¿Quieren ser mis novios?

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— ¡Vamos Shoto! ¡Tú puedes! ¡Prometiste que hoy sería el día, no te arrepentirás ahora! — exclamó Melissa mientras empujaba al bicolor afuera del fingido escondite.

— ¡Espera, Melissa! ¡Ni siquiera han llegado! — se excusó Todoroki.

— Lo sé, solo estoy practicando — se encogió de hombros con una sonrisa amplia.

Shoto suspiró pesadamente. Por fuera se veía impasible e incluso desinteresado, pero por dentro moría y los nervios se lo comían vivo, solo quería desaparecer o huir de allí, presentía que en cualquier momento se convertiría en una gelatina humana.

Shoto no comprendía cuál era la necesidad de traer a su familia entera — exceptuando a su madre —; dicha idea fue por parte de la rubia, qué terrible idea, fue lo que expresó el de ojos heterocromos y aún se mantiene con ese pensamiento. Perfecto, ahora pasaría vergüenza el día donde se suponía sería feliz... quizás.

Y cuestionárselo lo tenía en un margen de preocupación excelsa, sintiéndose ansioso ante la idea de su probable declaración o, más bien, la idea de iniciar una relación entre dos personas, dos chicos constituyendo así un trío homosexual. Si se lo preguntaran, nunca se imaginó estar en un noviazgo poliamoroso, sin embargo, no vacila y está seguro de lo que siente; son sentimientos fuertes y mutuos, ambos al mismo nivel elevado y potente, emociones de las que está convencido no se irán y se mantendrán vigentes sin caducar así de energéticamente; sí, está jodidamente enamorado, está hechizado y embriagado por esos dos seres, demasiado.

Cuatro meses desde su conversación en el patio trasero donde actualmente se reunían en los descansos, cuatro hermosos y mágicos meses ocultándose en esa sección oculta de la institución para conocerse más, descubrir más factores entre ellos. Parecía mentira, joder, cada que conoce una nueva faceta en Katsuki o Izuku, se enamora más, estima un colapso inminente e instantáneo, colapsará de tanto amor residiendo en su corazón por la demasía, latiendo palpitante por dichos receptores, percibe la pérdida pronta del control sobre ellos.

Con Midoriya consolidó más su enamoramiento y hasta lo incrementó; su suavidad y dulzura le hacía nadar en el cielo, entre la esponjosidad de las nubes, balanceándose en el limbo; un ángel, con esa sencilla comparación lo describe, un jodido ángel caído del cielo. Ama descubrir más de él, porque ama enamorarse más de su lindo ser y esas cualidades tan bellas componiéndolo.

Con Katsuki jamás imaginó que al final caería a sus pies, y pues, terminó cayendo redondito, como costal de papas. Al principio no entendía en qué se atrajo; pero después lo comprendió, aunque se relacionó mal con él, vislumbró un ligero atisbo entre toda esa violencia, una pequeña advertura; encontró cariño entre todo ese mar de violencia, agresividad y emociones iracundas; porque brillaba y lo hacía con el deseo de escapar, liberarse, manifestarse y abrazarlo hasta ahogarlo, entendió que la mayoría de sus decisiones y actuar estaban impulsados bajo su orgullo pero pese a ello, ese fulgor le evidenciaba el anhelo de desatarse, declararse. Desde aquella plática lo vio en su máxima expresión, demostrando en pequeñas pero inmensas acciones arrepentimiento y cariño hacia ambos, apreciando cualidades ocultas por el egocentrismo. Cada mínima cualidad hallada solo aseguraba su amor hacia él. Amaba los diferentes gestos expresados en su semblante, además de los ceños fruncidos, las sonrisas, las carcajadas, el nerviosismo, le encantaba cada faceta en él, tanto así que por el desmedido amor a sus cualidades suprimió casi por completo los defectos.

Y, mierda, sus sonrojos eran lo mejor. Le hacían dudar de su preferencia por recibir, algún día intentaría darle.

— ¡Tierra llamando a Shoto! ¡¿Estás ahí?! — gritó la ojiazul, Todoroki le cubrió la boca.

Closed Room •Todobakudeku•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora