Gregorie y Francis están sentados frente a mi en completo silencio mientras mido mi traje de bodas.
El sastre ajusta los últimos detalles del pantalón al tiempo que yo admiro mi belleza en el espejo.- Te ves muy bien. - Comenta Puntresh, mirándome fijamente.
- Yo siempre me veo bien. - Recalco con seguridad. - ¿Saben una cosa? Creo que los espejos se hicieron para mí, pues todos podían admirar mi divinidad, excepto yo. Así que crearon una herramienta con la cual yo también pudiera admirarme.
- Espero que Emily sea una mujer paciente pues yo no te soportaría. - Se queja mi primo.
- Ahora alegas, pero recuerdo esa noche en la que aceptaste casarte conmigo aún cuando no te lo había pedido. - Me jacto orgulloso.
- Nunca he podido entender por completo a los Lacrontte. - Interviene Francis.
- Pues ya eres casi un Lacrontte consorte, así que es mejor que te acostumbres. - Habla Gregorie. - Por cierto ¿cuando vas a pedirle matrimonio a abuela Aidana? Tampoco es que este tan joven como para esperar o ¿cuales son tus intenciones para con ella?
- No pido matrimonio desde hace mucho tiempo.
- Te daría consejos. - Digo, acomodando mi chaqueta. - Pero mis humildes opciones de propuesta no te servirían.
- ¿Y por qué no? - Discrepa.
- ¿Tienes el reino más grande? No. - Respondo de inmediato. - ¿Eres guapo y fornido? Tampoco. ¿Eres al menos la mitad de humilde de lo que yo soy? Jamás, ni muriendo y volviendo a nacer. En conclusión... no puedes decir algo así, lucirás demasiado arrogante al vanagloriarte de cualidades que no tienes.
- Sin duda eres el Lacrontte más humilde. - Se burla Fulhenor.
- Pueden discrepar todo lo que quieran, pero lo soy.
Me miro en el espejo y no puedo evitar enorgullecerme. Me veo tan bien que espero no opacar a Emily, cosa que ya le advertí pues no es algo que pueda evitar. Tengo más belleza en mi dedo meñique que toda la familia Malhore junta.
Después de terminar los ajustes del traje, Gregorie camina conmigo hacia la alcoba mientras Francis acude a resolver todos los pendientes que le pedí preparar para el día de mañana.
- Esta noche dormiré aquí. - Avisa Fulhenor cuando llegamos a la habitación. Se acomoda en el sillón y cruza su pierna derecha sobre la izquierda. - Le dije a Elisenda que estabas muy nervioso y necesitabas mi ayuda.
- Así que le mentiste a tu esposa. - Declaro divertido. - ¿Quién diría que el dominado Gregorie haría eso?
- No le mentí. En realidad estás nervioso, solo que intentas ocultarlo pero olvidas que yo te conozco.
- Claro que no. - Alego tajante.
- Claro que si. Así que prepárate pues será mi última oportunidad para dormir contigo.
- Te mandaré a preparar una habitación.
- Me niego. Voy a dormir aquí en tu cama.
- Por supuesto que no.
- Soy el mayor de los dos, así que debes obedecerme.
- No me hagas reír, Gregorie. - Declaro con ironía. - Yo no obedezco a nadie.
- Ya lo sabes y es peor para ti el que no lo aceptes. De cualquier forma me tendrás durmiendo a tu lado.
- Bien. - Cedo. - Pero ni se te ocurra abrazarme. - Le amenazó. - Ahora necesito que me ayudes con algo.
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El corazón del Rey. [Rey 3]
General FictionLas huellas de un pasado doloroso persiguen al rey Magnus Lacrontte, quien ha levantado murallas para no volver a ser lastimado o traicionado, pero aún así el destino siempre encuentra una manera de burlarse de él, dejándolo en la posición menos ven...