Desde que estamos aquí no he podido dejar de mirarla.
Hoy se ve preciosa. Todos los días Amelia se ve linda pero hoy es algo completamente diferente.
Quizás estoy siendo demasiado obvio pero siendo sincero me importa tres hectáreas que se me note.
Pienso en el beso de ayer y solamente me dan ganas de agarrarla por los cachetes y volver a besarla, es algo que no puedo evitar querer.
Y puede que estén pensando "Ay vale, sopita" pero es que, me revuelve el pecho.
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¿Desde cuándo me gusta exactamente? Bueno, creo tener la respuesta a eso aunque no estoy del todo seguro en si sea la más correcta o no.
Fue hace un tiempo, un año quizás, sé que fue durante todos los problemas eléctricos del país. Estábamos en una fiesta, la de fin de año específicamente, nos acabábamos de graduar, y entre todo el salón quisimos celebrar ese momento.
Cuando vine a recogerla la esperé un momento hasta que se terminara de arreglar y cuando la vi... No sé explicarles lo que sentí, fue extraño, pero sin embargo lo ignore.
Fue más tarde esa noche cuando ella estaba echando vaina con los muchachos mientras yo estaba un poco alejado de todos, que la vi bailar y reírse de algo que había dicho Jimin, que vi sus mejillas rojas por una mezcla del calor, el alcohol y las risas, que ese sentimiento volvió y se quedó más tiempo en mi pecho.
Me detuve y la miré bien, el pantalón que se moldeaba a sus piernas, la blusa blanca que tenía puesta, la medalla de graduación, el cabello suelto y los labios rosados por el labial... se veía simplemente hermosa y esa vez también fue la primera que me pregunté a que sabrían sus labios.
Quizás fue ridículo de mi parte ignorar todo eso y dejarlo pasar, regañarme a mi mismo por estar pensando todo eso de la que había sido mi mejor amiga por más de la mitad de mi vida, y me repetía constantemente que era solamente un capricho, que arruinar la amistad por eso no valdría la pena, mis pensamientos se callaron poco a poco y pude volver a ser como antes.
Obvio, todo hasta que llegó el rolitranco e mamaguevo de Francisco.
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