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Cuando llueve, diluvia


Enamorarse era jodido.

Cualquiera habría pensado que Kyungsoo era lo suficientemente inteligente como para aprender de su experiencia en la secundaria y jurarse no caer por Chanyeol de nuevo. Lamentablemente, era estúpido y había estado tan confiado en que no sucedería, que bajó todas sus barreras y, sin darse cuenta, permitió que Chanyeol se hiciera paso nuevamente a su corazón.

Lo odiaba. Pues darle rienda suelta a sus sentimientos, también significa tonarse vulnerable. Tras haberse recuperado duramente del rechazo del castaño, se prometió no cometer otro error que lo condujera a un desenlace similar; sin embargo, volvía a tropezar con la misma piedra, de confiar ciegamente en alguien cuyo corazón estaba ocupado.

Aunque claro, no sabía eso aún.

—¿Te veo mañana? —susurró Chanyeol contra sus labios. Kyungsoo hizo un puchero, sin entender por qué el castaño había roto el beso agradable que estaban compartiendo. Y luego, como por arte de magia, recordó que era viernes en la mañana y quedaban dos minutos para que empezara su primera clase.

¿Ven? Por esto Kyungsoo odiaba enamorarse. Se ponía más tonto de lo normal. A veces olvidaba cómo hablar cuando Chanyeol se sacaba la camisa, y exponía sus músculos y su fuerte abdomen y sus bíceps y... ah, estoy babeando.

Ese era otro problema. Enamorarse tenía efectos secundarios, en otras palabras, reaccionas involuntarias que, a pesar de ser fisiológicas, le parecían innecesarias y por no decir, extremadamente vergonzosas. No era un maldito colegial chillando por el guapo capitán del equipo de basquetbol —déjà vú—, por lo que no comprendía a qué venían las jodidas mariposas estomacales, o los sonrojos quema-caras, o los escalofríos en su espina dorsal, o los vellos de su nuca erizados cuando la mano áspera de Chanyeol lo tocaba.

Qué fastidioso era querer a alguien. Pésimo servicio. Una estrellita.

Le dio un pequeño pico a los labios de Chanyeol —sin forzarse a abstenerse— y optó por dar el paso importante que había estado sopesando durante la semana.

—De hecho... te quería ver esta noche —contestó, mirándole con aquellos ojos inocentes que lo hacían ver tan tierno. Observó de reojo la nuez de Adán subir y bajar en la garganta del castaño—. ¿Podemos cenar juntos?

—Sabes que tengo examen hasta tarde —le advirtió, en un mísero intento de negarse. Las manos de Kyungsoo acunaron su rostro.

—Por favor

~ te ayudará a relajarte después de tanto estrés —quizás era una excusa barata, pero era la mejor que se le ocurría—. Di que sí, Chanyeollie~

Era consciente de que la voluntad del castaño se debilitaba con ese apodo, así que escuchar su respuesta no fue desconcertante— De acuerdo.

—¡Bien! —brincó feliz, inclinándose para plantar otro beso en sus labios—. Nos vemos a las nueve. Te mandaré la dirección.

—Veo que tienes todo planeado —se burló Chanyeol esbozando una sonrisa engreída. Kyungsoo hizo un mohín disconforme, al notar que había delatado accidentalmente la emoción e impaciencia que embargaba por su cita.

Quiso quejarse o insultarlo por reírse de él, pero los labios suaves de Chanyeol lo silenciaron y no pudo estar más a gusto con esa táctica.

Cada beso compartido, transmitiéndole la seguridad que necesitaba para continuar a su lado, y convenciéndole que su decisión no sería algo de lo que arrepentirse.

Rent A Boyfriend || ChansooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora