Capítulo 3 - El número dos

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Es viernes por la tarde y después de lo de ayer, sí que mi mamá se enojó. Desde las seis de la mañana me tiene haciendo cosas en la casa: bañé a los perros, limpié la piscina, barrí el patio, fui quinientas veces a hacer mandados. Cuatrocientas noventa y nueve veces de las que fui, no era lo que me pidió. Tenía que regresar para que me cambien el producto.

Al medio día me escribe Augusto, invitándome a su casa. Podré ir si mi mamá deja de joderme la paciencia, pero está muy enojada. La alerta de mensaje vuelve a sonar, es Liz, sí, la misma por la cual tengo un sentimiento de amor-odio, desbloqueo mi teléfono para leer lo que pone.

Liz_01:30

Valen, quiero verte, te extraño.

Yo_01:31

¿A qué hora y dónde?

Liz_01:32

A las tres en mi casa, no va a estar nadie.

Yo_01:33

¿Y el titular dónde está?

Liz_01:34

Si te invito es porque no hay peligro de que nos pillen.

Yo_01:35

Okey, ahí estaré.

Liz_01:36

Te espero.

✭✭✭

Estoy saliendo de bañarme y mamá está trabajando en su computadora en el comedor, conecto el bluetooth de mi celular al JBL, pego un grito y empiezo a cantar, mamá se sobresalta en su asiento y me mira con los ojos achinados.

—Tengo hambre —digo mientras bailo y canto. Muevo las caderas y ella me mira tratando de contener la risa.

—Acabamos de almorzar, Valentino, no pienso prepararte nada.

—Es que tengo que salir, tengo que ir bien alimentado.

—¿A dónde vas a ir ahora? —indaga.

Le doy la espalda y me muevo como haciendo twerking.

—Valentino —se queja—, algo hicimos mal tu padre y yo, ¿por qué eres así?, ¿me quieres matar del coraje? —me pregunta—. ¿Cuándo vas a madurar, hijo?, estás a punto de cumplir la mayoría de edad y te comportas como niño de maternal, tu hermanita es más madura que vos.

—Mañana empiezan los carnavales, estoy entrando en ambiente, no te enojes, mi reina. —Sigo meneando las caderas y cantando—. Hazme algo de comer por favor. —Junto las manos en expresión de súplica.

—No, ahora estoy haciendo otra cosa, más tarde voy a preparar la merienda, Valen... —No la dejo terminar la tomo de la mano y la obligo a ponerse de pie. Hago unos pasos de samba brasilera. Bueno, intento, no soy muy buen bailarín, pero me divierte ponerla nerviosa.

—Dale Coral, cópiame, —digo y sigo moviendo el trasero.

—No —me grita—, yo no voy a participar en tus locuras. —Se tapa la cara con las dos manos—. En serio te digo, los vecinos seguro creen que estamos locos, y el único nombre que me escuchan gritar todo el tiempo es el tuyo, no te da vergüenza. Jesusito iluminado, baja el volumen de esa porquería.

—No seas tímida, mueve, mueve, mueve. —Balanceo mis caderas de un lado a otro.

—¡Que no! Vete a dónde tengas que ir —me dice y vuelve a sentarse—, no voy a plancharte nada, allá está la plancha, —añade, parece que puede leer mis pensamientos.

—Está bien, no te enojes, me preparo y voy a lo de Augusto. —La miro, está sentada frente a su computadora, con el codo sobre la mesa, tapándose la cara con la mano. Saca su mano lentamente y suspira muy profundo.

—Valentino, hoy venís a dormir a tu casa y ni una gota de alcohol —me advierte.

—No te preocupes, mi reina, nada de alcohol —le aseguro colocando la mano izquierda sobre mi corazón y levantando la derecha—. Además, apenas son las dos de la tarde.

—¡Ni si son las doce de la noche! —Me mira directo a los ojos—. Entendiste, ¿verdad? —Se levanta de golpe, pasa a mi lado y me da un golpe suave en la nuca.

—Sí, entendí, porque la violencia —me quejo—. Recuerdo cuando me pegabas con un cable —río porque no es verdad, pero a ella le molesta cuando le digo eso.

Ella camina hacia su habitación y yo la sigo con el JBL en la mano, bailando.

—Por favor, Valentino, ¿en qué mundo de fantasía yo te hacia eso? —Me mira muy seria—. Porque no te dimos unos buenos coscorrones a tiempo es que eres así, anda a lo de Augusto, que te aguante la tía Lara, por ahí hasta te quieren adoptar.

—Te conté que uno de mis sueños luego de ser taxi boy es ser el rey momo del carnaval.

—No seas ridículo, si tu sueño era ser superman, un día te ataste una toalla roja al cuello e intentaste atajar las ruedas del camión del vecino —rememora—. Te tuve que llevar al hospital, te enyesaron los dos brazos. Sigue así Valentino y te juro —hace una cruz besando su dedo índice—, que subo a internet tu vídeo de cuando tenías cuatro años haciendo ejercicio —empieza a remedarme—. Este es mi esecicio, un niño así. —Levanta los brazos—, un niño así. — Baja los brazos.

—Okey, okey, no te enojes, ya me voy. —Le doy un sonoro beso en la mejilla.

—El beso de judas —murmura.

—Nunca olvides cuánto te quiero —le digo—. Me das un beso —le pido. Ella me besa con desgano—, puede que sea la última vez que me ves —bromeo.

—¡Por Dios, Valentino! No se juega con eso, hijo —me regaña y golpea mi brazo con fuerza.

—Es un chiste —me defiendo.

—Si eso es cómico, yo soy Angelina Jolie —me responde.

—Después de una peste —murmuro.

—Te vas a quedar, no te doy permiso para ir a ningún lado —me regaña enfadada.

—No, no, no, ya no bromeo con eso —le digo y salgo de ahí a toda prisa—. Te lo juro por mi madre —grito cuando estoy lejos de su alcance.

—¡Valentino Gallardo! —Escucho que se queja.

✭✭✭

Estoy en el sofá de la casa de Liz, ella está sentada a horcajadas sobre mí, nos estamos besando, nunca hablamos mucho, solo hacemos lo que tenemos ganas de hacer, yo sé que solo voy a recibir migajas y me conformo con eso. Por ahora. Alguien llama a la puerta con insistencia, ella va a ver quién es y viene corriendo.

—Es Jaime —me informa al tiempo que pega saltitos y mueve las manos con nerviosismo.

—¿Él no había viajado? —pregunto, pero no me levanto del sofá.

—Me dijo que iría de pesca con su papá —me responde—. Eso no importa, sal por la puerta de atrás y brinca la muralla —habla en voz baja. Me coge del brazo haciendo que me levante y me empuja hacia la cocina—. Dale, Valentino, apúrate.

—Bueno, Liz, ya me voy —me lamento. Salgo al patio trasero y salto la muralla.

«Maldito Jaime, como es que se dieron vueltas las cosas. Hace poco era yo el novio, pero ya no puedo seguir así, tengo que intentar seguir adelante, pasar página».

Cuantas noches sin dormir, llorando. Mi mamá se asustó en aquellos tiempos, creía que me iba suicidar o algo así. Me acuerdo de que venía a mi dormitorio, me acariciaba la cabeza y decía: lo que sucede conviene hijo, si esta chica hizo eso, significa que no te merece. Todo pasa, dentro de nada te vas a estar riendo de esta tontería. No sufras por alguien que no merece tu cariño.

Todavía no me rio, pero ya me está cansado esta situación de andar por las sombras, definitivamente hoy es la última vez que hago esto, al carajo con Liz y que jodan a Jaime.

En solo un momentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora