Capítulo 4: un sol radiante, Ryouta

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Capítulo 4: un sol radiante, Ryouta.


La familia Kamijou parecía no querer parar de crecer, poco tiempo después de la llegada del adorable Yuuri, Sunmi nuevamente quedó embarazada. Las bromas no paraban de llegar respecto al rápido crecimiento del número de integrantes de la família. Dante se encontraba orgulloso ante la nueva noticia, otra vez sería papá. Sunmi dio a luz nuevamente a otro bello cachorro, un hermoso bebé de pelo rubio y ojos caramelos que parecían casi dorados. Simplemente está embobada de amor por ese nuevo hijo que llenaba de dicha su corazón. Este era el primer bebé que sacaba rasgos de la familia paterna, lo que enorgullecio aún más a Dante.

Ryouta era un niño alegre y muy cariñoso que irradiaba felicidad en todo su ser, le encantaba hablar con todos de cualquier cosa y regalar sonrisas que derretia corazones. Mientras el hermoso bebé iba creciendo la familia se asombró porque los encantadores rasgos de ese niño solo se comparaban con los de un omega. El clan parecía estar anticipando la única llegada de omegas. 

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4 años

Ryouta era comparado con un sol, y no solo por su apariencia física de cabellos dorados y ojos caramelos con piel blanca (fácilmente podría ser confundido con un ángel por su imagen tan etérea), sino por su personalidad calidad y deslumbrante. Era de esos niños que les gustaba hablar de todo con todo el mundo, era el preferido de las viejitas que se juntaban a tejer en la plaza por la mañana. Y era el preferido de los perros que paseaban, siempre terminaba con todos los perros a su alrededor lamiendo su cara.

Como cada sábado por la mañana Minako juntó con otra chica eran las encargadas de llevar a los niños a la plaza a jugar, en realidad Sunmi tenía asuntos que atender y no quería a los niños dando vuelta por la casa. Llegaron a una hermosa plaza tranquila donde ya eran conocidos por los grupos habituales (como las viejitas tejiendo, unos universitarios que corrían alrededor, Ino la paseadora de perros que siempre llevaba al labrador y un bulldog francés, entre otros). Las mujeres se acercaron con los niños al área de juegos.

-Les voy a recordar las reglas antes de dejarlos ir a jugar- dijo Minako quien había acomodado en fila frente a ellos a los niños- regla número uno, nada de juegos peligrosos que puedan incluir un paseo al hospital. Número dos, no recibir nada de extraños. Número tres, no deben alejarse de la zona de juegos. Número cuatro no deben hablar con extraños. Número cinco no sigan a ningún extraño.

-Ya somos grandes para que nos repitas eso- dijo Hiroki poniendo los ojos en blanco y soltando un sonoro suspiro a modo de queja.

-No todos saben ahuyentar alfas como tú- dijo Minako con burla.

-Si ya terminaste de dar el discurso me ire a leer en aquel banco- dijo Hiroki señalando en dirección aún banco blanco muy cerca del grupo de viejitas.

-Ve, ve- dijo Minako liberando al mayor. Luego volteo hacia los otros 3- ¿Misaki tú te quedarás con tus hermanos?- preguntó a pesar de ya saber la respuesta.

-Sí- dijo Misaki con una cálida sonrisa- iremos a las hamacas.

-Diviertanse- dijo Minako sonriendoles y dejándolos ir a jugar.

Las dos mujeres se acomodaron en un banco donde tenían la vista perfecta a los juegos y sus alrededor, perfecto para vigilar. Los tres niños corrieron hasta las hamacas, Misaki en el medio para ver a sus dos hermanitos. El movimiento entre las tres hamacas era irregular pues variaba por el peso y la fuerza de cada niño.

-¿Misaki tienes novio?- soltó de golpe Ryouta.

-¡Eh!- exclamó avergonzado Misaki sintiendo el rojo teñir sus mejillas- ¿Por qué me preguntas eso?- cuestionó todo abochornado.

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