy.— soltó una risa la chica del pelo azabache.

La ignore mientras intentaba dormir solamente un poco. Ya ni sabia cuantos minutos, horas, días, meses. Ni me importaba, si éste será mi fin por lo menos quiero ver la última luz del dia. Suspiré por la estupidez que pensaba.

—Vamos, come.— me extendió una cuchara de sopa o no se que cosa, pero no me voy a fiar de ésto. No, no tengo que mostrarme débil.

—Déjame, mierda.— dije entre gruñidos. Choque la cuchara con mi cara, haciendo que se callara al piso. Como si me importara.

La chica me miro sorprendida. Bueno, o eso parecía detrás de su máscara. Agarró la cuchara e dejó el plato en el piso. Yo miraba a otro lado donde no sea ella. Me enojada cada segundo que pasaba ahí.
Parecía que se estaba por ir, pero paro en seco y me miro.

—Por favor, no me hagas llamar al de la máscara... — dijo con ironía.

Trague duro. De las dos veces que ha venido ese chico o chica me ha golpeado o desmayado. También me ha torturado.

—¡No!— grite, negándose a que lo llame.

Parecía que estaba sonriendo, así que se acercó a mí y empezó a darme de comer.

—Bien...— se sacó la máscara y me sonrió dulcemente, entonces se la puso de nuevo. Estaba apunto de irse cuando termine de comer cuando le grite.

—¡E-espera! Quiero preguntarte algo...— dije con vergüenza.

—Mande.—

—¿Eres un p-proxy?—

Me miro sorprendida por la pregunta, entonces fijo su vista adelante y suspiro pesadamente.

—Si, y espero tenerte de compañera.—

☡Psicópatas...☠ (Los proxy's y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora