Capítulo 3; Eloy.

83 5 8
                                    

Eloy.


Estaba absorto en el informe que hace dos días Douglas le entregó, fue una sorpresa que aquel alfa de nombre Ulrich Fischer, fuera un Fischer, conocía la historia familiar de "el clan más perverso" en toda Rusia, curiosamente no aparecían datos clínicos, ni mucho menos datos de la madre, esto no lo sorprendió, era común que las familias con alto estatus archivaran información, el mundo no sabría lo que no quisieran que se supiera y viceversa.

Era el hijo de "el alfa más despiadado" Caín Fischer, afortunadamente no tuvo la oportunidad de conocerlo, prácticamente dejó este mundo cuando él recién llegaba pero, joder! Si que le daba escalofríos cuando lo nombraban, a veces creía que si hubiera sido un alfa quizás hubiera sido la reencarnación de éste. Recordaba a su madre Noel ser reacio ante el nombre de ese alfa, no sabía mucho al respecto, sólo lo que los libros decían de las familias aristocráticas con un linaje antiguo, debía reconocer a un enemigo de un aliado. Jamás en la historia había ocurrido que una familia con tanto peso en la sociedad y economía fuera a dividirse en dos ramas.
Eloy desde pequeño diferenció este hecho como "el bien y el mal" afortunadamente el alfa que captó su atención estaba del lado "del bien" no pudo evitar el pensamiento absurdo de que quizás era desconsiderado con los omegas por los genes de su padre pero educado por la crianza de su tío, Oliver Fischer, había visto al hombre en alguna ocasión, aunque hubieran sido contadas con una mano las veces que se reunió con su padre no era un alfa que se pudiera olvidar fácilmente, aunque le doblará la edad era guapo, podría comparar su aspecto con la de un dios griego, Eloy recordaba la mirada fría del alfa, en aquel momento se preguntó que fue lo que ocurrió para que su mirada fuera entristecedoramente fría, supuso que perdió a alguien que amaba, después de todo era humano, demasiado humano para este mundo, "el alfa que trató como igual a omegas y betas" y ese hecho era suficiente para ser un buen hombre ante los ojos de Eloy.

Tomó una decisión. Frecuentaría los lugares que el alfa concurría. Si, podría contratar a alguien para hacerlo pero tenía una corazonada, tenía la esperanza de que observando a distancia lograría deducir de que se trataba el sentimiento que apretaba su pecho ante el inminente pensamiento de ese alfa, hacían ya dos días que lo vio por primera vez y eso bastó para que apareciera esa jodida y molesta intensidad que recorría su cuerpo de solo pensar en él, jodidamente molesto, era un alfa que ni siquiera sabía de su existencia ¿Cómo era posible que estuviera tan tragado por él?. Luego se preocuparía por eso, por ahora quería velar por aquella corazonada.

Una presencia intensa se hizo notar, Douglas, se vio obligado a levantar la vista de los papeles para encontrarse con la del alfa. Intensidad abrumadora en sus ojos filosos, tanto que llegaba a cohibirlo, si no hubiera una barrera entre ambos, hubiera indagado pero no lo hizo.

— ¿Halló algo interesante del tipo?.

— Nada extravagante, de hecho, aburrido... - Douglas estaba rígido observando los papeles revueltos, parecía molesto se veía la leve intención por ocultarlo — ¿me dirás que es lo que te molesta?.

— No me agrada.— se preguntó si eran sus celos los que hablaban.

— ¿El tipo?.

— Si. Usted sabe bien que su familia no es conocida por ser amables con los omegas. — esperaba que sus palabras no sonarán toscas o controladoras.

— Jamás eh juzgado un libro por su portada y no comenzaré ahora. — Douglas abrió y cerró la boca, quizá realmente eran sus celos apoderadose de él los que hablaban.

— Lo siento, me he excedido.— intento reprimir cada gramo de molestia, enojo y celo.

— No debes preocuparte, seré cuidadoso, tu mismo lo has dicho "no suelo pedir estas cosas" tengo mis propias razones pero no haré nada peligroso.

— Usted no tiene porque darme explicaciones pero aprecio el gesto.

— Es cierto, no debería... aún así entiendo tu punto, se que eres responsable de mi seguridad pero te aseguro que no causare problemas.— Douglas solo se limitó a asentir con la cabeza.

— Entonces me retiro — dicho esto dio unos pasos, cuando Eloy habló, se freno sobre sus pies.

— Prepara el coche, saldremos.

— ¿A que destino desea ir?— tuvo un mal presentimiento.

— Tendré que inspeccionar. Un cazador debe conocer los movimientos de su presa. — el tono en su voz era burlón.

— Como usted diga, con permiso — fue lo último que dijo antes de salir de la habitación, Eloy pudo ver los hombros de Douglas tensionarse, incapaz de entender su comportamiento salió detrás de él.

Había olvidado lo precioso que era Moscú, de niño no había prestado la debida atención, después de todo era un crio como los demás que en lo único que se enfocaba era en jugar con sus amigos.
Amigos, se preguntó en qué parte del mundo estaría ahora Esther, hablaban seguido pero no era lo mismo, su ausencia se notaba, jodidamente, habían pasado meses de la última vez que la vio, la extrañaba, malditamente la extrañaba, lo consolaba tener a Douglas a su lado, pero no era lo mismo, no lo era, Douglas siempre marcaba el límite, no entendía porque lo hacía, él deseaba volver a como eran antes, cuando compartían secretos, cuando confiaban el uno en el otro, lo que a estas alturas parecía ser algo muy lejano.

El auto se detuvo anunciando la llegada, pudo ver una mansión, la mansión Fischer, la palabra extravagante era acorde para aquella arquitectura, era majestuosa.
Los minutos parecían eternos y el entorno dentro del auto no ayudaba en absoluto, era incómodo y sofocante, Eloy miraba por la ventanilla, podía sentir los ojos de Douglas por el espejo retrovisor, sus ojos dorados lo miraban pesadamente, abrumadores, casi asfixiantes. Mierda. ¿Cuál es su problema? Estaba a punto de espetar cuando el alfa finalmente apareció en escena, no fue capas de quitar los ojos de aquel platinado, sintió subir calor a su rostro, el corazón en la boca, si no fuera porque el oxígeno llegaba a su cerebro juraría que estaba a punto de sufrir un paro cardíaco, otra vez la extraña sensación, sentirse así de solo verlo era frustrante.
Una mujer de cabello rojo como el fuego y ojos verde como las esmeraldas apareció junto al alfa, rodeada por el calor de los brazos del platinado.

Algo se quebró en él, sus ojos enrojecidos. ¿Molestia? ¿Enojo? No lo entendía, verlo junto a esa mujer lo volvía loco, como si estuviera tocando algo que fuera suyo. Enfermizo. ¿el era esa clase de persona?.

— Amo, no es necesario que haga esto, podría contratar a alguien que lo haga o podría hacerlo yo mismo— Eloy fijo su mirada en Douglas se preguntó que clase de expresión había hecho para que Douglas sugiriera tal cosa.

— Es necesario que yo... quiero estar seguro antes de hacer cualquier cosa.— la expresión en el rostro de Douglas decía ¿Qué carajo tiene pensado hacer? Él tampoco lo sabía, a lo lejos vio que la pareja se alejaba — síguelos.


Joder, no habían pasado ni dos horas de estar observando y ya estaba molesto, claramente carecía de paciencia para esto, seguramente terminaría por aceptar la oferta de Douglas, era eficiente, literalmente como un soldado pero teniendo en cuenta que el susodicho en cuestión no era de su agrado seguramente contrataría a alguien para que hiciera el trabajo sucio. Si quería hacer un trabajo pulcro debía ser cuidadoso, no podía pasar por alto ni el más mínimo de los detalles, no podía cometer errores. No debía olvidar que todo esto era en base a una corazonada.

Un presentimiento de algo único...

 𝙷𝚊𝚍𝚘.  (ᴏᴍᴇɢᴀᴠᴇʀꜱᴇ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora