Capítulo 1

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La noche estaba helada, cada rincón del bosque se encontraba cubierto de nieve, el viento que soplaba causaba un sonido parecido al de un silbido al pasar entre los árboles. Apenas se veía el camino de no ser por la luz de  la luna llena que lograba alumbrar un poco el lugar.

Las patas de un pequeño cachorro solían de tanto correr, pero no se detenía, se dejaba  el aliento en cada paso que daba, tratando de alejarse lo más que pudiese del lugar que alguna vez llamó hogar. Si quería sobrevivir debía encontrar algún sitio en donde refugiarse; lastimosamente  lo único que lograba ver era la nieve que cubría todo lugar.

Se detuvo un momento para tratar de recuperar el aliento, en ese instante sólo quería correr hacía los brazos de su madre, que ella le abrazada y arropara con ese cariño tan característico que siempre le había demostrado. Por desgracia ya nunca tendría esa posibilidad; todo había pasado muy rápido para el pequeño omega; se encontraba riendo junto a su madre mientras recogían frutos para compartir con el resto de la manada, su padre era el alfa de todo el grupo, por lo que tuvo que resolver algunas cuestiones con el resto de los lobos que conformaban la defensa.  Entonces escuchó el fuerte aullido de un desconocido, su madre se preocupó y ambos corrieron hasta donde estaba el alfa.

-Son intrusos, váyanse de aquí- había dicho el padre del pequeño, dándole un beso a su esposa y a su hijo.

Aunque la orden había sido dictada, la omega se frenó al llegar a la línea divisoria que afirmaba el fin del territorio de la manada, se giró hasta su hijo con los ojos cristalizados y con una sonrisa le dijo.

-Corre Jimin... No te detengas, debes vivir hijo, tu padre y yo estamos muy orgullosos de ti, nunca lo olvides- la mujer acarició la mejilla del menor mientras hablaba con voz temblorosa.

-Pero ma... Ven conmigo- pidió Jimin, las lágrimas ya desbordaban de sus ojos para bañar sus mejillas.

-No puedo cariño, me quedaré a combatir junto tu padre- respondió la omega mientras daba un último beso en la frente del pequeño. -Corre, y no te detengas, te amo hijo-

Esas fueron las últimas palabras que escuchó antes de convertirse en lobo y salir corriendo fuera de su terreno. Lo que le llevaba a estar completamente sólo en ese momento, pero no podía rendirse, o al menos eso pensaba, pues su pequeño cuerpo aún era el de un lobezno, no había alcanzado la adultez y eso le jugaba en contra.

Su pelaje blanco se confundía con la nieve fría, observó hacía atrás por si alguien le seguía, relajándose al notar que no era así. En eso una de sus patas golpeó algo entre la nieve, con curiosidad comenzó a cavar unos centímetros, encontrándose con la entrada de un tronco hueco que se encontraba tumbado.

Siguió moviendo sus patas hasta crear un agujero suficientemente grande para poder ingresar, y así mismo lo hizo, se arrastró con cuidado y se acostó en el interior, al menos así podría descansar un poco antes de seguir su camino.

Se mantuvo en silencio observando los copos de nieve caer para desaparecer con el resto en el suelo, fue entonces cuando se permitió llorar en silencio por la muerte de toda su manada. No supo cuanto tiempo estuvo así, pero de golpe un aroma llegó a su nariz para alertarle de que varios lobos se encontraban cerca de su posición.

Paró sus orejas tratando de distinguir de que lado se acercaban, apresurándose también a meterse lo más que pudiera en el interior del tronco, acurrucándose en su propio cuerpo con miedo. Dentro de poco pudo ver un par de patas marrones justo delante suyo, una nariz negra se asomó por la entrada del tronco comenzando a olfatear.

-Miren esto... Parece que aquí tenemos a un cachorrito asustado- comentó con burla una voz masculina grave, entonces otros pares de patas se dejaron ver. -Sal de ahí pequeño, no te lastimaremos si lo haces-

Lo único que pudo hacer Jimin fue gruñir ante las risas que se escucharon después de aquel comentario, fue entonces cuando los lobos rompieron con facilidad el otro lado del tronco, y el cachorro fue tomado de su cola, siendo arrastrado hasta que lograron sacarlo de su escondite, quedando tumbado sobre la nieve.

-Vaya, pero si es el pequeño que se nos escapó de la manada que liquidamos- comentó burlón otro de los lobos.

El omega estaba seguro de que no saldría vivo de esa situación, estaba rodeado de cinco lobos marrones, para colmo alfas, que le miraban relamiéndose sus hocicos. Se puso de pie y erizó su pelaje gruñendo con enojo, aunque en su estado pequeño no podía intimidar a nadie.

-¡Miren! El cachorrito está enojado- se burló el que lo había sacado del tronco, pero cometió el error de acercarse al menor, siendo recibido con un zarpaso que le dejó un rayón en la mejilla izquierda. -Maldita perra...- dijo con rabia.

El pequeño lobito chilló cuando fue tomado del cuello y arrojado contra uno de los árboles macizos, cayendo al suelo como un estropajo.

-Matenlo- ordenó el lobo al que había rasguñado, entonces los demás se le fueron acercando con lentitud dispuestos a atacarlo.

En ese momento un aullido potente se escuchó, logrando que al pequeño se le erizara cada pequeño pelo de su cuerpecito, y también haciendo que todos los lobos retrocedieran bajando la cabeza en señal de respeto.

-DEJENLO- ordenó el nuevo anfitrión usando su voz de mando, causando que Jimin soltara un lloriqueo.

El omega se puso de pie como pudo, observando al dueño de aquella voz, sobre una roca alta a poca distancia de él se encontraba un lobo completamente de color negro como la noche, de un tamaño mayor al de los otros que lo habían atacado. "Ese debe ser el alfa de la manada" pensó al ver a aquel nuevo anfitrión. El cuerpo de Jimin comenzó a temblar ante lo imponente que lucía aquel lobo.

El alfa observó al cachorro blanco, notando como se encogía en su lugar con notable temor, entonces de lo profundo de su garganta brotó un gruñido ronco que alertó al lobezno. Entendiendo la referencia Jimin se acostó panza abajo sobre la nieve y se arrastró docilmente hasta quedar frente a la roca en la que estaba apoyado el mayor, entonces se tumbó boca arriba enseñando su panza y cuello.

El otro lobo asintió satisfecho ante la sumisión del omega, bajó de la roca acercándose a él y hundió su hocido en el cuello del lobito blanco, al instante sus fosas nasales se inundaron con un deliciosa aroma a vainilla, su fragancia favorita.

-¿Cómo te llamas?- preguntó sin sacar su nariz de aquel lugar tan íntimo, aunque su tono de voz se suavizó un poco.

El alfa estaba confundido con su propio comportamiento, Min Yoongi normalmente habría violado al omega delante de todos para reclamarle suyo y luego lo habría matado, pero su lobo le negaba rotundamente esa opción a realizar.

-J..Ji..Jimin...- respondió entre tartamudeos el omega, quien no paraba de temblar al sentir al alfa olfatear como quisiera su cuello.

-¿Cuántos años tienes, Jimin?- interrogó otra vez el lobo, separándose del cuello del cachorro, aunque mantuvo a su pequeña presa entre sus patas, disfrutando de verlo temblar.

-D...Dos años y m..medio- volvió a responder el menor, manteniendo sus orejas bajas, su vista comenzaba a nublarse y sentía que en cualquier momento se desmayaría.

-Eso es bueno- comentó el alfa moviendo su cola de un lado a otro, aunque con lentitud, además esos ojos verdes que observaban a Jimin no le convencía, se notaba un brillo malicioso en ellos.

No supo de donde sacó las fuerzas necesarias, pero se dio vuelta saliendo de entre las patas de aquel lobo, como si su vida dependiera de ello trato de correr lejos, vaya que lo intentó, pero apenas alcanzó a dar cinco pasos antes de caer inconsciente sobre la nieve, su mente cayó en la oscuridad.

Manada // Yoonmin - OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora