Capítulo 1 - El desengaño

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Nueve meses atrás...

Logré ahorrar para comprar un gran ramo de flores y una caja de chocolates. Me vestí para la ocasión: con mi mejor camisa y pantalón, hasta fui a cortarme el cabello ese día.

Estaba escondido en la esquina de la casa de Liz, esperando que lleguen las doce para entregarle su regalo de cumpleaños. Llevábamos casi un año saliendo, pero, como dice la letra de una música: todo se derrumbó.

En primer lugar: vi como recibía a Jaime con un beso en la boca. En segundo lugar: la policía apareció. Los vecinos pensaron que era un ladrón rondando sus casas para entrar a robar y, como dice otro tema musical: fui a parar a la comisaria.

Mi mamá tuvo que ir a pedirle a Liz que vaya a reconocerme para que me dejen libre. Los otros detenidos se burlaban de mí, me apodaron «el Romeo». Cuando me dieron el okey para ir a casa mi madre fue a buscarme al calabozo.

—Gracias por cuidar de mi hijo —dijo dirigiéndose a mis compañeros de celda.

«¡Por Dios! ¿Qué les agradece? ¿Qué no hayan abusado de mí?», pensé.

—Fue un placer —le respondió uno de los presos.

«Eso son sonó muy mal», pensé y torcí la boca con de desgrado.

—¡Valentino Gallardo, alias el Romeo! —gritó mi mamá—, podemos irnos a casa —añadió cuando me acerqué a los barrotes—. Te cuento que tu Julieta desapareció, creo que no quiere salir con expresidiarios o eso fue lo que escuché —dijo mi madre en tono de burla.

—¿Papá lo sabe? —le pregunté en un susurro para que nadie más escuche.

—Claro, hijo, pero me envió como su representante —me informó y sonrió.

—¡Mierda! —exclamé, sabiendo que me esperaba un castigo ejemplar.

Con mis compañeros de celda nos comimos los chocolates, y le dejé las rosas al comisario para que decore su oficina. Luego de eso, y durante dos meses, no supe nada de Liz, solo me enteré de que salía oficialmente con Jaime.

En solo un momentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora