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Capitulo 1: El caso.

Katsuki Bakugou

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Katsuki Bakugou

—Las vacaciones ni el gusto me duraron.—Bakugo reclinó el asiento del avión, eran temporadas dónde aún la gente seguía trabajando, pero una de las ventajas de ser un detective de campo es: tomarte un descanso cuando tú lo necesites o quieras.

Estaba próximo a despegar, y dejar atrás esas tierras que eran territorio americano. Creer que se iba a librar fácilmente de los casos policiacos de su ciudad fue muy ingenuo de su parte. Para ser muy analítico tenía como costumbre negativa, confiarse cuando parecía que ya todo estaba bien. Cuando no era así, tenía mucho que aprender sobre cómo esperarlo todo y nada de la vida.

Tal vez así se hirritaria menos, y estaría preparado para cualquier imprevisto.

El repiqueteante chirrido de su teléfono lo hizo abrir sus ojos, colocando de manera veloz ese ya habitual ceño fruncido en su entrecejo. Gruño por lo bajo, saco el aparato y se lo llevó a la oreja.

—Bakugo,—con un susurro algo gutural gesticuló su apellido.

—¿Ya estás en el avión?

—Si, maldita sea, ¿tan preocupado te tiene ese desgraciado?—, Aizawa era alguien tranquilo, susceptible, callado y parecía conseguir tener todo bajo su control.

Está era la primera vez que podía de cierto modo apreciar un atisbe de ansiedad en su jefe al mando. Y era lo mínimo que podía esperar ante tales sucesos.

El asesino de la carretera más que un divertido y pegadizo nombre era en realidad, un hombro o mujer que había conseguido subir la taza del crímen en menos de solo unos cuantos meses. Matando a diestra y siniestra.

Pero eso pasaba por no haberle otorgado el caso a él, decidieron dárselo a el nuevo y talentoso mitad-mitad. Creyendo que podría averiguar en poco tiempo ¿quién era?, ¿dónde podría estar?, ¿y como tenerle por fin una emboscada?

Sigo siendo el mejor, maldito Todoroki

—Solo quería asegurarme que subas bien...

—Deja esa fachada de que te preocupas por mi, sé que no me marcaste por una cursilería como esa, no es algo que tú harías, Shouta—calló a el pelinegro del otro lado del mundo y línea, consiguiendo por su parte un suspiro de resignación.

Afirmando la acusación de Bakugo, que era más deducción que una echada en cara.

—Ni si quiera sé porque intento engañarte,—reconocio Aizawa, el cenizo pudo imaginar una imagen de su frustrado rostro tallando esos iris secos, tantos años trabajando enfrente a un ordenador le pasaron más factura a su vista que a el físico de su cuerpo de 30 años. —Me atrapaste, da igual. Te iba a decir que podías cancelar tu regreso a Japón, y siguieras con tus vacaciones.

El asesino de la carretera [Final alternativo] 🔘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora