Fiesta

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Hoy se celebra una fiesta anual, la más esperada del año. Un lujoso castillo abre sus puertas a todos sus invitados, en este caso a todos los de la villa de Yokohama, cientos de campesinos, visitantes de paso pueden ingresar a aquel hermoso lugar.

El castillo el resto del año permanecía cerrado el resto del año, los locatarios rara vez veían al dueño, pero cada vez que abría sus puertas los recibía con un banquete delicioso, música y diversión, el único requisito era ir con las mejores ropas con disfraces.

Las grandes puertas de madera, con decoraciones de oro se abrieron-Bienvenidos- con una gran sonrisa, las manos extendidas en par el dueño del castillo recibía a sus invitados- Adelante pasen y diviértanse.

-¿Es buena idea?-pregunto un castaño detrás del dueño.

-Dazai, esta es una táctica muy buena, ya lo verás- sin dejar de sonreír como bienvenida a aquellos que seguían llegando al castillo- eres joven y es tu primera vez estando aquí- se giró hacia él- cuando menos te lo esperes te darás un festín.

-No es que no crea que funcione, pero es mucho gasto para ellos.

-Dazai, piensa que esto es mas una inversión, ya lo veras, ahora ve adentro y atiende a nuestros invitados, pronto cerrare las puertas.

El castaño se retiró y el dueño quedó en la puerta un rato más, hasta la media noche cuando cerraba las puertas aparecieron dos personas.

-Bienvenidos- un pelinegro ingreso seguido de un albino.

-Escuche que hay bocadillos deliciosos-hablo el pelinegro- viajamos desde muy lejos para poder probarlos.

Las puertas ya estaban cerradas, era hora de la cacería.

El dueño selecciono a su primera víctima, justo el hombre que había llegado al final, el albino que portaba la mitad de un antifaz negro con blanco y ligeros toques dorados, una camisa roja, con una corbata gris, cubierto de un chaleco seguido de una gran chaqueta de cuello largo, sin duda era un disfraz de vampiro muy moderno, estaba sentando en uno de los sillones bebiendo un poco de alcohol, mientras su mirada estaba fija en el pelinegro que había llegado con el.

-Oh disculpe- Dijo el dueño, que accidentalmente había derramado un poco de vino en el albino sentado- no me fije y he tropezado- con una leve reverencia- no quiero dejar una mala impresión así que puede seguirme, le entregaré ropa para que se cambie.

-No es necesario-le dio un sorbo a su copa -Entiendo que fue un accidente- la mirada que le dirigió al torpe dueño era para pensar dobles intenciones.

-Insisto- con una de sus sonrisas más amable y tierna- es por hospitalidad.

-De acuerdo- se puso de pie y se acercó al dueño- lo sigo.

El dueño lo guio a través de las escaleras, caminaron por largos pasillos, la música de la fiesta ya no se escuchaba, se habían alejado lo suficiente para que ningún ruido les llegara, entraron a una habitación.

-Si, esto te puede quedar- dijo el pelinegro que había sacado una camisa de un gran armario.

El albino se estaba quitando ya el chaleco para cambiar la camisa manchada por la nueva que le ofrecían.

-Esto será más fácil de lo que pensé- decía en su interior, se acercó hasta el albino y le empezó a ayudar a desabotonar la camisa- solo descubriré un poco la altura del cuello y será todo mío

-¿Que hace?-pregunto el ojiazul que había detenido las manos del dueño

-Le ayudo, eso es todo- sonrió y los ojos violetas parecieron brillar con intensidad- después de todo yo lo ensucie, será rápido.

Colmillos y garras --FIC BSD--Donde viven las historias. Descúbrelo ahora