Culibiellas

87 10 20
                                    

Los dioses y diosas de Aragón, país ibérico situado al sur de la cordillera de los Pirineos, son divinidades un poco peculiares. A diferencia de la mayoría de mitologías, existen desigualdades entre las distintas deidades, que viven repartidas por el territorio, y no en un único lugar como suele verse en las divinidades grecorromana o nórdica. Los dioses y diosas de Aragón son muy humanos, de hecho no son inmortales, y la gran mayoría están conectados con el paisaje aragonés, especialmente el pirenaico. Una de mis diosas favoritas es Culibiellas, cuyo mito presento en este capítulo. 

Culibiellas era una divinidad femenina de gran belleza, pero muy pobre. Era la hija de otras dos divinidades, Anayet y Arafita. Estas dos deidades vivían en el Valle de Tena, que se encuentra en los Pirineos, y eran de las más pobres porque sus recursos eran muy limitados. No obstante, su felicidad contrastaba con esta pobreza, y trabajaban con alegría, recibiendo lo que el valle les proporcionaba con gran gratitud. Las historias sobre Anayet y Arafita antes del nacimiento de Culibiellas son escasas, pero hasta el nacimiento de la diosa, la pareja no gozaba de mucha popularidad entre el resto de dioses pirenaicos. Quizás por eso Culibiellas tuvo una infancia feliz, pues para sus padres, todo lo que pudieran desear estaba en aquel valle. La diosa nació con una enorme bondad y belleza, pero estas cualidades fueron aumentando a medida que Culibiellas crecía. Aprendió de sus padres el amor por el Valle de Tena y aunque se encargaba de cuidar a todos los seres vivos, tenía especial devoción por los animales. Sus protegidas eran las hormigas blancas, a las cuales la joven diosa había cedido una montaña para vivir, que recibió el nombre de Formigal.

La paz en la que habían vivido llegaría a un momento tenso cuando Culibiellas comenzase a ser popular entre los dioses por su belleza. A pesar de que eran muchos, la diosa rechazaba a todos los pretendientes que querían casarse con ella, pues para Culibiellas no había otra familia que la que había conocido en el Valle de Tena, y no estaba dispuesta a casarse con nadie porque eso la habría alejado de allí. Esto se convertiría en un problema cuando el mismísimo Balaitús pretendiese casarse con la joven diosa. Balaitús era uno de los dioses más poderosos y adoraba ostentar su supremacía y su influencia, sobrevolando las montañas en su carro alado mientras asustaba a los habitantes lanzando truenos y rayos. Como había hecho con todos los pretendientes anteriores, Culibiellas rechazó a Balaitús, aunque fuese el dios más poderoso del Pirineo, y él se enfadó muchísimo y la amenazó con secuestrarla. 

El Valle de Tena se encuentra a los pies del Pico Moros, asociado a Balaitús y a veces llamado por este nombre. Desde allí, el dios envió tormentas e hizo temblar las montañas, haciendo saber a todas las criaturas que estaba enfadado. Culibiellas tenía a sus padres y a las criaturas del valle con ella, con lo que ignoró al dios hasta que Balaitús se decidió a cumplir su amenaza. Corrió en busca de la joven diosa para llevársela con él, pero ella le plantó cara. Sus mejores amigas y aliadas, las hormigas blancas que vivían en O Formigal, acudieron a su rescate. 

A yo todas as fornigas! —gritó Culibiellas asustada—.

Tal y como la diosa había pedido, las hormigas comenzaron a cubrir su cuerpo para protegerla de Balaitús, quien al no encontrar a Culibiellas regresó al Pico Moros muy enfadado, aplastando O Formigal en su trayecto y acabando con todas las hormigas que quedaban allí. 

Culibiellas había repelido el ataque de Balaitús, pero había hecho que el antiguo hogar de sus amigas fuese destruido por haberla ayudado. Para agradecérselo, Culibiellas decidió darles un nuevo hogar, aunque otras historias cuentan que la joven diosa se sentía culpable y triste por las hormigas que habían muerto en O Formigal. Independientemente del motivo, Culibiellas se clavó una daga en el pecho para acoger a todas las hormigas que la habían socorrido junto a su corazón, y la joven diosa se transformó en montañas pirenaicas. El hueco que dejó la daga todavía hoy se puede ver en la Peña Foratata, montaña en la que murió Culibiellas.

Algunas personas cuentan que al subir y acercarse a dicho hueco se puede sentir el latido del corazón de la diosa que se fundió con el Valle de Tena para seguir protegiendo a todas las criaturas que lo habitan. 

Imagen: Peña Foratata, Alto Gállego (Huesca, Aragón), lugar donde murió Culibiellas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Imagen: Peña Foratata, Alto Gállego (Huesca, Aragón), lugar donde murió Culibiellas.

País originario: Aragón. 

MitolochíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora