Introducción.

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Según la tercera ley de Newton, dice que a Cada acción, corresponde una reacción.

Los científicos dicen que es esta ley aplicada a diferentes circunstancias.

Las personas dicen que es el Karma, el que se encarga de las cosas.

Lo único que se sabe a ciencia cierta, es que todo lo que hacemos, algún día lo recibimos, no importa el día, la hora o el lugar; tarde o temprano regresa a nosotros.

Solamente que eso no lo tenía muy claro aquel niño que lloraba en el baño, sólo por las críticas que había recibido por su físico.

Esas críticas no le hubieran dolido si hubieran sido de cualquier persona, pero aquellas palabras fueron dichas por la persona que algún día pensó era su mejor amigo del alma.

Sus lágrimas caían, lágrimas de dolor, tristeza y decepción.

¿Que había de malo en el? Solo eran unos cuantos kilos de más, no era nada del otro mundo, cualquiera se descuida y ocurre eso.

¿Pero por qué las palabras? Si a él también le pasó, sin embargo, el no dijo nada.

¿Por qué el lo hacía? ¿Por qué con esas palabras?

Entre más se cuestionaba, más lloraba; no entendía lo que pasaba.

— Nanon, espero nunca pases por esto. — Susurró el pequeño Chimon antes de salir del baño e ir a la enfermería a reportarse enfermo, no soportaría un segundo más ahí.

Gun llegó por Chimon, este sonrío a la enfermera y le entrego una carta, encargando de favor que se la diera a Nanon, pues el ya no podría darsela.

— ¿Estabas llorando? — Preguntó Gun una vez en el auto.

— Algo así. — Dijo el pequeño con una mueca.— ¿Me puedes cambiar de escuela?

Gun frenó el auto al instante, causando que Chimon, se pegara en la frente.

— Perdón, ¿Estás bien? Digo, ¿Te sientes bien?... No, Digo... ¿Por que quieres que te cambie? ¿Piensas dejar a Nanon?

Dejar a Nanon. Si, exactamente quería aquello.

— No, pero simplemente, creo que necesito un cambio. ¿Mañana podemos ir a ver escuelas? Creo que en verdad lo necesito.

El pequeño intento sonar lo más convincente posible.

— Lo hablaré con Papi, ¿Te despediste de Nanon? — Dijo Gun volviendo a retomar el camino.

— Amm... Si. -Dijo el pequeño jugando con sus manos.

— Veré que dice Papi...



Mientras tanto, Un delgado Nanon llegaba corriendo a la enfermería, desde en la mañana que había visto a Chimon comerse una Dona y haberle dicho que poco le faltaba para ser Dumbo y demás burlas "sanas", no lo había visto, y a su salón había llegado un rumor de que Chimon estaba grave y su padre había ido por el, el cual llegó a sus oidos.

Al llegar a la enfermería, vio esta sola, solo estaba la enfermera de turno, la cual al verla sonrío y se acerco a el.

— ¿Donde está...?

— ¿Chimon? me dejo esto para ti, en verdad te conoce. — Sonrío la enfermera y se fue, dejando a Nanon confundido y con una carta en las manos.



— Espero nunca pases lo mismo que yo pasé. — Suspiro Chimon antes de dejar la foto donde se encontraban ellos dos. — Si nos encontramos de nuevo, espero no ser yo quien disfrute y tu quien sufras.

Aquellas palabras le dolieron al decirlas, pero más le habían dolido las de Nanon, fue inevitable no soltar lagrimas y sollozos, fue inevitable no recordar lo que paso, fue inevitable no odiarse y querer cambiar su físico, fue inevitable no querer ser otro.

Lo que Chimon no sabía, era que todo lo habían visto sus padres y por eso accedieron al cambio.

Ley del Karma, cuando uno este arriba y el otro abajo, los papeles se invertirán y debemos tener cuidado con el cambio.































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Hola, esta es mi primer historia NaMon, espero te interese.

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26102020

Karma - NaMonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora