2º. No somos nada

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A los Hellsing siempre se les ocurrían las peores épocas del año para morirse. Desde tiempo inmemorial, en que el árbol genealógico parecía hacerse más rancio, largo y desvencijado, los Hellsing escogían el otoño o el invierno para abandonar este mundo. "Y eso lo hacen por su inexorable manía de fastidiar a cuanta gente puedan", dijo despectivo el Conde en cierta ocasión.

Y es que, cuando no obligaban a los dolientes a transitar con todo y el bochornoso peso del ataúd sobre barrizales y atascaderos, lodazales chapaleantes que dificultaban la "confección" de la fosa y el infortunio de padecer lluvias heladas o vientos desenfrenados, hacían que los sepultureros se enfrentaran a tierras congeladas y nieves calcinantes.

Desde que la familia nació en Holanda y por alguna razón (de la que ni siquiera el viejo Abraham Van Helsing tuvo la menor idea), dejaron de ser un clan de barbajanes para ganar respeto, prestigio y fortuna ─hace varios siglos─ hacían que la barca fúnebre en la que depositan los féretros fuera conducida por los interminables canales de Ámsterdam constreñidos por gruesas placas de hielo que los remeros habían de quitar con grande esfuerzo.

"¡¿Por qué carajos no se mueren en primavera?!" Preguntó el Conde en voz alta al cadáver tieso y embalsamado de su amo.

Entre cuatro cirios, incienso quemado, cerros de flores y coronas fúnebres ("¿A este viejo licencioso cuándo le gustaron las flores?" Expresó el Conde), el cadáver del célebre caballero del Imperio Británico, Sir Arthur Hellsing, descansaba en la dulce calma de la muerte. Observado de cerca por el esclavo inconforme, que detrás de unas gafas de mosca panteonera, lo miraba refunfuñando. Ahora era necesario encontrarle un ministro, y el mayordomo le había pedido que marchara a buscar uno para que oficiara el sepelio, a fuerza de que el párroco de cabecera hubiese enfermado de reumas y el frío de octubre le impidiera salir de casa.

Al filo de la madrugada, el mayordomo apuró al Conde a cumplir su misión, por lo que maldiciendo, el imponente caballero salió a la calle a esa hora de luto, frío y oscuridad espesa.

Quince días había durado la velación de sir Arthur Hellsing. Como miembro de la mesa redonda y héroe de guerra, ("¡Que héroe ni que patrañas, Arthur Hellsing tiene de héroe lo que yo de cura!" Había también rezongado el Conde), el cadáver del caballero fue embalsamado y llevado a la cede secreta de la orden en las catacumbas de la Abadía de Westminster y ahora, todos sus amigos y conocidos le daban el último adiós en el salón principal de la Mansión, oscurecido adrede por gruesas cortinas negras.

"¡Pobrecita de su huérfana!" Decían algunos que miraban de lejos a la niña que había quedado sola en el mundo. La belleza lozana y rubia con vestido, velo negro y un ramo de azucenas blancas en las manos, caminaba con paso corto detrás de la carroza funesta que se llevaba a las fauces de la tierra a quien más había querido en la vida

Y los lustrados zapatos de la encopetada concurrencia se hundían en el lodo del camino desgajado por la humedad y las lluvias repentinas; se hundían como patas de elefante, sin remedio en el pegajoso barro. Y las botitas de charol negro de la huérfana sucumbían en la composta de hojas perennes, tan muertas y podridas en el suelo como los difuntos en el interior de sus sarcófagos.

Pero la huérfana no quería que la vieran llorar. Ya consideraba era bastante patética su escena: subiendo con dificultad por una colina empinada donde se habían enterrado ya a otros dos miembros de su familia, como para dar un lacrimógeno espectáculo de sollozos desenfrenados.

─ ¡¿Quién carajos escogió este lugar tan descuidado y nefasto para enterrar al doctor Abraham, a su hijo y a su nieto?! ¡Aquí, entre maleza del campo y tumbas de plebeyos! ─ se quejó amargamente sir Hugh Islands, mientras se limpiaba los pantalones embarrados de lodo, y subía por el piso erosionado – esta familia se merecía un lugar donde los mausoleos de la nobleza, que no en este hervidero de chusma...

Todos los santos. Tres episodios fúnebresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora