Los primeros y últimos ojos.

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-Creo que no tengo nada en este color, no es de mis favoritos pero creo que me va a quedar bien y le va a esta estación- explica Elisabeth.

-Pruébatelo, vas a estar guapísima- respondo señalando los probadores. Me sonríe y me acerco hacia Ox, Joe y Mark, están viendo ropa en la sección de hombres.

¿Os gusta algo?

-Nah.

-Sí, dicen tío y sobrino a la vez. 

Arrastro a Ox conmigo, le ahorraré el aburrimiento de ver más prendas, por lo que esperamos a Elisabeth mientras hablamos de todo un poco.

-He pensado, no sé, ¿repetir vuestra escapada pero esta vez toda la familia?

-Claro, se lo comenté a Mark. La playa te relaja, la verdad.

-Lo planeamos para el año que viene, en Navidad y fiestas próximas nos quedamos en casita.

-Mucho mejor.

Hace unas semanas que volvimos. Ahora son las siete pasadas de la tarde y hemos decidido dar una vuelta por Green Creek, acabando en esta tienda porque el escaparate ha llamado la atención de todos. Mi cuñada ha terminado dándole una oportunidad a la nueva blusa y seguimos juntos hasta que llegamos a nuestra casa. Les ofrecemos tomarse algo, pero desisten, de todas formas hemos comido juntos al mediodía.

Empieza a hacer más frío en las calles y cada día es más otoñal. Cuelgo mi chaqueta en la entrada y me dirijo a la chimenea para encenderla. 

-¿Quieres ver una serie?- ofrece

-Por que no. ¿Podemos seguir con el cuento de la criada?

-Lo que quieras cielo.

-Pues eso. ¿Te traigo algo de beber?

-¿Hay chocolate caliente?- empieza a buscar la serie en HBO, ya sentado en el sofá.

-Lo puedo preparar, tardo seis minutos.

-Perfecto, me voy a poner algo más cómodo, cuando lo prepares empezamos- dice moviéndose desde el salón hacia el dormitorio.

Dejamos un episodio a la mitad hace unos días, vemos lo que quedaba y el siguiente. Cuando quedan pocos minutos para terminar, y a pesar de que hay un plot twist interesantísimo, tengo otra cosa en mente.

Me giro hacia él, apoyando mi muñeca derecha en el cabecero del sofá, detrás de su cabello y envolviendo su cuerpo con mi brazo izquierdo. Se sobresalta un poco y abre la boca para preguntar qué estoy haciendo, aunque no lo puede hacer, ya le estoy besando. Suspira en el beso y echa la cabeza hacia atrás. Nos separamos un momento para tomar aire y cerramos otra vez los ojos, no sé porque los ojos se cierran cuando la gente se besa pero tampoco es el momento de pensar en eso. 

Es intenso, movemos la cabeza, primero hacia delante, después hacia atrás, más tarde le damos otro ángulo. Mueve su pierna, dejando espacio suficiente para poder sentarme sobre él con las piernas flexionadas a ambos lados de su cintura, por lo que quedamos cara a cara. Arrastro mi índice por su nariz, su boca, su mejilla. Sonríe. Soy tan feliz. El es tan feliz. Nos besamos. Apoya sus manos en mi espalda y me acerca a él, por lo que su calor corporal se une al fuego de la chimenea. Creo que aquí sobra ropa. Me muerde el labio inferior despacio, de forma tortuosa, soltando una risa cuando lo suelta, hace esto más de una vez. Rodeo su cuello con la mano izquierda, mientras que las yemas de sus dedos recorren mi espalda debajo del jersey. 

-Quítate esto.-implora mientras me ayuda a deshacerme de la parte de arriba.

Pasa sus manos hambrientas por todo mi torso, por los hombros, la clavícula, las costillas... A veces me hace cosquillas, otras me pone más caliente todavía. Se para en los pezones, ya estaba tardando, siempre juega con mis pezones.

Gordo Livingstone y Mark BennettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora